░├ 02» ℓєנσѕ, мυу ℓєנσѕ.┤░

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Acabábamos de llegar al aeropuerto del lugar, después de unas casi trece horas de vuelo, de inmediato tomamos un taxi hasta la costa y luego un bote a la isla. Fue un viaje muy entretenido, mientras estábamos en el pequeño bote fue increíble poder sentir el viento en mi rostro, me sentí tan libre por primera vez, aunque sabía que no duraría mucho, mi madre jamás dejaría de fastidiarme para que regrese, y sus mensajes eran sólo el comienzo de una ardua guerra para que regrese.

Al llegar a aquella isla, era bastante tarde, por lo que fuimos a la casa de la familia Hodge, la cual era sorprendentemente grande y tenía un estilo algo sombrío y rústico. 

— ¡Bien! Todos estamos cansados, así que apresuremonos en llevar las cosas y a descansar. Fue un viaje muy largo. —comunicó la señora Amaia, madre de Aphrodite, con una sonrisa. 
Tal como mandó, fuimos a nuestras habitaciones, se suponía que dormiría en la recamara de huéspedes, pero necesitaba ser limpiada, así que dormiría con Dite

*Pronunciación: Dait. 

Al llegar, junto a Dite, a la recámara dejé las cosas al lado de la puerta y me senté en la silla rotativa del computador, me recosté un poco en el espaldar, con los brazos cruzados y una pequeña sonrisa. 
 —No has hablado mucho, menos de lo normal en realidad, ¿Pasa algo, linda? —pregunté al verla más aislada de lo normal. 

—Todo está bien, tengo sueño, es todo. —contestó al acostarse. 

—No lo creo —me puse de pie y me senté al borde de la cama, al lado de esta. —... ¿Por qué no me dices? Sé que te pasó algo, Hodge.

— ¿Te lo explico con manzanitas? , no te preocupes, sólo estoy cansada. —rió. 

—Muy bien —suspiré. —. De ser así, duerme, iré a tomar algo. 

—No vayas a salir, aún está oscuro a fuera. —sonrió. 
Asentí y bajé a la cocina, acá revisé el refrigerador, estaba totalmente lleno por lo que tuve que decidir que iba a tomar, terminé agarrando una Coca. Cuando cerré el refri, me sorprendió la señora Eleonor Rush, es la que se había encargado del lugar por todo ese tiempo, es amiga íntima de la familia al parecer y es súper amable. 

—Debes ser Dina, es un gusto conocerte. ¿Disfrutaste el viaje? —manifestó risueña.
—Oh, bueno. Sí, es un placer; y en cuanto el viaje, estuvo increíble. Dearest me comentó sobre usted, señorita Rush, si no me equivoco, es genial poder conocerla. —expresé y luego tomé un poco de la gaseosa. 

—Me alegra oír eso, lindo apodo, apropósito. 

—Sí, supongo. Oiga, ¿Es cierto que hay tiburones?

—Tal vez, aunque por acá hace mucho tiempo que no hay algún ataque, no te preocupes por eso. —carcajeó. 

—Me alegra saberlo —alegué más calmada. —... Bueno, iré a dormir un poco. 
Esta asintió, subí las escaleras y caminé a través del pasillo hasta llegar a la recamara. Al encontrarme en esta me recosté al lado de Aphrodite, ella ya estaba dormida. Normalmente duro mucho para dormirme, sin embargo esta vez caí directamente, después de aquel largo viaje, y el pequeño drama que armó mi madre antes de este, dormir era todo lo que necesitaba.

Unas horas después, a las diez de la mañana, me desperté nuevamente con mucha energía. Me duché y me estaba alistando para ir a pasear por la comunidad, tratando de hacer poco ruido y de mantener las cortinas cerradas para no despertar a la bella durmiente. Pero, mientras me terminaba de peinar, esta abrió los ojos únicamente para saber qué planeaba hacer.
— ¿A dónde vas, linda? —dijo adormilada. 

—Iré a ver la isla. Ya es tarde, ¿No te vas a despertar? 

—Ya estoy despierta... Creo. 

—No jodas, claro que lo estás —reí. —Alístate y vamos a desayunar a alguna cafetería o yo qué sé. 

Salí de la habitación y bajé, todos al parecer seguían dormidos, así que me senté a revisar los mensajes que me habían llegado durante el vuelo. Ciento ochenta mensajes por whatsapp de mi madre. «Ahora si que se excedió.», pensé mientras les echaba un ojo. Los más recientes, todos ellos, me amenazaba de llevar la situación a un tribunal, mi padre es abogado. No me alarmó mucho, aunque admito que le tomé la palabra, ella haría lo que fuera por su ''pequeña''. 

I do not need a prince;;Where stories live. Discover now