C A P Í T U L O T R E I N T A Y U N O

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Durante toda mi vida he sido bastante reservada con mis cosas. Tímida no, e introvertida menos; cuando he debido tener una conversación, la he desarrollado sin problemas, sin tartamudeos, sin sonrojos, etcétera. Simplemente, nunca me ha gustado ponerle palabras a mis demonios, y eso la gente de mi entorno lo ha acabado asumiendo de tal modo que jamás me han preguntado por mi estado de ánimo, salvo contadas ocasiones.

Antes de que digáis que es algo triste no tener con quien desahogarte, por favor, pensadlo dos veces: claro que tengo con quien hacerlo. Os estoy diciendo que el tema es que me gusta que así sea. Mis sentimientos y mis frustraciones son mías, no tengo por qué hacer partícipe a nadie de lo que pasa por mi cabeza o lo que hay en mi corazón. Por eso pensaba que después de hablar de Even en voz alta y estando Leon presente, me arrepentiría e incluso llegaría a frustrarme. Además de, por supuesto, el temor a que se lo tomase demasiado a pecho y decidiera hacer lo que mejor se le da: bomba de humo.

Pero no. Me siento ligera, y cada vez más cómoda con él. Ahora tengo la impresión de que nada nos puede separar, porque nos conocemos enteramente el uno al otro, entendemos de qué pie cojea cada uno, y eso nos acerca a un nivel espiritual.

No quiero ponerme mística o sentimental en exceso. Las palabras y emociones no son lo mío. Pero sí es verdad que ahora nuestra relación es distinta, más profunda, y aunque él no lo diga ni yo tampoco utilice el título oficial... Siento que no lo empleamos porque no somos una pareja, sino una unidad. Ahora él forma parte de mí, y por raro que parezca echando la vista atrás, estoy a gusto con ello.

Y él también, porque ha decidido acompañarme a la boda de Jacqueline, junto con mi madre, Soren y Lana. Axel, por supuesto, se ha quedado en casa, pero vistos los morritos de mi ayudante, yo diría que no era esa la intención inicial. Estos morritos de los que os hablo los ha cargado durante todo el viaje en avión, todo el trayecto en taxi, y los sigue teniendo ahora, cuando estamos esperando a que la novia termine de acicalar su peinado para entrar en el vestido.

—¿Sabes qué? —suspira ella, apoyando la mejilla en una mano y clavando la vista en el infinito. Perfecta para la portada de un libro de romance apasionado—. Soy como la protagonista de 27 vestidos. Desde pequeña me han encantado las bodas, he soñado despierta y dormida con que me invitasen a una y así poder llevar el velo o la cola de la novia, o ser la niña de las flores... Y me han invitado a muchísimas, no creas que no, pero realmente solo intento llenar mi vacío con ramos, barra libre y... polvos bastante normalitos con padrinos casados —bufa. Levanta la barbilla y me mira directamente—. Quiero ser la protagonista por una vez, Non; quero casarme... y ni siquiera he encontrado al hombre perfecto para ello. ¡Se me va a pasar el arroz!

—Vaya, eso es agradable de escuchar cuando viene de parte de una mujer a la que le sacas cinco años.

—Estoy buscando desesperadamente a mi Gran Dama particular —continúa, ignorándome—, y solo doy con cerdos con miedo al compromiso que pasan más tiempo con el tipo al que entrena que conmigo. Sé que Prince Charming es inigualable, pero no tiene mi culo, ni mi desparpajo, ni mis ojazos verdes.

Bueno, no tiene los suyos, aunque unos ojazos verdes a secas sí que le sobran... Información que prefiero reservarme para no ponerla histérica.

—Tampoco tiene tu inigualable humildad, una de tus muchas extraordinarias cualidades.

—¿Y si están liados? —pregunta de golpe, pasando olímpicamente de mi ironía—. Bah, no me sorprendería. Tengo un imán de gays, ¿sabes? En el instituto tuve un novio que resultó ser una locaza, cosa que debería haber sospechado porque en fin, conjuntaba mejor que yo... Que sí, que es un estereotipo muy feo, pero, ¿yo qué le hago si la mayoría tiene un estilazo...? Y en la universidad —prosigue, alzando la voz—, tuve otro que hacía drag a mis espaldas. Fui el hazmerreír durante meses... Porque la gente es imbécil e intolerante, claro, yo me muero por la nueva temporada de RuPaul's y no creo que haber tenido un novio gay sea para tanto. Visto por otro lado, son más guapos, son sensibles, y como te quieren de tapadera, no temen definir la relación, por lo que tienen más huevos que los heteros. Además... Fíjate si soy divina, que hasta los homosexuales me quieren como novia.

Cuatro veces tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora