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—Bienvenido a mi humilde morada

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—Bienvenido a mi humilde morada. 

Tessa se posicionó por delante mio y sacó un juego de llaves de su bolsillo, lo acercó a la cerradura y abrió la puerta, invitándome con un gesto a entrar. 

Un olor a canela, muy parecido al que suele rodear a Tess, llegó a mis fosas nasales a penas puse un pie dentro del apartamento. Era lo suficientemente espacioso para que ambos pudiéramos estar con tranquilidad y sin chocar. La sala principal se encontraba adornada principalmente por un gran y posiblemente muy cómodo sillón de color café, unas flores sostenidas por un mesa de centro y fotografías colgadas sobre las paredes.  

—¿Tienes hambre? Luego del día y noche que hemos tenido, creo que nos merecemos algo delicioso para comer. 

—Sólo espero que no te estés refiriéndome a mi. Estoy muy cansado para cualquier cosa. 

Me reí burlón mientras observaba los cambios de color en el rostro de Tess. A pesar de ser criada como cazadora, no perdía la ternura especial que la caracterizaba y que me encantaba

—¡Idiota! No te voy a cocinar nada. 

—¡Oh vamos!—Me reí acercándome a la chica—No seas así conmigo, después de lo bueno que he sido contigo—Me arrodillé frente a ella mientras hacía un puchero con los labios. 

Una hermosa sonrisa adornó rápidamente el rostro de Tessa, negó con su cabeza y me tomó del brazo para que me levantara—Tienes suerte de que me parezcas tierno ¿Hot cakes, está bien? 

—¿Estás bromeando? Es uno de mis platos favoritos, no como desde pequeño. 

—Entonces Hot cakes será. 

—¿Necesitas que te ayude con algo?

—La verdad es que sí—Rió avergonzada—Necesito algunas ingredientes que están guardados en gavetas muy altas y no puedo alcanzarlos. 

Me moví rápidamente del lugar en el que me había sentado y me posicioné detrás de Tess, ubiqué una mano en su cintura y con mi mano libre tomé las cosas que me indicaba. Sin embargo, no estimé que Tessa al darse vuelta quedaría tan cerca mío. 

Tan cerca de mis labios.  

—Theo...

La Argent movió una de sus manos detrás de mi cuello para acariciarlo con delicadeza, podría jurar que sentí como cada cabello se erizó ante su toque. Siguió deslizando su mano hasta llegar a una de mis mejillas y cuando me di cuenta de que comenzaba a acercarse a mi rostro, sentí como mi corazón se detenía. Sin embargo, sus labios se estamparon sobre mi mejilla libre, dejando un extraño vació en mi, como si necesitara algo más para sentirme completo.  

—¿Podría saber la razón de eso? 

—Te estoy agradeciendo por todo lo que has hecho por mi en tan poco tiempo. 

—Lo único que espero es que sólo me agradezcas a mi de esta manera. 

Tessa se rió y la sonrisa que tenía se expandió una más, contagiándome también a mi—Tranquilo, sólo es así contigo—Me guiñó el ojo. 

—Entonces, es todo un placer poder ayudarte—Hablé mientras le entregaba a la Argent los ingredientes que me había pedido. 

—¿Quieres cocinar conmigo?—Preguntó antes de que volviera a sentarme.

—¿Estás segura? La última vez que cociné algo, casi termino incendiando una cocina. 

—Dios Santo—Rió escandalosamente Tess—Mejor descansa y yo te aviso cuando todo esté listo. 

Asentí y me dirigí nuevamente al sillón en el que me encontraba, me recosté sobre él y comprobé lo cómodo que se veía y lo cómodo que era, mil veces mejor que el asiento de mi camioneta. 

Mi camioneta.     

Es extraño pensar que hace tan poco había estado durmiendo ahí noches tras noche y si no fuera por Tess probablemente seguiría ahí o pero aún,  estaría siendo cazado por algún loco seguidor de Gerard. En tan poco tiempo, esta chica había llegado de una manera tan profunda a mi, que aún me sorprendía. Me sorprendía que no hubiera huido a pesar de estar enterada de mi pasado, sino que por el contrario, se había quedado conmigo, como nadie lo había hecho nunca. 

Pero sin dudas, lo que más me sorprendía es todo lo que generaba en mi. Nunca en mi vida, me había interesado la gente que me rodeaba, porque yo tampoco parecía ser interesante ni importante en su vida. Sin embargo, Tess provocada sentimientos que nunca había sentido por nadie. La necesidad de protegerla, la emoción de verla sonreír, la felicidad de sus abrazos, la cercanía de su cuerpo, llenaba partes de mi a un punto que no podía explicar. 

No se que demonios había hecho con el antiguo Theo Raeken. Pero estaba seguro que la versión actual, me agradaba mucho más. 

—¿Theo?—Apareció Tessa en mi campo visual pasando su mano por encima de mis ojos—¿Estás conmigo? 

—Jesús, me asustaste. 

—No es mi culpa que hayas decidido ser Aristóteles Raeken justo en este momento—Rió Tess—Ven, ya tengo la comida lista—Tomó mi mano y me movió rápidamente hasta una mesa donde nos esperaban dos platos de Hot Cakes, que se veían, joder, deliciosos. 

Tomé asiento frente a la Argent y el exquisito olor de comida recién horneada generó que se me hiciera agua la boca. Si los Hot cakes sabían tan delicioso de cómo olían y se veían, convertiría a Tess en mi cocinera personal. 

—¿Lo vas a probar o sólo te quedarás babeando sobre la comida? 

—Eres tan dulce, Argent. 

—Lo sé, Raeken. Ahora come o se te enfriará la comida. 

Con un pequeño asentimiento, corté la comida de mi plato y la llevé a mi boca. 

Joder

Esto sabía como el cielo.                         

—Apuesto por tu rostro que me quedaron buenísimos. 

—Están jodidamente buenos, Tess. 

La chica frente a mi me sonrió y rió—Me alegro que te hayan gustado, Theo. 

Creo que me demoré menos de cinco minutos en terminar todo mi plato. Pero que podía decir, el plato estaba exquisito y no había probado comida de calidad en mucho tiempo, me merecía esos exquisitos Hot cakes. 

Luego de dejar todo lavado y tener una pequeña guerra de agua en la cocina de Tess, nos sentamos uno al lado del otro en el sillón que me encontraba anteriormente. El cansancio acumulado de los días anteriores, sumado a todo lo que habíamos tenido que pasar había comenzado a pasarme la cuenta porque sentí mi cuerpo pesado. 

—¿Sueño?

—Muchísimo. Necesito dormir 20 horas para empezar. 

Tessa río y se acercó aún más a mi cuerpo, sin ninguna advertencia pasó sus manos por mi cuello y bajó mi cabeza hasta su piernas. Extendí mis piernas a lo largo del sillón y me sentí en paz después de mucho tiempo. 

—Descansa Theo—Murmuró despacio mientras acariciaba mi pelo suavemente, aumentando la tranquilidad que tenía y el sueño que consumía mi cuerpo—Estaré aquí cuando despiertes. 

Y con su mano acariciando mi cabello y su voz tarareando una canción, caí completamente rendido.

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