Ocho

2K 217 16
                                    

Adam había estado luchando por varios minutos, para conseguir una buena selfie, pero la luz de la sala de reuniones no le ayudaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Adam había estado luchando por varios minutos, para conseguir una buena selfie, pero la luz de la sala de reuniones no le ayudaba. Edd, conversaba con la asistente de su jefe, queriendo conseguir el honor de tener su número de teléfono y Steven hacía un avión de papel con la carta de renuncia falsa, que había escrito días atrás.

Afiló los bordes del aeroplano de papel y lo lanzó por sobre la mesa. Voló hasta chocar con el rostro de un compañero de trabajo que lo arrugó y lanzó debajo de su asiento, cuando entró William, con una mujer que ellos no habían visto antes.

—Buenos días, perdón por hacerlos esperar. —Dijo su jefe y todos reaccionaron, re acomodándose en sus asientos y organizando sus trajes. La joven mujer le siguió y tomó asiento al otro lado de la mesa, frente a Steven. —Ella es nuestra nueva compañera de trabajo, Jessica Sandler. 

 La susodicha se puso de pie, apartando el cabello de su hombro y aclarando su voz. Steven la observó hipnotizado, contemplando el fuerte rojo de sus labios. Ella se presentó y dijo un par de palabras, todos respondieron y una patada de parte de Adam, le aterrizó nuevamente.

Jessica, de unos veinticinco años, se sentó y con entusiasmo y desmedido control acomodó sus implementos en la mesa. Steven no pudo, ni por un instante, apartar sus ojos de ella. De vez en cuando, hacía uno que otro ejercicio con sus manos, que mostrara concentración a lo que todos sus compañeros decían.

La joven estaba ensimismada en su jefe y de vez en cuando, chocaba sus largas uñas sobre la capa de su cuaderno. Para la suerte de Steven, nadie le preguntó o le dijo algo. Era como si el tiempo se hubiera prestado para que él pudiera sumergirse en una cantidad de análisis sobre su nueva colega. 

Tenía un pequeño tatuaje en la base de su mano y una piel casi traslúcida. Cuando la reunión terminó, Steven sacudió su cabeza para poner todo en orden y salió de la sala junto con sus amigos. Nadie dijo nada sobre la nueva empleada y él se preguntó si había sido muy obvio con ella.

Melany, al otro lado de la ciudad, estaba dejando un ramo de claveles sobre la tumba de Patrick. Se sentó sobre la baldosa y limpió las hojas secas que habían caído sobre el panteón. Se acostó con cuidado y le contó las cosas que habían pasado en los últimos días. El susurro del viento, arrastrando las hojas caídas, le decía que él estaba oyendo. Sin poder soportarlo, dejó de amarrar el nudo en su garganta y se dejó llevar por sus ganas de llorar.

Acarició las flores que le acababa de traer y se sentó, para fumar un par de cigarrillos, que no la hicieran sentir tan miserable. Ahora el delineador y el rímel, debían de estar por su cara. Limpió las lágrimas que goteaban en su barbilla y sacó de su bolso la botella de licor que había comprado en el camino y se dedicó a vaciarla.

***

Pasadas las cuatro de la tarde, Steven fue a sacar copias de unos certificados. Metió la hoja y presionó un par de teclas. Unos tacones le avisaron que alguien se acercaba y un olor a café inundó el lugar. Jessica, se acercaba con una carpeta repleta de hojas, la dejó sobre una mesa e introdujo una copia.

—Hola. —Saludó ella, con voz alegre y Steven apenas pudo sonreír. Entre más se ampliaba el tiempo en el que permanecían en silencio, él se fue sintiendo más tonto. Debió devolverle el saludo. Humedeció su labios y se volvió a ella.

—Soy Steven, mucho gusto. —Ella pareció aliviada de que él dijera algo y extendió su mano para estrecharla con la de él. —Eres Jessica.

—Sí, te vi en la reunión. 

—No me di cuenta. —Comentó él, revelando que había estado observándola. Bajó la cabeza y se ordenó comportarse con compostura. Ella debía de verle como un idiota, si seguía actuando como un adolescente.

—¿Sabes de algún apartamento que estén alquilando? Me estoy quedando donde una amiga y es muy incómodo porque ella vive con su novio.

— No, la verdad no. Pero te estaré informando cualquier cosa que sepa. —Aseguró, sacando la copia de la máquina y guardando las demás. —Te veo luego, Jessica.

Melany, esperó a que las farolas del cementerio se encendieran para ponerse de pie. Acarició con su mano, la lápida y se fue. Unas gotas cayeron sobre su rostro y se apresuró en tomar un taxi. Por primera vez en unas semanas, su estómago le pidió comida y fue a una cafetería a la que solía ir cuando no había conocido a Steven.

Frente al espejo del baño y con un paño húmedo, corrigió lo que se había esparcido por sus mejillas y salió a tomar un café caliente. La lluvia se desprendió con poder sobre la ciudad y ella observó por la ventana el tiempo suficiente para darse cuenta que no detendría la tormenta sino hasta en un buen rato.

Jessica, a pesar de ser joven no era ingenua y había notado la insistente mirada de Steven sobre ella. Había soportado su acoso visual lo suficiente para notar lo apuesto que era. Su estudio había determinado que recién entraba en los treinta, que había pasado mala noche y que la encontraba atractiva. 

Su emoción habría muerto, de haber notado el anillo de compromiso y de saber que su aparición causaría graves estragos en un matrimonio, que de por sí, ya se estaba desmoronando.


UNA ROSA MARCHITA │COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora