8. Lo que puede soportar

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Faltaba sólo un día para que su semana de prueba termine

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Faltaba sólo un día para que su semana de prueba termine. A partir de mañana debería hacer ese trabajo sin la ayuda de Lilian. Soltó un suspiro y miró hacia afuera.

La noche se asomaba y era fría para ser de diciembre. Comenzó a limpiar la barra mientras Lilian se había perdido en la cocina. Melissa comenzó a verificar que todas las copas estén ordenadas en lo que Gema se le acercó.

—¿Harás algo la noche de Año Nuevo?

Volteó a mirarla. Hoy Gema tenía un par de bucles cayendo sobre su rostro pícaro. Aún faltaban un par de días para Año Nuevo y no estaba segura de lo que haría.

—Quizá salga con una amiga —mintió, se lo había dicho a Ama, pero no deseaba ir con ella a las protestas.

—Ya veo. —Tomó asiento en unos de los bancos de la barra—. Por si cambias de opinión... hay un nuevo lugar un poco alejado del centro: es un boliche solo para chicas. Iré con unas amigas...

—¿Es un lugar para chicas...? —hizo una seña con sus dedos uniéndolos.

Gema sonrió mostrando los dientes un momento.

—¿Lesbianas? ¿Bisexuales? —preguntó retándola a pronunciarlo sin miedo—. Claro, pero también puede ir cualquiera. Obvio.

Ella no estaba lista para ir a lugares muy concurridos. Aunque el hecho de que sean mujeres la aliviaba de alguna manera. Se imaginaba con Iris en un lugar así.

Secaba los cubiertos limpios mientras Gema le seguía dando plática. Un cuchillo casi se le cae y lo apretó para sujetarlo. No se dio cuenta de lo que había hecho hasta que el filo presionó su piel.

Lo dejó caer al suelo al ver que tenía sangre. Se quedó congelada con la mirada perdida. No tenía el control sobre su cuerpo desde que el color rojo brotó en la palma de su mano.

Su respiración comenzó a agitarse al mismo tiempo que un mareo atravesaba por su cabeza. Sujetó su mano sin poder sentir el dolor, pero la simple sensación del cuchillo rasgándola fue suficiente para que asomaran unas cuantas lágrimas en sus ojos y su garganta imitara las sensaciones del pasado:

Sentía que la estaban ahorcando.

—¿Estás bien? ¿Qué te pasa?

Gema cruzó la barra para alcanzarla empujando los cubiertos a un lado. Melissa ya no se podía mantener en pie, el recuerdo del monstruo venía a sus extremidades. Sus piernas temblaban y les costaba mantenerse firmes.

Tenía que salir de ahí, tenía que ir a su cuarto.

—No llores, solo es un corte. —Escuchó a lo lejos, detrás de una nube que amortiguaba el exterior.

Gema uso el trapo para contener la herida, no era muy grande de todas maneras.

En ese instante Lilian apareció con su mochila solo para revisar si estaba la barra en orden para ya irse. Pero al ver la sangre en el suelo junto a Melissa, y a Gema intentando calmarla, corrió a buscar el botiquín.

El silencio de las Mariposas | GL | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora