Con su boca buscó uno de sus pechos y le dedicó la completa atención de su lengua. Sus dedos se curvaron dentro de Jazmín, quien no dejaba de moverse abajo de ella. Flor sabía que estaba cerca. Le había dedicado mucho tiempo al juego previo y ahora ya no podía seguir con ese ritmo tan lento. Empezó a salir y entrar con más rapidez, nunca dejando de estimularla en su punto más sensible. Jazmín cerró los ojos y tiró la cabeza para atrás. Flor siguió jugando con su pezón hasta que la expresión en la cara de su novia fue demasiado y tuvo que volver a besarla. Era un beso desprolijo, a Jazmín le costaba respirar y coordinar.

Flor sentía las paredes de Jazmín latir contra sus dedos y en cuestión de minutos la tenía gimiendo, descontrolada de placer, mientras besaba su cuello y le acariciaba el pelo. "Ya está, ya está", le susurró al oído un rato después. Se corrió para acostarse al lado de ella y suspiró. "¿Ahora estás más relajada?" le preguntó.

Jazmín se rió. "De hecho, si. Muy buena técnica". Flor también se rió, girando para mirarla. Jazmín seguía con los ojitos cerrados.

"Aprendí de la mejor", le dijo.

Jazmín giró también y abrió los ojos para mirarla. "Gracias. Por todo. Por bancarme. Sé que estos últimos días estuve insoportable. Es que fueron meses de mucho trabajo y ahora está todo por pasar y no puedo creerlo".

"Ya sé. Y va a salir todo bien, te lo prometo", le dijo. La tomó de la mano y besó el dorso de esta. Después, apoyó sus manos entrelazadas sobre su pecho, justo donde se podía sentir su corazón latir.

Iba a salir todo bien.

*****

"¿Estás nerviosa?"

"No", dijo Jazmín, mientras jugaba con un sobrecito de azúcar. Negó con la cabeza. "Si. Estoy despierta desde las seis. Esta es como la tercera vez que desayuno", explicó. Cada vez se arrepentía más de haber decidido abrir por primera vez a la hora del mediodía. Debería haber arrancado a la mañana. Entonces se hubiera ahorrado todas esas horas de nervios. Habían quedado con Lolita de juntarse en el local a las diez. Y todavía faltaba una hora.

Su papá le dedicó una pequeña sonrisa, casi imperceptible. Para su papá, bien podría haber sido una carcajada. "Va a estar todo bien", le dijo.

"Gracias por decir eso. Pero los bueno deseos ahora no..."

"No", la cortó su padre. "No son buenos deseos. Desde un punto de vista estratégico, el lugar no podría estar mejor ubicado. Una escuela en la esquina. Dos edificios de oficinas en la vereda de enfrente. Una universidad a dos cuadras. Los pequeños comercios al lado. Toda gente que necesita comer. Vas a trabajar mucho con eso. El menú acotado y con opciones saludables y precios variados. La ambientación. Fresco para el calor y cálido para el invierno. Mucha luz. Los números están bien. Cantidad de empleados. Distribución de tareas. Desde el punto de vista del negocio, hay muy pocas probabilidades de que falle".

El tono clínico de su padre era extrañamente tranquilizador. Él se manejaba con hechos y números y porcentajes. Y ahora Jazmín necesitaba un poco de esa frialdad. De lo concreto. "Y además", dijo su padre, buscando con sus ojos su mirada, "tiene tu mano. Y vos sabes hacer que todo sea un poco mejor".

Eso era, por lejos, lo más lindo que sus papá le había dicho jamás. Jazmín se quedó callada, no esperaba eso de él. Hacía mucho que no lo hacía. La expresión de su papá cambio con rapidez, volviéndose otra vez dura en unos pocos segundos.

"Gracias, pá", le respondió, con la voz quebrada.

"A vos, por haberme dejado compartir esto con vos".

Jazmín se tragó el nudo en la garganta que se le había formado. No necesitaba más emociones por hoy.

"Me tendría que ir yendo yo".

SeráWhere stories live. Discover now