Capítulo 1

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Mojada y asoleada, así es como me sentía al abrir los ojos en esa mañana en la que prefería no haber despertado. 

Había tantas cosas que hubiera querido saber antes de emprender mi camino, como ¿qué hago aquí, en medio del bosque, con mis piernas metidas en un sucio lago?, ¿por qué al despertar sólo sentía un dolor en mi cabeza?, ¿cuál era la razón de todo esto?, ¿quien o con que me había golpeado?, pero todas estas preguntas eran inútiles por que: 

1.- Estaba sola, ¿quien me podía contestar?, ¿la ardilla que estaba junto la árbol de mi izquierda?  

2.- No tenía sentido saber alguna de las respuestas si me quedaba ahí moribunda. 

3.- Tenía hambre, así que, primero lo primero, tenía que encontrar algo que satisficiera esta necesidad. 

4.- Tenía que encontrar a alguien que me ayudara. 

Lo importante era salir de ahí lo antes posible. 

Después de darme cuenta de lo que tenía a mi alrededor -árboles y el lago en el cual estaba medio metida- sentí que sólo faltaba que una ardilla me orinara para que este día fuese aún peor. Así qué después de reposar y prácticamente recargar energías una buena parte de esa mañana, decidí moverme y emprender mi viaje en busca de ayuda y respuestas.  

Al principio fue bastante difícil, por un momento tenía miedo de haber quedado parapléjica, pero sólo estaba exagerando, ya que por fortuna solo estaba muy fría por haber estado tanto tiempo en el lago. Ahí fue cuando después de hacer una revisión a mis piernas, encontré un teléfono celular -en el cual solo pude ver mis ojos verdes y lo desaliñado que estaba mi cabello- el cual estaba descompuesto gracias al agua. Aún así, como un bebé aprendiendo a dar sus primeros pasos, comencé mi torpe andar para buscar una salida de aquel laberinto de árboles que parecía no tener fin. 

Estuve lo que parecieron horas en ese maldito bosque. Con esta situación en mi contra, tanto mi paciencia como mi esperanza se estaban acabando, hasta que, miré el cielo y vi una gran parvada. Para cualquiera eso hubiera sido insignificante y hasta desesperante, digo, es horrible ver como otros tienen oportunidades que tú no tienes, en este caso volar y ser libre, pero realmente ver a esos pájaros me influenció a tal punto que sentí la motivación necesaria para salir de ahí. Justo fue cuando aprendí la primera lección de mi nueva vida; aunque te motives al cien y digas que lo vas a hacer, no te va a salir a la primera si realmente no te esfuerzas. Lo cual me sucedió entre otras cosas, como descubrir que corro de una manera muy torpe. Me tropecé tres veces lo que causó que me desorientara así que decidí que era hora de un descanso para pensar mi siguiente movimiento entre los malditos árboles. Pensé en la posibilidad de encontrar una bellota, aunque encontré otra cosa... mi segunda lección de vida - Si no tienes a alguien que te de las cosas, jamás las tendrás... Bromeo, bromeo... Si no vas por lo que quieres, jamás lo obtendrás-. Llegué a esta conclusión debido a que cuando me senté debajo de un árbol, vi como unas pocas nueces caían de los árboles, y así fue como, contra todo pronóstico, me levanté de mi comodidad y me acerqué a donde había una pequeña ruta de nueces que conducía hasta una pila de ellas. Hubiera sido perfecto de no ser por una inútil ardilla que las resguardaba. Hubiese peleado por robarme una, si no fuese por que esa ardilla tenía compañía, por consiguiente dejándome no más opción que comer pasto. Por suerte eso satisfizo mi hambre y mi sed, ya que justo donde me incliné a recoger un poco de pasto, a un lado había un pequeño charco de agua.  

Evidentemente no estaba sola, vamos a ser francos, tanto en la vida, como en el bosque, uno jamás estará solo aunque quisiera. Siempre hay un tonto que se tropieza en tu camino e influye en tus decisiones aunque sea en lo más mínimo. A veces esas decisiones te cambian por completo, ya sea para bien o para mal. En mi caso este torpe pero a la vez hermoso animal, era una venado, que aunque era imponente a la vista, solo se inclinó a beber un poco de agua del charco del que yo había bebido anteriormente. Quedé maravillada ante su postura, pero claro todos los momentos bonitos llegan a su fin y terminan aún más rápido cuando se es adolescente. El mío terminó cuando ese venado me  escupió en la cara, y obviamente ni aunque fuese un animal hermoso iba a dejar que me hiciera eso, así que me levanté y el venado echó a correr conmigo persiguiéndolo, claro no le iba a hacer daño solo quería darle un susto; y evidentemente esta fue una de las mejores decisiones que haya hecho, ya que al perseguirlo, sin darme cuenta, llegué a la orilla del bosque que tenía a un costado una carretera.  

Verdad o ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora