13. Soy una imbécil y me gustan las mujeres

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Sus nervios por cruzar la puerta habían desaparecido. Lilian, ahora, sentía una curiosidad que cosquilleaba, y no de buena manera. Era como comezón que a cada segundo iba aumentando en sus pensamientos.

Dio un trago que sonó hasta en su cabeza y fue abriendo lentamente la puerta. A medida que lo hacía, el bullicio se tornaba creciente e iba inundando sus oídos como si se tratara de un panal de abejas y no de personas hablando.

Dio un paso para tener a su vista la barra. No sólo encontró a la modelo de la que hablaban, también vio que ella estaba uniendo sus labios a los de Melissa.

La chica sujetó las mejillas de Melissa con sus manos en un beso que pareció infinito, pero que solo duró unos segundos.

Apenas la intrusa la soltó, Melissa le respondió con una sonrisa y el rostro ruborizado. Tenía sus labios manchados de rojo de manera desprolija.

La modelo pasó sus dedos por ellos para difuminarlos.

—Permiso Li...

Escuchó la voz de Gema y, sin pensarlo, dio un giro para salir por la puerta principal.

Cuando llegó a la plaza, no recordaba haber caminado esas dos cuadras

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Cuando llegó a la plaza, no recordaba haber caminado esas dos cuadras. No recordaba si se tropezó, si hizo sonar la campanilla y tal vez Melissa la vio; tampoco recordaba si fue tan evidente que Gema notaría lo que acababa de suceder.

Se sentó en un banco y abrió la botella de agua que llevaba en la mochila. Dio un par de tragos y se detuvo al darse cuenta de que eso no desataría el nudo que llevaba en su garganta.

Los silencios trabados en su cuello se convirtieron en una angustia que la tenía acorralada. ¿Era su culpa por no ser sincera con ella misma? Tal vez era su culpa por negar que le gustaran las mujeres desde hace años. Tal vez no mantenía la conversación por mucho tiempo porque no quería ilusionarse ni salir herida de nuevo.

La última vez fue culpa de Addison, pero ¿ahora era su culpa?

Una lágrima estaba deslizándose en su mejilla. Cuando trató de detenerla, otra asomó en su ojo izquierdo y, sin notarlo, su rostro se inundó por completo. Ella ya no podía controlarlas.

Se dejó llevar y escuchó su llanto con tanta nitidez mientras tenía la vista con nubarrones. Se sentía una estúpida al hacerlo por un motivo así.

No se atrevía a llorar por lo que le había sucedido a su familia ni se animaba a ir al cementerio a visitarlas, pero ahí estaba: derrochando lágrimas por la chica que acababa de conocer.

Lo peor de todo era que no podía detenerse.

La imagen de Melissa sonrojada y feliz con los labios manchados se le hacían tan tristes... podría haber sido ella. Le hubiera gustado ser ella la que ocasione esas reacciones.

No lograba respirar bien, sus lágrimas difuminaban su vista y la nariz floja le ardía...

—¿Lilian?

El silencio de las Mariposas | GL | +18Where stories live. Discover now