La vida no posee coincidencias

11K 588 76
                                    

3 meses después

Verónica cerró el teléfono y sonrió al haber oído las historias de sus primos, quedaron donde no imaginaron que iban a quedar y todo quedó bien con todos al parecer. Excepto con ella.

Bebió su café y miró su pared, quien estaba llena de todo color de papel, con modelos luciendo un diseño de su mismo puño.

Siempre que iba en el metro o cualquier transporte público, y se le ocurría algo, lo dibujaba en su cuaderno de diseño.

Nueva York era un sitio muy concurrido, era frío en su mayoría y el lugar donde empezaría a construir su propio imperio.

Consiguió trabajo en una revista y por primera vez quería trabajar duro para tener su propio dinero, su propia experiencia, su propia vida.

Quería aprender más, ser alguien grande, pero primero tenía que ser alguien pequeño y no le avergonzaba intentarlo. No tenía un apartamento lujoso, pero el dinero que consiguió al vender sus costosas joyas fue mucho y pudo pagar un pequeño apartamento. La aislaba del frío, era cómodo y la hacía feliz.

Sonrió mientras miraba la ventana y el paisaje que no tenía. Rió ante esto, por primera vez en su vida sentía que valía algo y que había hecho algo por sí misma y eso le hacía sentir orgullosa.

No podía creer como había durado tanto tiempo viviendo en esa casa en la que se sentía aprisionada, infeliz, sola, cuando en ese lugar, en ese pequeño apartamento barato se sentía feliz, sentía que era su nueva vida, su pequeño nido en donde luego empezaría a crecer con los años.

Su padre le había dejado dinero y ella apenas tenía 22 años, pero sería paciente y trabajaría duro en esos 3 años, para cuando pueda adquirir su fortuna, la usaría para hacer crecer su propio imperio. Mientras tanto se pasaba el tiempo diseñando su propia ropa, aprendiendo mucho más sobre la industria de la moda. Sabía que sería reconocida, lo presentía.

Su mamá había perdido ante la demanda, pues el caso se llevó a juicio y más de un testigo apareció. No sabía como sentirse, pero había obtenido por lo menos lo que merecía. Sin embargo, no se sintió feliz, pensó en la oración que le dijo su primo Víctor.

"Tal vez solo quiere sentar cabeza. Quién sabe".

Ella secretamente deseó eso, quería que por fin su mamá cambiara y fuera una mujer de bien, o normal al casarse, pero al parecer estar comprometida con Alejandro no fue suficiente para eso.

Pensó en Alejandro.

No oyó nada sobre casamientos, pues todo esto estaba oculto de la prensa, sus primos le habían dicho que aunque ya no visitaran la casa ya que ella no se encontraba allá, no se habían enterado de alguna boda en las últimas semanas.

Verónica tuvo el pensamiento de que Alejandro había abierto los ojos, pero no estaba muy segura de qué había pasado, tal vez se habían casado en secreto. Nada es seguro.

Verónica escuchó como tocaban la puerta.

-¡uh!, comida china. ¡Un segundo!.

Verónica buscó su cartera y con rapidez sacó los dolares que necesitaba, corrió hasta la puerta y extendió el dinero sin siquiera ver quién estaba allí, pues estaba dejando su café en la meseta de su cocina, la cual estaba a unos centímetros de la puerta. Sintió como lo cogían y miró por fin para poder coger el pedido.

Los deseos de VerónicaWhere stories live. Discover now