Los niños del sol

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Erwin

Bajé al barco en donde todos me rindieron una reverencia ante tal evento, sin embargo, Kendra me mira con disgusto.

—Tráiganme comida y cambien el rumbo.

—¿Quién te crees que eres?

—El próximo rey de Astoria.

—Tranquila, no te mataré, te necesito viva.

El barco cambia de rumbo hacia el tempo de Helio, me temía lo peor, no sabía que pensar al respecto ¿Y si no soy digno de entrar? ¿Seré un buen rey? Si tan sólo Cedric estuviese aquí sabría que decir, me senté a comer podía ver al otro lado del barco como Kendra me miraba, su mirada marcaba un odio puro.

Matarla significaría condenar a la población a más años de oscuridad y no podía hacer eso, más nos vale conseguir algo rápido, ya que, la vida en la tierra puede morir paulatinamente y sería el fin de nuestra especie. El templo nos dará la respuesta, si fue un dios quién regresó el poder a nuestro padre entonces que sea un dios quién decida nuestro destino.

Rowena

—Jamás me hubiese imaginado la magnitud de este templo.

—Princesa, nuestros hombres nos quedaremos acá.

—Creo que yo también me quedo.

—Pero ¿A qué se debe eso?

—No somos dignos de entrar.

 —Es mejor que vayan solas.

Morgana y yo entramos al templo que era enorme y cuyas paredes estaban llenas de símbolos extraños.

—Este lenguaje nunca lo había visto en mi vida ¿Qué clase de templo es este?

—¡Hola! ¡Hola!

—¿Por qué gritas?

Escuchamos un ruido dentro del templo, así que, saqué mi espada y Morgana apunta su arco dándonos ambas la espalda, entre las sombras se podía ver una mujer de hermosa apariencia, sus ojos eran violeta y su cabello excesivamente negro, su piel era como la porcelana y tenía un hermoso vestido plateado junto con una diadema que adornaba su cabeza.

—¿Qué eres tú?

—Yo soy Selene, diosa de la luna y de los mares.

Morgana se arrodilla frente a ella, yo hago lo mismo, ella nos pide que nos levantemos y pregunto:—¿Por qué este lugar está tan vacío?

—Porque este templo no es para que moren humanos sólo es un punto de reunión.

—Pensé que los dioses no podían descender a la Tierra.

—No podemos.

—Lo que ven sólo es el reflejo de la luz dada por mi hermano Pyrus.

—Estamos aquí en búsqueda de respuestas.

—¿Quién es el más digno para reinar?

—Eso es algo que sólo decidirá mi padre.

—Entonces ¿Podemos hablar con él?

—No, lo siento. Son indignas de tan sólo dirigirle la palabra.

—¿Qué podemos hacer para ser digno del favor de nuestro abuelo?

—Actúen como su padre.

—Eso es lo que estaba haciendo, pero no dió resultados.

—¡Espera! ¡No te vayas!

Los niños del sol [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora