4: Cafetería.

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Dos días después, decidió llegar antes al parque donde se había quedado de ver con Rose, con la esperanza de ver a la chica, que ahora sabía se llamaba Dasha Vòlkova. Por alguna razón sentía que la conocía de algún lado, no sólo la había visto en la calle, sino sentía que mucho antes ya la conocía, sólo que no lo recordaba o algo había bloqueado ese recuerdo.

Caminó unas calles para ver si estaba por ahí, y durante un rato no la encontró hasta que decidió detenerse y voltear dentro de una cafetería. Ella estaba sentada en una mesa cerca de la ventana escribiendo algo en la computadora y tomando algo de un vaso para llevar. Estaba tan concentrada que no quitaba la vista de la pantalla para nada.

Entró y se sentó frente a ella, quien no parecía notar su presencia, justamente lo contrario a lo que pasaba. Dasha podría parecer ocupada o estar concentrada en algo, pero en realidad estaba muy consciente de lo que la rodeaba, después de todo, la habían entrenado desde pequeña para ese tipo de cosas, al igual que a Damián.

– ¿En serio? ¿Ni en el día me vas a dejar en paz? – dijo sin detenerse.

– Hola Dasha, no me conoces, soy Damián Wayne, un gusto conocerte – se acercó recargándose en la mesa y susurró – fuera de tu papel de asesina – contestó todo sarcásticamente.

Ella suspiró y lo miró sobre la pantalla de la laptop, movió unas cosas en ella y la cerró.

– Hola Damián, un gusto conocerte fuera de tu alterego – dijo sarcásticamente – Ahora, ¿Qué haces aquí?

– Pues te vi dentro de la cafetería mientras iba pasando por aquí y decidí vigilarte, no vaya a ser que ahora mates de día – agarró el vaso de ella y tomó un poco, era un capuchino con chocolate – uhm... No tienes tan malos gustos.

– Un simple café no te va a hablar de mis gustos... – le quitó algo agresiva su café – Además, no te deberías preocupar por mi, todos los días estoy ocupada, por eso solo lo hacía de noche – despectivamente limpió donde Damián había tomado.

Él giró los ojos. La cafetería no estaba mal, hasta era agradable a pesar de que no parecía ser famosa o reconocida en ciudad Gótica, además de que a Damián le había gustado el café de Dasha y estaba pensando en pedir uno.

– ¿Frecuentas este lugar? – dijo viendo al rededor mientras Dasha no le quitaba la mirada de en sima.

– Si, es muy agradable, en especial cuando no hay héroes acosadores sentados contigo que les gusta quitarte el café – Ella tenía los brazos cruzados.

Cuando Damián volteo, se dio cuenta de que de nuevo había agarrado el vaso que estaba lleno hasta un poco menos de la mitad con el café, y aprovechando que lo tenia en mano, le tomó otro poco.

– Lo lamento, pero esta muy delicioso y no puedo evitarlo – le sonrió coqueto y ella frunció el ceño.

– Si tan delicioso está – le quito el vaso de nuevo – compra el tuyo.

Unos segundos después, antes de que Damián buscara otra manera de entablar una platica con Dasha, sonó su celular, era Rose. Damián rechazó la llamada y Dasha lo miro con una ceja levantada.

– ¿Qué? – preguntó él extrañado por la reacción de ella.

– ¿Porqué no contestaste? ¿No era importante?

– No, sólo era mi amiga, pero puede esperar.

Esta vez, ella giró los ojos y tomó de su café mientras veía hacía afuera. EL clima parecía agradable, soleado pero sin hacer tanto calor a pesar de los pocos, muy pocos árboles de la ciudad, y era bueno considerando que esa ciudad siempre parecía estar triste debido a que en su mayoría del tiempo el clima es nublado. El celular de Damián volvió a sonar y esta vez contestó.

– ¿Qué pasa, Rose?

 Llevo esperándote aquí 15 minutos y no contestas mis llamadas, ¿Dónde estás?

Mientras Rose hablaba, Dasha aprovechó la distracción, guardó sus cosas y se disponía a sacar dinero para pagar el café.

– Estoy a unas calles, se me hizo un poco tarde ayudando a mi padre, pero ya casi llego, además solo fue una llamada la que acabo de recibir, ni que fueran millones.

Damián le negó a Dasha cuando sacaba el dinero, distiendo a señas que él lo pagaba, pero ella se levantó molesta y le susurró en el oído que tenia libre.

– No necesito tu estúpido dinero, Wayne.

Él quedó unos segundos sin entender a ninguna de las dos chicas, tomó aire y luego lo soltó en un suspiro rogando por paciencia.

No había entendido lo que le dijo Rose y Dasha no quería ceder.

– Mira, Rose, te alcanzó en un momento, ¿Si?

 ¡Damián!

El mencionado la interrumpió.

– Ya, no tardo, adiós.

Le colgó a Rose y salió a la calle en busca de Dasha, que ya estaba hasta la esquina, pero lo vio, y no parecía dispuesta a detenerse a hablar con él o dejar que la siguiera, aunque eso fuera como un reto, por lo que ella volteó y habló mientras caminaba lentamente de espaldas.

– ¡Nos vemos donde siempre! – y siguió caminando normal mientras Damián sólo se quedó pensando.

Dasha dio la vuelta en la esquina siguiente y en cuanto seguía su camino, se sintió observada, sólo que ahora estaba segura que no era Damián porque al dar la vuelta vio como él se iba del lado contrario después de haber pensado un poco si seguirla y afrontar el enojo exagerado de Rose o ir con ella. No pasó mucho tiempo cuando chocó de frente con un chico algo alto y de ojos azules.

– ¿Dasha?... Apenas iba a alcanzarse a la cafetería, ¿Ya te ibas sin esperarme? – él sonrió.

– No, no es eso, ya me había aburrido – hizo una pequeña mueca, ocultando su mentira.

– Eres una pequeña bolita de desesperación – se burló aquel chico.

– Cállate masa de... De... No tengo idea de como decirte – rió un poco – Vamos, haremos el proyecto en mi casa, Kent, porque la tuya esta lejos y tenemos el tiempo contado.

– Ya te lo he dicho, prefiero que me digas Jon – se quejó.

Ella se agarró de su brazo mientras reía por aquel comentario, y caminaron por la calle hasta perderse entre la gente.

You Make Me Die (Damian Wayne [Robin] y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora