Min Yoongi.

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Las paredes se veían cada vez más cerca de su persona. El agobio crecía conforme las agujas del reloj se movía hacia el cero. 

El sudor caía por su frente, las minúsculas gotas llegaban a su cuello de tersa piel blanquecina.

Era natural sentir nerviosismo; todo o nada, se estaba jugando su vida entera por esto,  un trato.

Pasó la mano por su cabello para revolverlo y ventilarse. No podía sentirse peor. El simple hecho de estar pensando en lo que estaba por llegar hacía que sus pelos se pusieran de punta, que una sonrisa perversa apareciera en su rostro.

El miedo creaba placer, el placer dependía del dolor y el dolor era todo lo que aquella unión le podía garantizar.

¿Cómo sería Park JiMin? Llevaba preguntándose eso mucho tiempo,  tal vez siglos.

-Estamos destinados a permanecer juntos... Vas a ser mío eternamente así como yo tuyo...-susurraba para nadie, porque en aquel cuarto no había más que aire.

La puerta se abrió sin un aviso previo. Tras ella se vio la figura de un hombre alto de cuerpo delgado. Llevaba un traje de lo más elegante, gafas de sol rectangulares y un perfume que no olía a nada en particular y todo a la vez.

- Es hora-dijo el hombre, siendo su voz misteriosa, ronca y con matices de diversión.

Lo vendían como un simple objeto, habían acordado la cita de forma minuciosa solo para que Park JiMin estuviese cómodo.

¿Qué persona dormía hasta las tantas sin importarle la llegada de su futuro marido?

Yoongi estaba cabreado, pero lejos de manifestarlo se mantenía con el semblante serio mientras se ponía de pie para avanzar en dirección a la salida.

El aire frío golpeando su rostro fue justo lo que necesitaba para volver en sí. Las paredes de aquella especie de palacio eran tan gruesas que el frío llegaba a ser molesto. Estaban al norte, ahí donde la nieve caía cinco meses al año y de forma violenta. Los pueblos escaseaban, las personas eran frías e intratables.

No, aquel lugar no estaba hecho para humanos y desde luego aquel chico de cabello negro era el único que se encontraba en un estado vivo.

Una puerta de gran tamaño se abrió haciendo que el sonido chirriante de ella molestase los oídos finos del moreno.

Delante de él había una mesa alargada y repleta de comida; tanto platillos básicos coreanos como aquellos provenientes de Rusia, sitio en el que actualmente se encontraban.

No había nadie en la sala, las sillas estaban vacías aunque hubiese exactamente cuatro servilletas, tenedores, etc.

Cuando Yoongi se quiso girar para ver al sirviente,  de nuevo se dio cuenta de que estaba solo.

-¡Oe! -gritó en alto en un intento de llamarle la atención para ver si volvía, mas no hubo caso.

Empezó entonces a caminar hacia la mesa, fijándose en un plato encima del cual había alitas de pollo.

Su educación era bien poca si es que nula; venía de la calle, no desaprovecharía tanta comida que encima se le daba gratis.

Cogió la alita de pollo y empezó a comer, apoyando una mano sobre la mesa como si su cuerpo le pesase.






🍁



Park JiMin estaba sentado delante de una silla de primera calidad. Roble, ese era el material de esta. Se miraba al espejo delante de su semblante, analizando su propio rostro con esmero para buscar alguna imperfección que pudiese hacer que a su futuro marido le desagradara.

Blood Sweat Tears and Lies. [Yoonmin] Where stories live. Discover now