Algunas veces los despertares son distintos, donde los duenos o las pesadillas oprimen mi corazón.
La gran mayoría de las veces no sé porque me sentía así al soñar cosas relacionadas con el pasado, o al intentar imaginar posibilidades que en el pasado no resultaron.
yo no entendía que era lo que necesitaba mi alma, si he llegado a un punto de mi vida donde está todo bien, donde encontré una estabilidad tan buena que muchas veces me siento atascado y sin avanzar, donde a los ojos de los demás todo parece tan perfecto.
Dónde yo sé he he dado todo en cada situación de mi vida, donde al momento de volver atras no me arrepiento de nada.
Pero ayer, escribiendo un capítulo de mi libro, descubrí lo que mi alma desea y sé que no pasará.
Mi alma quiere una disculpa.
Una disculpa de todos aquellos que le hicieron daño, de todos aquellos que dejaron una de esas tantas cicatrices que tiene.
No me interesa ver a los demás sufrir, ni que se los coma el karma o algo por el estilo.
Deseo una disculpa de corazón, con arrepentimiento por esa cicatriz que me acompañará de por vida.
Y aquí estoy, son las 7:45 de la mañana, sentado en un lugar célebre de Rancagua, justo en el lugar de mi último gran dolor y ya no siento nada.
Ya no me da pena ni rabia, solo queda el miedo de que me vuelvan a herir de la misma manera, el miedo de no aprovechar algo por culpa de ese miedo.
Y aquí estoy sentado, escribiendo sobre un arrepentimiento que jamás llegará.
Solo espero que cada una de esas persona que ha cortado mi alma, me mire a los ojos algún día y se den cuenta de lo que han perdido.
