Hasta aquí hemos llegado.

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–Muy bien señorita Miller, esto es todo por hoy, hasta mañ... –Ni me molesté en que terminara de hablar la doctora María. Salí de su despacho dando un portazo y miré a los dos guardias que me custiodaban por mi seguridad, suspiré y dejé que me guiaran hasta mi celda ya que no tenía nada que hacer contra ellos y mi celda era el único lugar donde podía evitar que me rompieran algún hueso. La abrieron y sin necesidad de ordenarme nada entré, se marcharon sin dirigirme la palabra y me quedé en la celda con mi mejor amiga... la soledad.

Llevo 753 días aquí encerrada, levantándome para no hacer nada, contando las horas para que el día termine y deje paso al siguiente, esperando que algo interesante vaya a pasar... 2 años aquí encerrada viendo como me consumo día a día, viendo como una cicatriz nueva aparece en mi piel cada semana, como mis ojeras se hacen más grandes y notorias, pero sobre todo rezando para que las prisioneras más "peligrosas" me maten de una puñetera vez.

Que estaría protegida decían... decían tantas cosas... me las creí, me creí todo lo que me decían y así he acabado, entre rejas, con miedo de salir de mi celda porque sé que si salgo no volveré a entrar con el mismo estado que la vez anterior, porque a esto se dedica la gente de aquí, a castigar a las personas que han hecho cosas malas... Cosas malas... ja, ja, ja. La única cosa mala que he hecho ha sido no destrozarles a todos cuando tuve mi oportunidad, pero lo haré, juro que los mataré a todos y les haré sufrir todo lo que me estan haciendo sufrir a mí o por lo menos eso haré sino responden a la única pregunta que les quiero hacer: "¿Dónde coño esta mi hermano?"

Todas las heridas que me estan provocando aquí no tienen nada que ver con lo que me está provocando no saber que es de James. ¿Dónde estará? ¿Estará bien? ¿Me sigue queriendo? ¿Me echa de menos? ¿Me odia? ¿Piensa que le he abandonado? ¿Sabe que soy capaz de derribar esta prisión con tal de volverle a ver?...

¿Cómo llegué a esto?

Algo que sí sé es que ha sido de Bonnie... Bonnie, Bonnie, Bonnie, mi querida mejor amiga Bonnie... Tan cobarde como cuando me detuvieron y tan débil como siempre, ojalá sufra lo que estoy sufriendo yo, ojalá sus ojos no vuelvan a brillar, pero sobre todo, ojalá no salga de la depresión en la que ha caído y no vuelva a ser ella. Bonnie Brown... ojalá te deteriores poco a poco y no vuelvas a ser tú, te lleges a odiar tanto como te odio yo y sobre todo pierdas la esperanza, la alegría y...

–Jane, mírame. –Pide Rober sin obtener respuesta por mi parte, no sabía ni que había entrado. –Jane, mírame. –Insiste zarandeándome ligeramente para que volviera en sí.

–La destrozaré... –Siseo clavando mis ojos azules en los de Rober que me miraban tristes. –La haré...

–No escuches lo que te dice esa doctora. –Me interrumpe con seriedad. –No puedes permitir que se meta en tu cabeza y te la llene de mentiras. –Habla, habla y habla pero nunca para decir cosas coherentes o lo suficientemente interesantes como para que le escuche, él es el único que miente... el que me llena la cabeza de mentiras, me lo dicen todos los días y me lo recuerdan a todas horas, ellos son los malos y Rober su aliado, tengo que escuchar a la doctora, ya que ella está aquí para ayudarme, hacer todo lo que me piden, ignorar a Rober, e impedir que él me diga cosas como "Nadie te volverá a hacer daño" o "encontraremos a James, pero no pierdas la cordura" todo lo que él dice son tonterías, cada una peor que la anterior. –Jane ¿me estás haciendo caso? –Pregunta Rober chasqueando sus dedos delante de mi cara buscando una reacción. Antes de que apartara la mano agarré su muñeca con fuerza e... intenté hacerle daño.

–Todo lo que tú dices es mentira, lo que dice la doctora es verdad y lo que tú dices mentira, me lo dicen todos, ellos son buenos y tú un mentiroso, un puto mentiroso al que le divierte hacerme daño. –Espeto con odio y rencor, todo el que sentía y podía trasmitir, soltó un pequeño quejido por el agarre en su brazo y antes de que aumentara el agarre apartó su brazo y se lo miró, miró las marcas que le habían dejado mis uñas en su muñeca, se las frotó confuso y negó, digamos que triste... Pero he dicho digamos ya que siendo él lo estará hasta disfrutando.

El Diablo siempre vuelve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora