13| LE SANG DE MON SANG

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Sangre de mi sangre

Desperté porque sentía que alguien tocaba, con suma delicadeza y amor, mi pómulo izquierdo. Abrí mis ojos lentamente, para así poder ver quien interrumpía mi placido sueño.
Azafeth me miraba mientras que su mano, la cual ahora estaba metida entre mis rizos, hacía suaves caricias en mi cuero cabelludo causándome una sensación inmensa de tranquilidad.

Ya me está comenzando a gustar verlo apenas despertaba.

—Lo siento, no quería despertarte —susurró él, pude ver como sus labios se crisparon una hermosa sonrisa. No pude evitar sonreír.

—No te preocupes, de todas formas ya era hora de que despertara —dije pasando mi mano hecha puños por mis ojos y bostezando.

Azafeth sonrió, para proseguir a seguir pasando su mano por mi mejilla; provocando así cosquilleos en mi piel y mariposas en el estómago.

—Te ves tan adorable cuando haces eso.

Miré, sonrojada, hacia la ventana de la habitación.

Al salir del infierno habíamos aparecido en Francia, específicamente en París. Decidimos que, como estábamos vueltos un desastre, y muy cansados como para volver de casa, era mejor quedarnos en algún hotel. Samid, al igual que Reyna, tenía mucho dinero y no me sorprendió que estuviéramos hospedándonos en un hotel de lujo, en el que justo frente estuviera la Torre Eiffel.

Gracias hermanos Fonsua por pagar todo.

—Antes no decías nada de esas cosas —dije saliendo de la cama.

Solo llevaba un short de algodón y una camisa negra de Azafeth. Me sonroje, por segunda vez, al recordar cómo llegó hasta mí esa prenda.

Nada había sucedido, porque él ni siquiera había dormido ahí. Él y los chicos durmieron en otra habitación y yo dormí con Lola y Reyna.

Nada había pasado.

—Ahora veo que puedo abrirme más, ¿para qué seguir ocultando que me gustas y me vuelves completamente loco? —preguntó él encogiéndose de hombros. Sentí arder mis mejillas y él sonrió avanzando hasta donde me encontraba—. Diana, estoy enamorado de ti y nada en este mundo podrá cambiar ese sentimiento. Nunca.

Acercó su cara a la mía, con tanta lentitud que ardió, y antes de que llegara siquiera a tocar mis labios un estresante sonido nos hizo separarnos. Era mi teléfono celular.

En mal momento suenas.

Azafeth gruño, maldiciendo el aparato, y yo intenté respirar normalmente después de haberlo tenido tan cerca, a centímetros de poder probar sus carnosos labios.

Su belleza hacía que mi corazón quisiera salirse de mi pecho a cada momento.

—Lola dice que saldrán a ver la ciudad. No volverán al hotel hasta la noche —dije viendo el mensaje que me había enviado mi mejor amiga, dejé el teléfono otra vez en la mesita de noche y volví a mirar al chico. Azafeth asintió y sonrió, poniendo su mano en el dobladillo de la camisa que yo llevaba puesta.

—Suena a un momento solos. Eso me recuerda a que podemos tener nuestra primera cita al fin —susurró poniendo su mano en mi cadera. Sentí su tacto caliente en mi piel, haciéndome sentir cómoda y un cosquilleo terrible por los brazos.

—¿Cita? —pregunté mirando como Azafeth se dirigía a la mesita de noche que había junto a la cama de tamaño queen. Había otro teléfono celular que no había visto anteriormente. Su estuche era negro y no tenía ningún dibujo.

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