Diez.

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Veinticuatro años atrás.

...—Empuje alteza... el bebé ya está aquí—decía la partera de la manada.

—Tranquila mi amor todo saldrá bien— Mark la miró al ver que Siria le cogía la mano y se la apretaba muy fuerte, mientras lo miraba con ojos suplicantes.

La reina de los licantropos había llevado un embarazo muy difícil, al contrario que los de sus otros dos hijos, Derek y Scott.

Todos habían visto lo mucho que había bajado de peso y lo débil que estaba, además en las últimas semanas apenas se había levantado del lecho y solo había querido ingerir la sangre de los conejos, ratas y otros roedores que habían cazado.

Tanto el rey como los demás creyeron que daría a luz un gran bebé licantropo, fuerte y sano pero sin embargo de su vientre nació un pequeño, delicado y hermoso bebé.

El rey lo cogió en su regazo y lo acunó, mientras que Siria descansó por el gran esfuerzo.

—Bienvenido al mundo, mi pequeño Louis.—dijo orgulloso.

Al día siguiente, el pequeño comenzó a llorar y el rey se acercó a la cuna pero éste lo vio diferente y hasta tenía sus encias abultadas donde ya le asomaban dos dientes.

—Qué extraño pero si es muy pronto—dijo el Rey abriéndole la boca.

—Seguro tiene hambre mi señor—dijo la partera cogiéndolo de la cuna y poniéndoselo a su madre en el pecho.

Siria pasaba mucho dolor amamantando a Louis pero no decía nada, aunque no pudo ocultarlo por mucho tiempo pues una semana después estaba más delgada y débil a pesar de los cuidados de las mujeres de la manada.

Cada día que pasaba, el bebé estaba más cambiado y cuando le salieron los dientes tres semanas después, el rey comprobó que no eran como los suyos.

Una tarde, la partera lo llamó alarmada pues al pequeño le habían salido dos largos colmillos y tenía los ojos rojos.

Pero eso no fue lo peor pues poco después, cuando Siria lo sujetaba  en su hombro para que soltade los gases como siempre hacía, este la mordió en el cuello dejándola a las puertas de la muerte.

—Perdóname Mark, perdóname.... yo no quería engañarte—alcanzó a decir la reina antes de morir totalmente seca.

El cadáver de la reina fue examinado en secreto por un laboratorio humano de la superficie, donde el rey lo llevó antes de hacerle un funeral.

Allí comprobaron que tenía los pechos en carne viva por las mordidas del bebé y además sus órganos internos estaban totalmente secos al igual que sus venas.

El rey se quedó destrozado pero no se lo dijo a nadie, pagó muy bien a los humanos que le hicieron la autopsia a su reina, luego cogió a Louis y le arrancó los colmillos.

Poco después la partera le entregó una carta que encontró entre las cosas de la reina y en la que ponía «Para Mark».

El Rey la leyó y en ella Siria le contaba como en uno de sus viajes, ella salió a pasear como muchas veces hacía pero entonces se le hizo de noche, topándose con un viajero con el que charló pues se sentía sola.

Ella sabía que no era un licantropo, pero se sintió atraída por su belleza arrebatadora y su personalidad arrebatadora.

Al parecer cada noche se encontraron pues creyó sentir amor por él, sucumbiendo finalmente a sus encantos.

Solo había sido una vez pues al terminar, de repente este la atacó y le confesó que era un vampiro y que la había engañado.

La reina de los licantropos ni se había percatado pero furiosa consiguió zafarse y logró matarlo con la daga que guardaba en su bota.

Decidió quedarse callada pues para cuando el rey regresó de su viaje, ella ya estaba embarazada e hicieron el amor como siempre, confiando en que el bebé sería licantropo en su totalidad.

Al terminar de leer la carta, a Mark le provocó matar a Louis, así que cogió su espada y se acercó a la cuna, este dormía plácidamente pero cuando olió al rey abrió sus hermosos ojos azules y lo miró fijamente sonriendo.

El rey no pudo hacerlo, no podía matar a un ser tan hermoso y tierno, entonces tiró su espada al suelo pues aparte de que él no era un asesino de niños, la criatura llevaba la sangre licantropa de su esposa y de sus hijos.

Mark le perdonó la vida, luego quemó la carta y jamás dijo nada a nadie, aunque nunca lo olvidó, aunque con el paso tiempo quiso a Louis tanto como a sus otros hijos pues este aprendió a alimentarse solo con la comida de todos y a comportarse como uno más, aunque fuese diferente.

Su hijo menor no era grande, ni fuerte y mucho menos partidario de la lucha como lo eran sus hermanos y a pesar de que prefería pasarse el tiempo entre los libros que rescataba en las cloacas, el pequeño se ganó un lugar entre los licantropos.

18. Vampiros ~ Larry Stylinson-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora