Capitulo 30

39.9K 1.9K 75
                                    

-No, no Nacho. No es suficiente.- Suspiré y un par de lágrimas se escaparon de mis ojos. -No puedo esperar a ver si vos sentís lo mismo que yo o no.-

-Pero quiero intentarlo porque te aprecio mucho y sos hermosa. Quizás me enamore.-

-No voy a ser una prueba. Vos nunca te enamoraste, no tenes con qué compararlo para saber si es amor o no.-

-Entonces explícamelo vos. Pienso todo el tiempo en vos, te extraño, quiero abrazarte, besarte y tocarte y das vueltas en mi cabeza 24 horas al día.-

Quedé sorprendida, realmente le pasaba algo, algo más que sólo sexo. ¿Pero estaba... enamorado? o simplemente era un sentimiento pasajero. -A mí también me pasa eso con vos, pero yo siento que estoy enamorada y que esto no es algo que va a pasarme así como si nada.- Apoyé la mano en su corazón. -¿Qué es lo que sentís?-

-Por favor intentémoslo.- Tomó mi mano. -Ayudame a descubrirlo.- Bajó su cabeza, por un momento pensé que iba a llorar. Luego volvió hacia mí. -Estoy seguro que no es algo pasajero.-

¿Y cómo resistirme a semejante pedido? No era exactamente como me había imaginado muchas veces a Nacho declarándome su amor, pero tampoco estaba nada mal. No quería perderlo para siempre, pero tampoco quería ser su experimento. ¿Y si se da cuenta que no soy para él, y si no me ama? Si no me ama va a doler y es un dolor que no quiero volver a soportar.

Suspiré y le clavé la mirada, la mía era dulce, la de él era suplicante, un poco me enternecía. Le acaricié el rostro con la mano, lo acerqué a mí y le besé los labios con dulzura, él me siguió. El beso se hizo más intenso, le saqué la camisa por la cabeza dejándome un libre camino por sus abdominales perfectamente marcados, acaricié su espalda y la rasguñé suavemente con mis uñas haciéndolo sobresaltarse un poco. Él me quitó el vestido dejándome solo en ropa interior. -Vamos a la cama.- Me dijo bajo al oído haciéndome estremecer. Se levantó y lo ayudé a sacarse el pantalón, él me levanto y me llevó encima de él hasta mi cama.

Estábamos a punto de tener sexo, pero esta vez iba a ser diferente, yo lo amaba y él quería descubrirlo. Por eso esa noche fue increíble, no habíamos tenido sólo sexo, me había hecho el amor. Había sido tan dulce e intenso, con tanto amor y salvajismo. Había sido todo perfecto, me había hecho sentir bien, muy bien, completa, como nunca nadie me había hecho sentir jamás. Lo amo y no lo dudo ni un segundo. Quiero pasar cada momento con él. Pero al mismo tiempo tengo tanto miedo que me lastime y me haga sufrir.

Enredada en mis pensamientos tan contradictorios caí en un sueño profundo.

-Buenos días.- Me dijo Nacho cuando llegué a la cocina. Él estaba preparando café y sacando unas tostadas de un frasco.

-Buenos días.- Sonreí y me acerqué a él para besarlo en los labios.

-Creo que te prefiero así toda la vida.-

-¿Cómo?- Dije confundida.

-Despeinada, sin maquillaje, con mi camisa, te ves hermosa.- Mis mejillas se tiñeron de rojo. Amaba que me esté halagando todo el tiempo. Volvió a besarme en los labios.

-Yo también te prefiero así toda la vida.-

Sonrió. -¿Cómo en boxer?-

-Sí y con toda los abdominales marcados.- Bromeé.

Se rió con sarcasmo y nuevamente me besó en los labios pero esta vez con más intensidad. Me rodeó la cintura y me levantó para apoyarme encima de la mesada de la cocina. Pasó su mano por debajo de la camisa para acariciar mis piernas, mi trasero, hasta llegar a mi espalda.

Cuando las cosas se estaban poniendo buenas el sonido de la puerta de entrenada que se abría nos hizo sobresaltar. -Barbi ahora no puedo.- Grité desde la cocina, sin embargo nadie contestó solo se oyó que la puerta se cerró, pensé que se había ido. Seguimos besándonos.

-Eugenia, ¿qué pasa acá?- La voz de mi madre se escuchó a mis espaldas.

Pegué un salto para ponerme de pie y me tapé como pude, Nacho quedó paralizado a mis espaldas. -¿Qué haces acá mamá? Vos no tenes llaves de mi casa.-

-Barbara me las dio porque estaba preocupada porque no atendías el teléfono.- Había olvidado de poner en sonido mi celular. -Pero ¿qué haces? ¿Qué hace este hombre acá?-

-Las dejo solas así hablan- Dijo Nacho intentando salir de allí tapándose la entre pierna.

Una vez que Nacho estuvo fuera de la habitación. Mi madre me clavó la mirada fría. -Se puede saber qué es lo que hace Ignacio Fuster acá. Ya hablamos de que era muy grande para vos y que no me gustaba.-

-¿Cuándo vas a entender que me tiene que gustar a mí y no a vos mamá? A parte es un buen hombre.-

-Sí, todo el mundo lo conoce es un mujeriego que en cuanto pase otro culo se va a ir detrás de él y te va a dejar como si nada.-

En parte tenía razón ese iba a ser el riesgo que iba a correr toda mi vida con Nacho, pero mi amor por él era tan grande que quería correr el riesgo. -Basta mamá. Por qué no te vas y más tarde hablamos.-

-No, ahora lo quiero conocer.-

-No me hagas esto.- Supliqué.

-No se habla más.-

Suspiré vencida por mi madre que jamás se rendía. Caminé hacia mi habitación. Nacho ya estaba vestido, en realidad lo único que le faltaba era su camisa que tenía puesta yo. Me sonrió transmitiéndome tranquilidad.

-Así que tu madre quiere conocerme.- Bromeó él. Tragué saliva nerviosa y asentí. -Bueno, entonces vestite que la quiero conocer.- Abrí los ojos sorprendida. -Vamos.- Me apuró dándome un golpe en el trasero.

Una vez que me puse ropa correcta, salimos al encuentro con mi madre. -Mamá, él es Nacho, Nacho ella es mi madre, Ana.- Ambos estrecharon sus manos, Nacho sonrió amablemente, pero mi madre lo miraba con desaprobación.

-Un gusto conocer a la madre de mi novia.- Dijo Nacho aún sonriendo.

¿En realidad estaba contento?

Esperen... ¿Acaba de decir novia? ¿O escuché mal?

-Así que son novios.- Dijo mi madre con sarcasmo.

-Mamá no empieces.- La detuve antes que empiece con una serie de preguntas innecesarias. -Ya lo conociste, ya esta.-

-Bueno,- Comenzó a decir. -solamente quería ver cómo estabas. Así que me voy.- Suspiré aliviada y le sonreí. Se despidió de Nacho y caminamos a la puerta. Se la abrí y le di un beso en la mejilla. -Después hablamos.- Dijo como regañándome.

-Está bien.- Dije antes de despedirme y volver hacia Nacho. -Lo siento.-

-Ahora sos mi novia, algún día tenía que conocer a tu madre. Sos muy parecida a ella, ahora sé de donde salió tanta belleza.- Sonrió seductor y yo me enrojecí. -Por qué no hacemos una cena en estos días, y que tu padre también venga cuando pueda viajar.-

-No, mis padres juntos no es una buena idea, se llevan muy mal.-

-Bueno que por una vez hagan un esfuerzo por vos.- Sonrió, se acercó a mí y me besó en los labios.

-Hagamos la cena.- 

Aunque dobles mi edad [ Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora