Tácticas para olvidar

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La puerta de cerró a mis espaldas, sin emitir sonido. No le presté demasiada atención a ese detalle, porque tenía un asunto  pendiente que me miraba de pies a cabeza

─Soy Marco —No conocía el protocolo, si es que lo había—Es la primera vez que vengo a un sitio como este. No fue mi idea, mis amigos pensaron que...

─¿Tus amigos? Primera vez que escucho esa excusa. Como sea, soy Dolly.

Nos quedamos mirando en silencio. Me sentí intimidado ante su presencia. No esperaba encontrarme con una figura estilizada y de piernas cruzadas atacándome con la mirada.

──¿Vas a mirarme la cara o qué quieres hacer?

Dolly se levantó de sobre su cama de cobertores rosa. Pude notar que su albornoz combinaba con la habitación. Avancé un paso hacia ella y me senté a su lado.

──Es mi primera vez con una mujer... Estoy experimentando algo nuevo.

Quizá mi confesión sonó a broma, porque Dolly rio al oírla.

──Por eso vine, me dijeron afuera que eres muy buena en esto.

──La mejor──Dolly me miró con un interés nuevo y me tomó la mano ── ¿Eres sacerdote?

No entendí su pregunta hasta un momento después, ella hablaba en serio. Se sentó a mi lado con la otra mano acomodó su cabello largo y oscuro.

──Si nunca has tenido sexo con una chica, ¿lo has hecho con hombres?

──Prefiero hacer las preguntas ──le respondí empezando a arrepentirme de esta aventura ──.Me interesa conversar contigo. ¿Podemos hacer eso?

Me quité la chaqueta bajo la mirada de Dolly y saqué una libreta del bolsillo. Ella se mostró sorprendida al verme abrirla y garabatear una idea mía.

──Mientras me pagues, lo que sea. ¿Qué es eso? ¿Vas a dibujarme o algo?

Su comentario me causó gracia, pero no me atrevía a reír. Dolly me miraba inquisidora, debajo de ese cabello negro y pestañas postizas.

──Voy a tomar nota de tus palabras, es una entrevista.

──¿Por qué no usas una grabadora o tu teléfono, como el resto de la gente de este siglo? ── Dolly torció los labios y no se detuvo ──Al resto de pervertidos como tú les gusta grabar nuestros encuentros.

──No es lo que piensas, quiero conversar contigo. Estoy pagando por pasar un tiempo a solas y quiero hablar. ¿Algún problema con eso?

──No. Ninguno.

***

La primera sesión con Dolly transcurrió más pronto de lo que deseaba. Apenas si pude disfrutar sus sarcasmos como respuesta a preguntas básicas. Fue imposible obtener sus datos personales. Menos aún que me hablara de cómo se sentía. Dolly desviaba la conversación hacia lugares que no tenían cabida dentro de estas paredes.

Me habló de Francia y cuanto deseaba visitarla. Del lejano oriente y sus leyendas antiguas. Incluso me preguntó acerca de la Atlántida. Cuando por fin se cansó de divagar acerca de islas escondidas, nuestro tiempo terminó.

Me ofreció darme más de su tiempo, por la misma cantidad la siguiente vez. Así que aquí estoy. Bañado y peinado de pie frente a su puerta.

──No te esperaba tan pronto ──me dijo al recibirme con la misma sonrisa y distinto color de cabello —. Tienes los mejores amigos del mundo.

Dolly de cabello rubio y rizado, parecía una verdadera muñeca. Prescindió de pestañas falsas en esta ocasión y el color de sus labios era más tenue.

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