Capitulo 25

36.7K 1.7K 73
                                    

-Necesito que hablemos de mi renuncia.- Era la tercer vez en la semana que le decía eso a mi jefe.

-Sí, pero ahora no puedo. Es época de mucho trabajo, prometo que mañana hablamos.- Contestó él buscando algo en sus cajones.

Me crucé de brazos como encaprichada, quería hablar ahora, ya era mitad de semana y no quería seguir posponiendo esto. Quiero renunciar y no tener que verlo más, no quiero estar un segundo más con él.

Me miró y suspiró resignado. -Está bien, sentante.- Dijo señalando la silla que estaba frente a él en su escritorio. -Primero, cuál es la razón por la que queres renuncias.-

-Porque quiero priorizar mis estudios.- Contesté.

-Pero acá te damos todas las posibilidades de que salgas y entres cuando lo necesites por ese tema. A parte sos una empleada muy buena, una de las mejores secretarias que tuve.-

-Gracias, pero es una decisión tomada. A demás voy a quedarme hasta que consigas otra secretaria.-

Me clavó su mirada, esa mirada que tanto me gustaba, que me dejaba paralizada, que cortaba mi respiración. Una mirada seductora que me desnudaba. -Me gustaría que te quedes.- Estiró su mano hasta la mía que estaba apoyada sobre el escritorio.

Salí de su hechizo y alejé mi mano. -No, Ignacio. Es una decisión tomada.-

Me observó confundido, desconcertado. ¿Qué pasa? ¿No podía creer que lo había rechazado?

Suspiró resignado nuevamente. -Está bien. Quiero que llames a Fausto García y que le digas que mande a publicar el aviso de que buscamos nueva secretaria.- Desvió su mirada a la computadora ignorándome.

-Está bien.- Me levanté de la silla y caminé hacia la puerta. -¿Algo más?-

-Un café.- Dijo con voz fría.

 Las semanas fueron largas, el mismo miércoles comenzaron las entrevistas de trabajo. Pasaron muchísimas mujeres de todas las edades, pero nunca superiores a los 30, todas rubias y morenas, altas con cuerpos exuberantes. Podía predecir que ninguna buscaba realmente el trabajo, si no, que quería meterse en los pantalones de Nacho, tan evidente era. Nacho como siempre las recibía con una sonrisa agradable y las despedía con algún piropo seductor. Algunas pasaban no más de diez minutos por su oficina, pero otras estaban por los menos cuarenta minutos y era bastante predecible lo que estaba pasando dentro.

Y para colmo la hermana de Nacho aparecía todos los días en la oficina y pretendía que trabaje también como su secretaría. Supongo que Nacho lo estaba haciendo apropósito, es decir como venganza por renunciar.

-Vamos Benet, necesito todas estas modelos en media hora acá. Pagales los taxis a todas y pedile a French, que traiga la ropa para que se cambien en la sala de reuniones.- Esta mujer era totalmente insoportable. Primero que tenía una voz chillona que no quería oír y segundo que era muy arrogante. Obviamente que era una mujer hermosa, alta, delgada, cabello largo negro y ojos saltones color verde. Su piel trigueña como la de Nacho, hacía que sus ojos resalten. Pero toda su belleza era opacada por su arrogancia.

-Sí, señora Fuster.-

-Señorita chiquita, señorita. Tengo 30 años nada más y casada no estoy.- Me contestó.

¿Quién se va a querer casar con una mujer así? Una perra arrogante. Pensé.

Por dentro reía fuertemente.

Entre las modelos y las entrevistas para la nueva secretaria. Mis jefes me estaban volviendo loca.

Hice lo que me había pedido Victoria, la hermana de Nacho y una vez que ella se ocupo del resto las cosas se tranquilizaron. Habían pasado dos semanas ya desde que empezaron las entrevistas y Nacho aún no se decidía por ninguna, a todas las mujeres les encontraba algún defecto en su CV.

Aunque dobles mi edad [ Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora