Capítulo 35: ¡Pues a comprar condones!

4.3K 538 207
                                    

Vladimir

—¿Cómo se llama? —pregunta el paramédico.

—Loreta.

—Loreta, despierte. —El hombre pasa un algodón con alcohol por su nariz para que el olor empiece a sacarla de su inconciencia.

Loreta empieza a abrir los ojos despacio y lo mira primero a él, confundida, para que su mirada se pose después en mí.

—¿Qué pasó? —pregunta aturdida.

—Te desmayaste en cuanto Marc te habló. Te golpeaste en la cabeza. Los paramédicos tuvieron que sacarte en camilla y casi mueres. —Sus ojos se abren exageradamente—. Okay, no ibas a morir, pero pues sí te golpeaste duro.

—Ja, ja, qué gracioso —responde con ironía, sentándose en la camilla y llevando las manos a su cabeza.

—¿Te duele mucho? —pregunto preocupado llevando mis manos a su mejilla para acariciarla con suavidad.

—No tanto...

—Es posible que el dolor sea intermitente durante las próximas horas —asegura el paramédico—. Puede tomar acetaminofén para el dolor, si es muy fuerte. Si vuelve a perder el conocimiento o tiene algún otro síntoma fuera de lo normal, debe ir a urgencias. Le aconsejo que descanse el resto de la noche y mañana no se esfuerce en demasiadas actividades.

—¿Puedo preguntarle algo? —pregunta Loreta al paramédico.

—Claro que sí.

Le hace una seña con los dedos para que el hombre se acerque. Él no entiende muy bien de qué se trata, pero aun así se acerca a ella, quien lo hala un poco de la camisa para acercarse a su oreja y decirle algo en secreto.

—Le recomendaría que no, señorita. Eso también se considera actividad física y es mejor que por esta noche descanse. Ya luego podrá hacer eso. —El hombre dice serio, posando su mirada en mí y luego se retira para dejarnos solos.

—¿Qué le preguntaste? —No quiero quedarme con la curiosidad, aunque creo saber por dónde va el agua al molino.

—Nada... que si podía salir a caminar... —dice algo pensativa.

—¿Y para qué vas a caminar a esta hora? Solo caminarás de aquí hasta mi carro y luego del parqueadero hasta mi apartamento.

—¿Perdón? —pregunta ella indignada—. ¿Y por qué asumes que me quedaré en tu apartamento?

—¿Porque te lo pediré con amabilidad? —digo con gesto inocente.

Ella suelta una pequeña risa y asiente, bajándose de la camilla para que emprendamos la marcha. Salimos a través de un pasillo no muy habitado hasta la parte norte del estadio. El parqueadero se encuentra a unas cuantas cuadras así que cuando llegamos a la calle, tomo la mano de Loreta y empezamos a caminar juntos.

—¿Qué pasó con Marc? ¡No puedo creer que me perdiera la oportunidad de hablar con él! ¡Y ni se diga de tomarme una foto! ¡Júrame que Marc se agachó a mi lado y me tomaste una foto así, inconsciente y todo! —exclama con pesar—. Arabella y Luisa me van a matar. ¡Ay no! —exclama asustada— ¡Se me olvidó avisarles que no me iré con ellas para el apartamento!

—Ya me encargué de eso —aseguro y su mirada se posa en mí, como si le estuviera hablando en otro idioma—. Cuando estaban intentando que volvieras en ti, llamé a Luisa y le conté lo que pasó. Tus amigos estaban esperando saber algo de ti para devolverse a su casa, así que cuando les confirmé que te cuidaría esta noche, se fueron más tranquilos. No te preocupes por ellos.

De buenas en el juego (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora