25| LA MUERTE ME ACOSA

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Corrí como una loca desquiciada por todo el bosque.

Sí, sé que no es un buen comienzo, pero las cosas se irán aclarando después.

Iba huyendo, era lo más obvio que podía explicar de la primera frase. ¿De que huía? Pues, la respuesta era simple: huía de algo que se infiltró a mi dormitorio. Lola obviamente no podía ver que había entrado, lo que les daba una pista de lo que podía ser. No era humano, ni era normal.

Respecto a lo de mi cuarto, nos habíamos quedado en el campus, creyendo que algo malo sucedería en la batalla Cielo e Infierno, y más valía estar precavidos que lamentarnos.

Cam estuvo en el cuarto de Shawn, mientras que Samid estaba en el de Reyna; junto con un Eldric somnoliento que habia estado poniendo campos de protección casi toda la noche.
¿Y Azafeth? Bueno, él durmió en mi cama y estaba como un tronco que no escucho como esa horrenda cosa se coló por mi ventana. Tal vez ni siquiera entró por ahí, simplemente apareció de la nada para causarme un infarto.

¿Había algo más feo acaso? Esa cosa supera lo que fuese con su fealdad. No pegué un grito al verlo porque media universidad se despertaría y me tacharían de loca por gritarle al aire. Aunque Azafeth se despertara, hubiera vuelto a dormir y no le importaría esa cosa que siseaba como si tuviese asma.

El tétrico ruido que hacía despertaría a todo mi edificio.

El punto aquí es que esa cosa parecía inofensiva, pero se movía rápido y con sólo verla daban náuseas. Era de un color oscuro, tirando a negro, y dejaba un olor horrible, junto con una sustancia mucosa, detrás. Lo peor de todo aquello era que no cogí a Vida antes de salir corriendo, haciéndome ver como una estúpida niña que corría para salvarse de algo extraño y repulsivo, que tal vez nadie más veía.

—Ten piedad y que esa cosa me pierda de vista —murmure, cruzando entre árboles y saltando musgos para no resbalar.

¿Creen que veía al menos por donde caminaba? ¡Eran las dos de la madrugada y salí sin teléfono también!

Hubo un momento en el que no sabía en dónde estaba exactamente, tal vez ya estuviera en otro estado y ni lo había notado. La cosa me miró, lo irónico es que no tenía ojos, y emitió un sonido raro. Parecía una risa entre un llanto combinado con un gemido de agonía, incluyendo que sonaba como alguien que no podía respirar. Daba repelús.

Trate de acercarme a él, sabiendo que tal vez me arrancaría el brazo o me escupiría la cara, la cosa avanzó hacia mí haciendo que yo retrocediera y comenzará a correr otra vez.

"Santo cielo, si sigo corriendo dormiré por tres meses de lo cansada que estaré" pensé sin dejar de moverme velozmente, tratando de perder la cosa.

Estaba perdida y con una cosa extraña siguiéndome. Me tomó todo el tramo darme cuenta de que no me estaba siguiendo, estaba llevándome a algo. La luna sobre mi alumbraba poco el sendero, mientras que la cosa siseaba incitándome a que siguiera.

—¿Quieres que salte ahí?

Era un charco enorme de lodo, olía a musgo y manzanas. Lo más extraño era que la cosa parecía entenderme, porque siseo y avanzó, cerró el paso detrás de si, y justo cuando iba a saltar una voz casi hace que caiga de trasero sobre la cosa.

—Diana, ¿qué rayos crees que haces? Son casi las tres de la mañana y tú estás rondando por ahí.

La voz histérica de mi hermano me impidió saltar al lodo y casi pude imaginarlo mirarme con reproche desde el cielo. Sin pensarlo miré a Ahmm, que parpadeaba bajo mi camiseta.

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