• 9| Dos mundos diferentes

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—No estoy seguro. Es un viejo paranoico después de todo.

No intercambiaron palabras por unos minutos. Se sentían completamente diferentes, eso los asustaba por dentro. Parecía que estaban dejando de ser ellos mismos.

—Popee...

El rubio volteó y enorme fue su sorpresa al ver a Kedamono sosteniendo su máscara a punto de ser retirada con sus manos humanas. La expresión en el objeto blanco era seria y muy asustadiza a la vez; el temblor en su cuerpo era casi imperceptible.

—¿Qué ocurre? —Fue lo único que salió de los labios de Popee a pesar de la confusión por la que estaba pasando. ¿Acaso...?

—¿Crees que esto es anormal? —dijo Kedamono de repente, afirmando las sospechas de su amigo—. Quizá sea buena idea tratar de ser normal, ¿no?

Popee no podía estar más desconcertado; Kedamono quería mostrar su rostro pero, ¿por qué tan de repente?

Y, como si algo se conectara en su cerebro mucho antes que su anhelo de conocer las facciones que por tanto tiempo el mayor había ocultado, recordó las palabras de su padre: «¿Quieren continuar viviendo en el desierto o ser parte de esta realidad?».

«Realidad...»

¿Qué realidad?

—Keda, debemos irnos de aquí —interrumpió, saliendo de inmediato de sus pensamientos y tomando las patas del lobo.

«¿En qué momento?» trató de preguntarse pero eso no era irrelevante en esa situación. Agarró la muñeca del animal y salió de la sala en la que se encontraba.

—Pero tienes que quedarte aquí hasta que te recuperes. ¡Eso es lo que hacen las personas normales al lastimarse! —Trató de zafarse Kedamono pero el firme agarre del adolescente se lo impedía.

—¡Nosotros no somos normales!

Esquivando las curiosas miradas de todos los que se hallaban en el hospital y uno que otro grito de advertencia de parte de los doctores, lograron salir. Popee giró para asegurarse que nadie los perseguía y se sorprendió al saber que a nadie le había importado su escape lo suficiente para ir detrás de ellos.

En ese instante de distracción el lobo logró soltarse y, con mucho enfado, trato de buscar ahora una explicación para todo el reciente alboroto.

—¿¡Qué mierda te pasa, Popee!? —El enojo que tenía ahora era algo que realmente no se esperaba de un ser tan pacífico como Kedamono.

El muchacho tomó un poco de aire, exhausto y comenzó a explicar todo lo que Papi había querido decir en varios intentos:

—Este mundo quiere forzarnos a actuar normal, todo este tiempo. Desde tus temporales transformaciones, los cambios de lugar y cansancio que hemos experimentado cada día más. Estabas a punto de mostrar tu rostro sólo porque lo normal quería que lo hicieras.

»No sé qué tendrá de anormal tu rostro pero no quiero que sea este el modo en que tú hagas las cosas. —Al decir esto recibió un ceño fruncido de parte del lobo y sonrió nervioso—. Incluso yo, que hasta mi constante enojo se ha desvanecido, ¿lo notaste? Estamos siendo más normales tanto física como mentalmente. Papi ha querido evitar esto por mucho tiempo y nosotros no hicimos más que tratarlo como un viejo loco...y no niego que lo sea pero debes escucharme. Por alguna razón el más afectado eres tú, debemos salir de aquí y buscar a ese anciano ahora.

Tanta información había salido de la boca de Popee que Kedamono tardó un poco de procesar todo. Sus cejas demostraban su incomprensión pero a los segundos su expresión se relajó, soltando por fin su respuesta:

—Me sorprende que tu cabeza haya pensado todo esto en tan poco tiempo, ¿eres tú en verdad o esta “realidad” te está volviendo más inteligente? Porque si es así prefiero vivir aquí qu-

—¡Oh por Dios! ¿Vas a venir conmigo o qué? —Molesto, calló al de menor estatura.

—No me dejarás otra opción, ¿verdad?

Popee sonrió y tomó de nuevo la patita de Kedamono, casi arrastrándolo en su búsqueda de una salida. La diminuta ciudad se había convertido en una gigantesca metrópolis, estaba perdido al no tener idea de las calles que lo rodeaba y cuál llevaba a tal lugar.

Por supuesto que prefería vivir en un desierto que un laberinto de pavimentos y altos edificios.

De repente, su velocidad comenzó a disminuir y un peso de más en su brazo lo tironeaba. Descubrió que el animal y sus pasos eran cada vez más lentos, se notaba que el cansancio se estaba apoderando de él.

—Popee...estoy muy-

—Cansado, lo sé. ¿Qué? ¿quieres que te cargue como a una princesa y te lleve a tu castillo a salvo?

Kedamono abrió los ojos y luego los cerró formando una sonrisa en su máscara. No puede estar hablando en serio.

—Ni lo pienses. Vamos. —Esta vez agarró sus dos patas traseras y continuó su caminata llevándolo a rastras. Poco le importaba la atención que estaba llamando, el punto era verse lo menos normal en ese mundo de gente común.

—Me duele, Popee —murmuró somnoliento y con pequeñas lágrimas dibujadas asomándose.

No tardó en caer rendido ante la ternura del ahora mitad-lobo que yacía dormido en el suelo y, aprovechando su disminución de peso al transformarse nuevamente en humano, lo cargó en sus espaldas para proseguir.

De un momento a otro, sintió como Kedamono se aferraba y acurrucaba a él, sumergido en su totalidad en el mundo del sueño.

Esto se iba a poner difícil para Popee.

Esto se iba a poner difícil para Popee

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Y...¡por fin actualicé esta mierda!

Seh, este es el momento en que la mitad de los lectores ya no están y los pocos que quedan sólo vendrán a putearme ahk.

No tengo excusas para darles más que la vagancia de las vacaciones y mi baja autoestima ¿?

El capítulo quedó mucho más confuso que todos los demás anteriores. Hasta quizás ya haya perdido su "toque" principal, i know. Pero me ha costado bastante expresar la explicación "razonable" de todos estos hechos;;

So...disfruten mientras puedan esto, que tal vez el próximo capítulo sea el último o directamente será el epílogo :^)

¡Nos vemos prontituh!

🌸 Moeki 🌸

Anormal 『PopKeda』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora