7.

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De repente, se abrió la puerta dando un golpe contra la pared. Había sido el aire, me levanté, la cerré con llave y me volví a tumbar con Abraham. A él no le importaba, y la verdad, se estaba agusto.

Abraham: Oye, se está agusto eh..

Yo: Yap.

Abraham: Dios saca tu tema, este silencio me está matando.

Yo: -Risita.- Pues a ver... ¿Tienes novia?

Abraham: Sí, se llama Aitana.

Yo: Guay.

Abraham: ¿Y tú tienes novio?

Yo: Cariño mio, acabo de llegar.

Abraham: ¿Te presento a mis amigos?

Yo: Como quieras, pero no te pongas celoso.

Abraham: Idiota... Anda, vamos a desayunar, me suenan las tripas.

Yo: ¿Qué te crees, que no las oigo?

Nos levantamos y fuimos a desayunar. Mi madre y hermano no estaban, se habían ido de viaje a no se dónde, y yo no quería ir.

Abraham: Si quieres te puedes venir a mi casa algún que otro día, para que no te sientas sola.. -Dijo con sonrisa pícara.

Yo: Ya tienes a tu novieta, pero vale. 

Abraham: Oye, ¿te puedo preguntar una cosa íntima?

Yo: Vap.

Abraham: ¿Eres virgen?

Me empecé a reir como una loca. Cuando me tranquilicé, pude contestarle.

Yo: ¿La verdad? -Asintió. -No.

Abraham: ¿Con quién lo hiciste por primera vez?

Yo: Con un gilipollas que se llama Roberto.

Abraham: Am... 

Yo: ¿Tú?

Abraham: Pues... No te rias, pero sí.

Yo: No me rio, es normal serlo, a nuestra edad.

Abraham: ¿Entonces eres anormal?

Yo: Gilipollas.

Seguimos riendo, hasta que dieron la 12 de la mañana. Llamé a Nazaret, ya que se me olvidó hacerlo recientemente.

Yo: ¡Hola chocho!

Nazaret: ¡Hombre, la desaparecida!

Yo: Sí, se me olvidó llamarte, lo siento...

Nazaret: Idiota... Bueno qué, ¿encontraste a Abraham?

Yo: Calla coño que está a mi lado... 

Abraham: Con que me buscabas, eh... Y decías que no eras Abrahamer...

Yo: Y no lo soy cojones..

Nazaret: Vale, soy una bocas. Oye, ¿qué hacéis a estas horas juntos?

Yo: Se quedó a dormir.

Abraham: Y a hacer otras cosas..

Yo: No inventes.

Seguí hablando con Nazaret, hasta que se tuvo que ir. Me fui a duchar, y le dije a Abraham que me esperara, que no quería estar sola. Se metió en mi cuarto, yo en el baño, me duché, me puse unos shorts de cintura alta marrones claros, una camiseta de tirantes color carne metida por dentro del pantalón, y unas sandalias del mismo color que la camiseta. Salí otra vez con el pelo mojado, se la quería jugar a Abraham. Entré en el cuarto, y lo encontré mirando en mi móvil.

Admítelo. (Abraham Mateo y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora