Capítulo 11 ADIOS ARNOLD

Magsimula sa umpisa
                                    

-Lamento no poder haberte conseguido algo mejor mi amigo- Dijo Arnold tomando dos sillas y ofreciendo una a Zabivaka- Mis compañeros y yo al descubrir este lugar hace algunos años nos percatamos que perteneció a una familia de judíos quienes fueron dueños de lo que alguna vez fue una de las panaderías más famosas en los años treinta.

-Sé que necesita muchos arreglos, y limpieza en general- observó Zabivaka- pero es más de lo que puedo pedir, yo mismo ayudaba a limpiar los salones en el instituto, tengo experiencia.

-Espero que tu amigo pueda ayudarte muy pronto, Zabivaka pero antes debo advertirte que cuides mucho que ningún oficial te vea cuando te dirijas hacía este sitio, no es nada peligroso pero si se toman muy en serio las normas migratorias en éste país.

Zabivaka observó nuevamente la habitación que en teoría era la más grande de la casa, luego asintió con su cabeza.

-Escucha, antes de irnos déjame examinar ese colchón pues no quisiera que las pulgas te cenen en la noche- ambos rieron juntos.

Arnold y Zabivaka desvistieron el colchón, luego lo recargaron en la pared para que Arnold pudiera verificarlo.

-Pues bien se dice en Berlín parece ser cierto que es muy poco común encontrarse con plagas. En efecto lo único que debemos hacer es lavar éste colchón para que quede al cien por ciento, ¿me ayudarías?

-¿Ahora mismo? Puedo hacerlo yo, Arnold, pierde cuidado.

Arnold soltó una carcajada y le dio unas palmaditas a Zabivaka.

-Al menos permíteme que sea lo último que haga por esta ocasión que nos veamos.

Y así fue, Zabivaka llenó dos cubetas antiguas con agua limpia y un poco de jabón que Arnold llevaba para la ocasión, enjuagaron el colchón junto con las almohadas y fundas con algo de esfuerzo, Zabivaka ocupó un poco más de esfuerzo para deshacerse de las manchas de una de sus almohadas, después de aquello se dio a la tarea de ayudar a Arnold con la limpieza de la segunda parte del colchón, luego de enjuagarlo por segunda vez con agua quedó listo para que se secara y esperase a Zabivaka para el día siguiente.

-Bueno amigo, al parecer es nuestro trabajo por hoy, creo que volveremos al barco no sin antes ir a cenar.

-No quisiera molestarte, Arnold estoy muy cansado...

-No te hagas del rogar, Zabivaka por favor al menos con eso puedo regresarte algo de la compañía que tanto me has hecho durante el día.

-Bueno, ya que insistes te lo agradezco- salieron del cuarto.

Después de bajar las escaleras, Zabivaka cerró la puerta para posteriormente dirigirse de nuevo al callejón.

-Presta atención al camino de aquí al puerto, Zabivaka porque Berlín es una gran ciudad en la cual es muy fácil perderte.

Así lo hizo el pequeño lobo, desde la casa hasta el fondo del callejón para continuar con el largo camino por el callejón izquierdo que los había llevado hasta allí, lo recorrieron en línea recta hasta salir a una avenida que se encontraba a dos calles de la catedral de Berlín, doblaron por la derecha para dirigirse a la estación de metro.

Dos horas después apenas se encontraban saliendo del vagón en la estación de la puerta de Brandeburgo, debido a la hora de tráfico y regreso a casa de varios alemanes, frente al puerto justo al lado de la puerta de Brandeburgo se encontraba un edificio un poco rústico pero muy concurrido. El restaurante ¨Tim Raue¨ que según Arnold era una franquicia francesa donde degustarían su cena, esperaron aproximadamente cinco minutos en la fila de espera, para posteriormente dirigirse a una de las mesas centrales.

ZabivakaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon