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Sólo fue un abrir y cerrar de ojos, cuando los abrimos ya no estábamos en ese lugar tan hostil, habíamos vuelto a los palacios de oro y ciudadelas de diamantes preciosos.

Los dos querubines, estaban parados como guardias que protegen un castillo, ambos tenían espadas de doble filo envueltas en llamas de fuego, pero por el momento estaban en sus vainas, no había que temer.

El primer querubín extendió su mano hacia nosotros y pidió una de nuestras plumas, al dárselas un brillo salieron de ellas y como polvo de oro regresaron a nuestras alas, eso significaba que habíamos sido reconocidos y teníamos acceso a los palacios nuevamente.

Las enormes e inmensas puertas se abrieron de par en par y los querubines de un salto, agitando sus alas nos dieron paso. Caminamos al interior de la ciudad, pero la incertidumbre estaba puesta en mí, una pluma se había desprendido de mis alas en la tierra, y si los altos mandos lo notaba yo sería exiliado lo que me condenaría a ser quemado junto a los demonios.

Jedhil empezó a decir lo ligero que uno se siente estando en los palacios, cualquiera podría decir que no supera la tierra, pero tiene razón, cuando uno está en la tierra comenzamos a sentir cosas increíbles, aunque lo que más define eso es que comenzamos a sentir. Como ángeles no tenemos sentimientos, no tenemos sensaciones, al estar en tierra podemos tener forma de humanos, y al hacerlo comenzamos a sentir ciertas sensaciones, el calor del sol tostando nuestras pieles al ser expuesto mucho tiempo a la intemperie, el rocío de la noche que baja y humedece las hojas de las plantas, nuestra vista se cansa después de días sin dormir, pero nada se compara a la sensación de dolor al ser apretada nuestra piel, al ser rasgada o al ser herida. En demasiadas ocasiones pensé que los humanos exageraban al llorar cuando se golpean o lastiman, y como morían de prisa al ser desangrados, creí que sólo obedecían a la razón natural, al orden biológico y natural de las cosas, pero no es así, aún siendo ángeles vestidos de humanos no podemos sentir el mismo dolor, pero si sentimos una parte y es algo desgarrador, eso no es lo preocupante lo que sí lo es, es que si el cuerpo humano muere y seguimos en el nosotros también morimos y como no tenemos cuerpo propio físicamente somos expulsados del cuerpo humano, desintegrados en el momento.

Nadie sabe qué sucede cuando un ángel muere, aunque la verdad es que los ángeles por orden natural no deberían morir, nuestros días no están contados, y nuestras horas son continuas...

Tenía que alejarme de Jedhil, aunque sea por un momento, necesitaba contar las plumas de mis alas. Cuando las terminé de contar pude asegurarme que si faltaba una, y a un ángel no debe faltarle ni una sola pluma, y mucho menos la pluma debe caer en manos de los mortales. Lo único que necesitaba ahora era estar lejos de Jedhil y para mi desgracia no podía, necesitaba contarle a alguien y sólo sería al único ser que fue creado al mismo tiempo que yo, con el cual había compartido la extinción de dos estrellas.

Cuando llame a Jedhil desde nuestros adentros, pudo percatarse de mi desesperación, por querer encontrarme con él, cuando llegó preguntó que si ¿cuál era mi urgencia, por qué la desesperación?

-He perdido una pluma - dije con un tono de preocupación.

-¿Que has perdido qué?- me tomó del cuello lo suficientemente fuerte para sentir que amenazaba mi ser, -¿cómo carajos se te ha escapado una pluma, dénde rayos la has dejado?

-No tengo la menor idea, - respondí con la mirada puesta en el mar de cristal debajo de nuestros pies. Jedhil me soltó, dio vueltas alrededor de mí, su cara se notó turbada,

-¿Que vamos a hacer? Si Jorán se da cuenta, ni el haber acabado con el muchacho habrá bastado, ¡rayos Elton! Hasta parece que tú mismo quieres exiliarnos, tenemos que regresar por tu pluma y luego ver como rayos te la pegamos, si con lava hirviendo del sol, o con polvo de cometa.

Mis ojos se abrieron en un sólo instante, no podía regresar a la tierra, pero si no regresábamos mi pluma podría ser encontrada por un humano, y eso solo ocasionaría caos y catástrofes.

-No pienso ir allá, no estoy demente- contesté. Jedhil hizo como si no hubiera escuchado lo que dije, se acercó a mí, me amenazó con sus manos y esa mirada retadora, me arrinconó debajo del roble de los antiguos, y jaló con todas sus fuerzas desprendiendo una pluma más de mis alas, tomó una piedra de entre todas las que estaban a la orilla del mar y la estrelló contra la pluma y el mar de cristal;

-¿Pero qué estás haciendo? ¿Sabes lo que uno se estremece cuando le arrancan una pluma? Eres un desdichado...- El mar de cristal comenzó a brillar desde su interior y justo enfrente de nosotros se veía un destello escarlata, situado en el centro del mapa que se reflejaba en el mar de cristal.

-Ahí está tu pluma- señaló Jedhil - tenemos que ir por ella ahora...

Un roce de hojas se escuchó...¿Era Jorán? ¿Quien estaba ahí? Las preguntas bombardearon mi cabeza y ni siquiera habíamos volteado a ver, Jedhil se sobre salto cuando escuchó el ruido, y sigilosamente ambos nos agazapamos, poniéndonos detrás del roble de los antiguos, una figura salió de entre los arbustos, era Jibrel.

Jibrel era el segundo al mando después de Jorán, Jorán de todos los ángeles era el mayor, uno de los primeros en ser formado, el capitán al mando de nuestra legión, todos le teníamos cierto respeto, y alcanzar a ser su mano derecha no es fácil, aunque muchos dicen que si Jibrel es su segundo es porque Jibrel le sabe algún secreto a Jorán, algo que nosotros los recién creados desconocemos.

Jibrel flotaba entre los aires, y se deslizaba con sólo agitar las alas, una risa se notó en su rostro, y sin darnos cuenta él ya no estaba enfrente nuestro...

-Así que habéis perdido tu pluma pequeño vástago.- dijo Jibrel quien ahora estaba detrás nuestro, tan firme, ceñido y con una altura de casi el doble de nosotros frotó sus manos en sus plumas y al moverlas enfrente un hilo de oro me enrolló apretando cada extremidad de mi cuerpo, nosotros los ángeles no respiramos, pero ese hilo nos hacía sentir sofocados, era usado sólo cuando se encarcelaba a un ángel o se le reprendía de una manera que su vida quedara marcada por la eternidad y no cometiera más iniquidades.

-su...suel...tame, -dije con la voz entre cortada.

-te llevaré con Jorán, veamos que hará contigo, aunque ya sabemos que te arrancara tus alas y serás un caído ahora, porque si has perdido tu pluma significa que cometiste maldad en la tierra.

Lo siguiente fue increíble, Jedhil quien tenía la piedra de mar en su mano la cual después de haber sido estrellada contra mi pluma no dejaba de brillar, la estrelló contra su ala, quedando entre la piedra y el roble, pero el impacto nos empujó a Jedhil y a mí a unos metros de él, al parecer el impacto hizo que desapareciera el hilo de oro que me rodeaba. Jibrel cerró los ojos y por un momento pensé que se había desmayado lo cual no duro mucho, pero fue lo suficiente para recobrar mi fuerza.

-Apresúrate Elton tenemos que salir de aquí- grito Jedhil

- Por muy rápido que volemos, sabes que nos alcanzará, su fuerza y rapidez es demasiado en comparación a la nuestra.

El ángel se estaba poniendo en pie, sus alas empezaron a extenderse y empezó a proferir palabras, el ángel estaba a punto de maldecirnos.

Jidhel no lo pensó dos veces, me pidió una pluma la cual se la di rápidamente, el también se arrancó una y las junto ambas en la misma mano, se arrodilló frente a la luz escarlata en el mar de cristal y me indicó que pusiera mi palma derecha encima de la luz que marcaba la ubicación de mi pluma, el puso su mano encima de la mía y tomando otra roca del mar de cristal la azotó contra nuestras manos, un destello traspaso nuestras manos, el cual nos envolvió, Jibrel intento atacarnos, pero aquel destello que nos envolvía a la vez nos protegía, ni con toda su jerarquía podía hacer nada al respecto.

El destello tomó un brillo aún más fuerte el cual ahora nos lastimaba la vista y como si fuéramos mortales empezamos a sentir un fuego que quemaba nuestro cuerpo, cuando el destello se esfumo nuestras alas estaban escondidas, y nuestros pies pisaban el polvo. Estábamos de nuevo en la tierra...

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ESENCIA:  LA PLUMA PERDIDAWhere stories live. Discover now