CAPITULO 5 - Nadie lo Sabe

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—Haeri... ¿quieres escuchar una historia?— Me miro con un puchero, pero al final asintió.


"Dicen que todos los niños, antes de llegar con sus familias, todos se cultivan en las nubes, cada niño se siembra y cuando la semilla está a punto de florecer, Dios toma la semilla y la deposita en una familia. Esa familia se vuelve muy afortunada de tener a esa semilla que automáticamente se convierte en su preciado tesoro"


            Mire a mi hija y luego a Nina. Esperaba que con este cuento, las dos comprendieran mi amor por ellas.


Pero a veces las semilla pierde a su familia y entonces el niño se queda solo...


—Eso es triste...— Me dijo mi pequeña — no deberían perder su familia...

—Yo perdí a mi mamá...— Nina miro a mi hija con pena en sus ojos— no me acuerdo de ella... solo tengo fotografías...

— ¿Y la extrañas?... — Le pregunte acariciando su mejilla, era doloroso perder a alguien, mucho más cuando ese alguien era tan preciado.

—Antes si, ahora me siento muy feliz...— Nos regaló una sonrisa, entendía perfectamente cómo se sentía.


Cuando los niños se quedan solo Dios se siente tan triste por aquella semilla, que en su gran amor decide darle una nueva familia. Él mismo busca a una buena familia, que ya tenga una semillita, grande y hermosa... entonces les lleva otro regalo. Él sabe que el amor no se acaba, ni se cansa...


—Porque el amor es infinito...— Me sonreía al escuchar eso de mi hija, esa era mi pequeña.

—Sí... es infinito...— Bese su frente y la de Nina.


A veces la otra semilla se siente triste por la nueva semilla. Pero como dije, el amor es tan grande que las dos semillas se transforman en flores y crecen con mucho amor, una junto a la otra.


—Mamá... perdón...— Mi pequeña me abrazo fuerte — no quería ponerte triste.


—No estoy triste ángel...— Las acomode cerca de mi cuerpo, las dos eran un tesoro — soy tan feliz. Dios te envió a mí y soy tan feliz contigo, pero luego me envió a Nina y sé que no nació de mí, pero nació de mi corazón y la amo, tanto como te amo a ti y voy a cuidarla igual que te cuidare a ti, a las dos, las amare porque tengo tanto amor. Son mis semillitas y voy a verlas crecer hasta convertirse en flores...— Ese era mi deseo, ver que esas dos niñas crecieran llenas de cariños y buenos recuerdos, me encargaría de que sus vidas fueran hermosas.


            Nos quedamos un momento así, solo las tres. No quería que las niñas se sintieran excluidas o que tuvieran una competencia entre ambas, yo deseaba que se convirtieran en hermanas. Luego de unos minutos nos pusimos a jugar en la orilla, corríamos por la arena y saltábamos en el agua. Olvide mis penas, mis temores y mis culpas, el sonido del mar calmaba mi constante cuestionamiento, verlas sonreír y tomarse de las manos, como ambas dejaban atrás sus ojos tristes. Regresamos a la cabaña y cada una corrió a brazos diferentes, mi pequeño ángel salto sobre su padre y Nina fue cargada por Jae. En ese momento hubiera deseado separarme en dos y correr como ellas, pero solo era yo. Mire a Jae y Hyun, ambos tan buenos a mis ojos y a los de ellas.

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