Un Ganso y un Oso en el Final del Universo

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Un Ganso y un Oso en el Final del Universo.

Billones de años después de qué la ciencia se acabara y no quedase nada nuevo por descubrir, en un lugar remoto del espacio, las estrellas hacía ya mucho que habían dejado de nacer, y poco a poco habían ido muriendo todas y cada una.


En medio de este caos se encontraron, flotando, un Ganso y un Oso.


— Hola. ¿Tengo el placer de conocerte?— dijo el Oso, contento de ver a alguien en un lugar tan vacío y decadente. — Lo dudo— respondió el Ganso.— ¿De qué civilización vienes?— .


El Oso se quedó pensativo y, durante un instante, se dio cuenta de cuanto tiempo había pasado desde que abandonó su antiguo planeta. Sin embargo dejó ir aquel pensamiento con la misma rapidez con la que se había instalado en su mente, no merecía la pena torturarse pensando en aquello, no podía cambiar nada, así eran las cosas.— No me acuerdo del nombre con el que solíamos referirnos a nosotros mismos, hace mucho que nadie recuerda los nombres de nada.—dijo el Oso, sin un ápice de tristeza en su voz. —¿Quién iba a recordarlo?—respondió el Ganso, ligeramente divertido—. Somos los últimos seres vivos que quedan en el mundo, ¿no te habías dado cuenta?—añadió.


El Oso observó a su alrededor mientras las pocas galaxias que quedaban comenzaban a colapsar todas al mismo tiempo. El Ganso no mentía, todo estaba acabando.


—¿Cuánto tiempo nos queda?— Dijo el Oso, en un tono de voz extrañamente calmado para la tremenda desesperación que sentía por dentro. —Muy poco— Le respondió el Ganso, fascinado por ver la preocupación de su amigo, un sentimiento que le había abandonado hacía ya mucho. —Ha sido un buen viaje—. Añadió. — El viaje aún no ha terminado— señaló el Oso. —¿Qué pasará cuando el tiempo se acabe?—. Dijo el Oso, después de una breve pausa. — No mucho. Todo parará de existir, no más diversión. Ha sido un placer hablar contigo, Oso. En otro momento podríamos haber sido grandes amigos—Dijo el Ganso, y cerró los ojos sin esperar a oír la contestación de su compañero. Sé quedo dormido rápidamente. El Oso empezó a llorar desconsoladamente, en mitad de un profundo ataque de pánico.


Pasó el tiempo y las pocas horas que le quedaban al universo se convirtieron un minuto. La última estrella que seguía brillando estaba llegando al final de su larga vida. En aquel momento parecía infinita, casi divina, pero Oso y Ganso sabían que, allí, en el último minuto del universo, no había ninguna deidad presente. Dentro de sesenta segundos los billones y billones de años del universo serían evaporados y no habrían servido para nada.


—Ganso, tengo miedo— Dijo el Oso. —No te preocupes, te prometo que no dolerá—Le respondió con toda la amabilidad posible—. Dame la mano—.

FIN

Un Ganso y un Oso en el Final del UniversoWhere stories live. Discover now