Câlins Gratuits

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Namjoon debe ordenar su closet. Listo.

[...]

Había cosas que Namjoon olvidó cuando conoció a Seokjin apenas días atrás. Cosas básicas; sacar la basura, regar la pequeña suculenta en su balcón, conseguir la bendita foto que evitaría reprobara psicología.

Cosas básicas.

Entre esas cosas se encontraba ordenar su armario.

No es que Namjoon fuera una persona obsesionada con la limpieza —lo cual era irónico para alguien con su personalidad—, pero había llegado a ese punto en el que su habitación estaba infestada de ropa por todos lados. A decir verdad, Nam no entendía aún cómo era que teniendo tantas prendas siempre usaba lo mismo. En resumen, era urgente poner las cosas en orden.

Todo esto lo pensó cuando al llegar a casa y entrar en su cuarto casi tropieza con la ropa sucia en el piso. Pero luego recordó que era tarde para ir a trabajar así que decidió que su cuarto podría esperar.

Después de salir corriendo de su casa y atravesar la ciudad hasta el centro comercial, llegó a eso de la una con treinta de la tarde, justo a tiempo. Hoseok ya se encontraba en su usual puesto atendiendo a los pacientes del doctor Jeon.

— Ya llegué —le anunció a su amigo rubio mientras se colgaba el gafete que le identificaba como trabajador del lugar.

— ¡Al fin! —Reclamó el más bajo—, necesito que me cubras esta tarde.

El moreno torció la boca ante la petición de su amigo.

— Hoy comeré con Seokjin.

Hoseok se llevó una mano al pecho y con un gesto exagerado abrió la boca y achicó los ojos.

— ¿Estás prefiriendo a un desconocido que a mi? Te voy a matar, Kim Namjoon.

— No es un desconocido —se excusó el de cabello morado—, además, no puedo cancelar de la nada.

El mayor rodó los ojos y bufó.

— Eso, o sólo quieres tirarte al famoso Seokjin. Que calladito te lo tenías. Yo que llegué a pensar que eras asexual —se burló Hoseok.

— ¿Cuántas veces te tengo que decir que no es eso? —Respondió cansado—. Ayer que fui a su casa para saber cómo se encontraba me di cuenta que eso de la tristeza va más allá con él. De verdad necesita estabilidad en su vida, y esto de comer juntos se ha vuelto una nueva rutina. Me preocupa abandonarlo ahora.

Hoseok, con los brazos cruzados y una mirada perspicaz negaba con la cabeza al escuchar la historia de su amigo.

— ¿Acaso eres su madre? El chico ha vivido mucho tiempo sin ti, supongo que sobrevivirá una tarde más —dijo—. Anda, Joonie, me debes muchísimos favores —acusó—, deberías ser tú el que se ofrezca a ser mi esclavo por tantas veces que te he salvado el trasero.  

Namjoon apretó los labios, derrotado. Porque en efecto, Hoseok había sido su protector, guardaespaldas y mejor amigo sin rechistar por demasiado tiempo. Le debía muchísimo más que simplemente cubrirlo por un turno.  

Suspiró con resignación.

— Está bien, te cubriré —dejó caer los hombros—. ¿Qué harás de todos modos?

La actitud acusatoria del rubio se transformó radicalmente en el Señor Rayito de Sol. Con una radiante sonrisa Hoseok habló:

— Mi girlband favorita tendrá su firma de autógrafos hoy, en esta plaza ¡¿puedes creerlo?! —Hizo un pequeño baile de felicidad en su lugar que logró arrancarle una risa discreta al moreno—. En cuanto me enteré, supe que era una señal del destino y que tenía que acudir a toda costa. Supe que los primeros cincuenta en la fila tendrían un meet and greet con ellas, así que le pagué a mi hermana para que se formara por mi. Lleva ahí desde las seis de la mañana.

Abrazos gratis. [NamJin]Where stories live. Discover now