un buen susto.

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Durante la madrugada Alfred se levantó, abrió sus ojos lentamente aun con algo de sueño, pero había un ruido que no lo dejaba dormir, el chico paso sus manos por los ojos y bostezo, la luz igual seguía encendida pero el perro no estaba en su cama.

-¿Niko? –Preguntó el chico extrañado.

Al dirigir la mirada al armario vio a su perro moviendo su cola y olfateando con esmero la puerta.

-¿Niko? ¿Qué sucede? –Preguntaba el chico, pero el perro parecía ignorarlo.

Este se bajo de la cama y fue hacia donde estaba el agitado perro, se agachó he intento ver que buscaba el perro. El chico se dio la vuelta se dirigió hacia su mesita y tomó la llave del armario, fue de nuevo hasta allá y cuando introdujo la llave en la cerradura, comenzó a hacerse preguntas.

-Espera ¿Y si Niko esta así porque en el otro lado están de nuevo esas horribles criaturas? ¿Debería abrirlo? ¿Despierto a mis padres?

El chico respiró profundamente, giró la llave y se escuchó el sonido de la cerradura, el chico comenzó a abrir lentamente, mientras que su perro intentaba meter su nariz por la abertura que iba creado el chico, este asomó la su cabeza para tratar de mirar hacia el interior.

-¡WUO! El chico se echó hacia atrás de un susto, su perro comenzó a dar brincos por el cuarto y este buscó rápido un cuaderno, del armario había salido un grillo que comenzó a revolotear por toda la habitación, el perro ladraba y el chico agitaba el cuaderno tratando de darle al insecto quien parecía vacilarlos, hasta que finalmente el pequeño insecto se dirigió hacia la ventana y escapó. Los padres de Alfred entraron rápidamente a la habitación; el padre de Alfred tenía un bate en sus manos, y su madre entró muy apresurada buscando a su hijo, a quien encontró viendo por la ventana con el cuaderno en la mano y respirando agitadamente por el esfuerzo fallido contra el habilidoso insecto, mientras su perro aun seguía ladrando hacia la ventana.

-¿Qué sucedió Alfred? –Preguntó la atemorizada madre mientras abrazó a su hijo.

Alfred apenado explicó que no había sido más que un insecto que salió de su armario y el intentó matarlo, pero el insecto escapó. Aunque el chico pensó que sus padres se molestarían, estos, al contrario, se notaron más relajado, tal vez al igual que el chico en un principio pensaron lo peor y al ver que no fue así, se evitaron un mal momento.

Sus padres se despidieron nuevamente del chico deseándole buenas noches y retirando de su habitación dejando al chico nuevamente solo con su perro, el chico tampoco se molestó con el perro, pues se podría decir que estaba cumpliendo su trabajo, así sin más que hacer y con sueño se dispuso a dormir nuevamente.

Al día siguiente Alfred se despertó y arregló para ir al colegio, al salir recordó que había dejado uno de sus cuadernos afuera. Al devolverse tomó su cuaderno y una hoja que parecía haberse desprendido de este, cuando el chico la volteo, su bellos de los brazos se erizaron como si estuvieran emitiendo estática, sus piernas se adormecieron y tragó profundo por lo que había visto en la hoja, un dibujo algo mal hecho pero que el reconocía bien; en el habían unas pequeñas criaturas alrededor de un gran árbol y como si no fuera poco lo que tenia escrito, aunque simple, no dejó de aterrar al chico:

¿Nos extrañas Alfred?

Los Habitantes del Armario.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu