Ya se fue la madrugada y tengo hambre, caray. Vamos a levantarnos y encender las luces porque luego nos caemos. Vamos a prepararnos un café y unos panqueques porque tenemos hambre, caray. Desayunemos con el alba y vamos a ponernos miel en los labios que ya pasaron tres horas y ya te extraño.
¿Y si nos despertamos con miel en las manos?
Porque hay días en los que mi hambre no trae ganas ni de emparedados ni de helado. Trae ganas de ti. De tus manos de miel.
No sabía que me gustaba tanto el dulce hasta que me besaste, querida lectora cuyo nombre no quiero mencionar.
