18. Amor.

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El autobús me deja en la entrada de mi casa y bajo dando zancadas, al entrar percibo risas y murmullos, extrañada comienzo a caminar hacia la cocina donde se puede escuchar más clara las platicas y observó a mi hermano y mamá frente a mí junto con una chica dándome la espalda.

Dan me mira y emboza una sonrisa.

—¡Dawn! —chilla Dan captando la atención de las dos mujeres. La segunda se da la vuelta y me mira con un sonrisa igual que la de mi hermano.

Miro a la pelinegra de tez morena con una sonrisa y esta camina hacia mí para proporcionarme un abrazo.

—Hola, es un gusto poder conocerte, Dawn —ella se separa para verme mejor y le dedico una sonrisa tensa—. Tú hermano siempre me está hablando de lo bonita que es su melliza y tiene razón, eres muy bonita.

—Oh, gracias —agradezco un tanto aturdida por saber por qué mi hermano le habla de mi—. Tengo que decir que estoy perdida. ¿De qué me he perdido? —miro a Dan en busca de una explicación razonable.

—Uno; la belleza la saco de mi —ruedo los ojos inevitablemente—. Dos; veras, Daisy —mi sonrisa se borra y no por el hecho de que odie que me llame así, sino que me recuerda a Calum y lo borde que se a comportado conmigo estos días.

Me repongo dibujando una sonrisa falsa en mi rostro y veo como mi hermano frunce el ceño.

—Bueno, pequeña Dawn —hace un ademán restándole importancia—. Esta hermosa chica aquí presente —señala con sus dos manos a la chica pelinegra y esta ríe—, ella es Sammantha. Mi novia.

Mi cara seguramente expresa sorpresa y desconcierto ante aquellas palabras. Mi hermano con novia, quien lo diría. Muchas veces cuando teníamos catorce años decíamos que ambos viviríamos juntos después de terminar el instituto como mellizos que somos y por alguna razón queríamos ser como aquellos gemelos en las películas que vivían juntos.

Eso ya no podrá ser.

Y de la nada un bombillo se prende en mi mente haciendo que entienda los acontecimientos pasados por qué Dan desaparecía y a veces no llegaba a dormir a casa. Él se quedaba con su novia.

—Bien, eso no me lo vi venir —digo un tanto aturdida—. Pero, estoy muy feliz de ti Dan, estoy feliz por los dos.

(...)

La mirada atenta que tenía sobre Dan y Sammantha no sé apartaba sobre la pareja de enamorados. Es raro ver a mi hermano con chicas que no sean sus amigas es muy raro desde mi punto de vista. Pero también hay que ver el lado positivo al asunto, la sonrisa en el rostro parecido al mío no se borra y desde el sillón a seis pasos de la pareja puedo notar el brillo en los ojos grises de Dan al ver a la chica que tiene frente suyo.

Realmente estoy muy feliz de Dan.

Siento como el sillón se hunde y rápidamente vuelvo a ver a mi lado, mamá se sienta a la par mía con una sonrisa, pasa un brazo por mi espalda y el otro lo posa en mi regazo, por auto-reflejo poso mi cabeza en el hombro de la mujer que me ha dado la vida.

El solo tacto con ella es muy cómodo.

Hace tiempo que no sentía un tacto cariñoso de mamá.

—¿Estás bien? —su tono maternal abarca sus palabras.

Suspiro y me acomodo en sus brazos.

—Bien, mamá —respondo cerrando mis ojos al sentir como ella acaricia mi cabello.

—¿Por qué miras tanto a Dan y a Sammantha?

Night » horan.Where stories live. Discover now