4. TODA LA BUENA NUEVA BROTA DE LA FUENTE

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El contenido del Mensaje

26. Siendo la catequesis un momento o un aspecto de la evangelización, su contenido no puede ser otro que el de toda la evangelización: el mismo mensaje —Buena Nueva de salvación— oído una y mil veces y aceptado de corazón, se profundiza incesantemente en la catequesis mediante la reflexión y el estudio sistemático; mediante una toma de conciencia, que cada vez compromete más, de sus repercusiones en la vida personal de cada uno; mediante su inserción en el conjunto orgánico y armonioso que es la existencia cristiana en la sociedad y en el mundo.

La fuente

27. La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura, dado que «la Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia», como ha recordado el Concilio Vaticano II al desear que «el ministerio de la palabra, que incluye la predicación pastoral, la catequesis, toda la instrucción cristiana... reciba de la palabra de la Escritura alimento saludable y por ella dé frutos de santidad»[57].

Hablar de la Tradición y de la Escritura como fuentes de la catequesis es subrayar que ésta ha de estar totalmente impregnada por el pensamiento, el espíritu y actitudes bíblicas y evangélicas a través de un contacto asiduo con los textos mismos; es también recordar que la catequesis será tanto más rica y eficaz cuanto más lea los textos con la inteligencia y el corazón de la Iglesia y cuanto más se inspire en la reflexión y en la vida dos veces milenaria de la Iglesia.

La enseñanza, la liturgia y la vida de la Iglesia surgen de esta fuente y conducen a ella, bajo la dirección de los Pastores y concretamente del Magisterio doctrinal que el Señor les ha confiado.

El Credo: expresión doctrinal privilegiada

28. Una expresión privilegiada de la herencia viva que ellos han recibido en custodia, se encuentra en el Credo o, más concretamente, en los Símbolos que, en momentos cruciales, recogieron en síntesis felices la fe de la Iglesia. Durante siglos, un elemento importante de la catequesis era precisamente la «traditio Symboli» (o transmisión del compendio de la fe), seguida de la entrega de la oración dominical. Este rito expresivo ha vuelto a ser introducido en nuestros días en la iniciación de los catecúmenos[58]. ¿No habría que encontrar una utilización más concretamente adaptada, para señalar esta etapa, la más importante entre todas, en que un nuevo discípulo de Jesucristo acepta con plena lucidez y valentía el contenido de lo que más adelante va a profundizar con seriedad?

Mi predecesor Pablo VI, en el «Credo del Pueblo de Dios» proclamado al cumplirse el XIX centenario del martirio de los Apóstoles Pedro y Pablo, quiso reunir los elementos esenciales de la fe católica, sobre todo los que ofrecían mayor dificultad o estaban en peligro de ser ignorados[59]. Es una referencia segura para el contenido de la catequesis.

Elementos a no olvidar

29. El mismo Sumo Pontífice ha recordado, en el capítulo tercero de su Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, «el contenido esencial, la substancia viva» de la evangelización[60]. Es necesario para la catequesis misma tener presente cada uno de los elementos y la síntesis viva en que ellos han sido integrados[61].

Me contentaré por consiguiente con ofrecer aquí alguna simple alusión[62]. Todos ven, por ejemplo, la importancia de hacer entender al niño, al adolescente, al que progresa en la fe, «lo que puede conocerse de Dios»[63]; de poderles decir, en cierto sentido: «Lo que sin conocer veneráis, eso es lo que yo os anuncio»[64]; de exponerles brevemente[65] el misterio del Verbo de Dios hecho hombre y que realiza la salvación del hombre por su Pascua, es decir, a través de su muerte y su resurrección, pero también con su predicación, con los signos que realiza, con los sacramentos de su presencia permanente en medio de nosotros. Los Padres del Sínodo estuvieron bien inspirados cuando pidieron que se evite reducir a Cristo a su sola humanidad y su mensaje a una dimensión meramente terrestre, y que se le reconociera más bien como el Hijo de Dios, el mediador que nos da libre acceso al Padre en el Espíritu[66].

CATECHESI TRADENDAE_Juan Pablo IIWhere stories live. Discover now