Insomnio

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Jazmín fue directo del aeropuerto de Córdoba a La Falda, y de ahí a trabajar, así sin escalas. De alguna manera, agradecía no tener tiempo de parar, ya que no estaba segura de que pensar acerca de lo que había sucedido con Flor antes de irse fuera una buena idea.

Se había ido de esa cocina con más preguntas que certezas, y ya no estaba tan segura de que haber vuelto a Buenos Aires hubiera sido una buena idea. Su intención había sido pensar en su vuelta como un nuevo comienzo, una chance de probarse a sí misma que estaba lista para ser la amiga de Flor sin sentir que el corazón se le estallaba en mil pedazos.

Hasta cierto punto, lo había logrado. Había ayudado el hecho de que no tuvo que verla con Dani, pero la alianza en su mano izquierda era un doloroso recordatorio, suficientemente presente para encadenarla en la realidad, pero no tan destructor como la presencia de su marido, suponía.

Sin embargo, la actitud de Flor la tenía perdida. No entendía que había sucedido en la cocina. Estaba segura de que Flor se había dado cuenta de que ella se había acercado para saludarla. Que hubiera corrido la cara de esa manera, a último momento, no parecía algo hecho sin intención. Y si lo había hecho a propósito, con la intención de que sus labios se tocaran, entonces ya no sabía que pensar.

El contacto había sido mínimo, tal como lo había sido hacia ya casi un año en aquel boliche de Buenos Aires. Y de la misma manera, también había sido letal. La electricidad entra ambas, sin embargo, había sido diferente. Mientras que aquel beso había tenido a una Flor sorprendida y había instalado entre ellas una tensión incomoda, este había creado entre ellas otro tipo de tensión. Jazmín temía catalogarla.

Después del turno del almuerzo, volvió a su cabaña con el objetivo de dormir una siesta y recuperar horas de sueño antes del turno de la cena. Se sacó las botas y el pantalón, para estar más cómoda, pero no se metió bajo las sábanas. Su cabeza todavía seguía dando vueltas cuando recordó que no le había avisado a Flor que había llegado sin problemas. Tenía muchas ganas de hablarle, ver como respondía. Quería saber que cosas pasaban solo dentro de su cabeza y cuáles eran reales.

Hola Flor, llegué todo bien. Colgué en avisar porque me puse a trabajar de una.

El mensaje era corto y conciso, y Jazmín vio como Flor lo leía al toque.

No me digas que ahí te están explotando porque se las van a tener que ver conmigo eh.

La respuesta llegó unos minutos después, como si Flor hubiera pensado mucho en que responder. En la superficie, y a tanto se podía interpretar sin haberlo escuchado salir de su boca, el mensaje no parecía traer consigo una carga de incomodidad que podría haberse generado después del "beso" que habían compartido. Aún más, había un cierto tinte juguetón, por llamarlo de alguna manera.

Jajaja para nada, creo que nunca me explotaron menos que en este lugar.

La respuesta de Flor, esta vez, si fue inmediata.

¿Estás diciendo que en el hotel te explotábamos?

Explotar lo que se dice explotar... pero que se aprovechaban, se aprovechaban.

Apenas terminó de enviar la respuesta, Jazmín se arrepintió. Parecía que lo decía con doble sentido, o tal vez era ella quien tenía cola de paja, pero deseó haber respondido otra cosa. Flor volvió a sorprenderla, porque su respuesta fue, simplemente, demoledora.

Creo que nunca te merecimos.

Jazmín se quedó mirando la pantalla un largo rato. No sabía que responder. ¿Cómo era posible, que estando a kilómetros de distancia, igual se las arreglaran para crear esa tensión insoportable entre ambas?

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