El salvaje este (final)

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—Cuánta razón tienes, Ranko —le sonrió Kasumi en respuesta.

—Al principio será muy duro —comentó Akane—, nos costará que nos tomen en serio siendo mujeres, aunque sea la marca Tendōru.

—¿Hm? —Nabiki se quedó pensativa mirando el techo y acariciándose la barbilla. Luego clavó sus astutos ojos en Ranko—. Creo que... tengo una idea que nos podría beneficiar.

Ranko tragó saliva, y casi sin darse cuenta se acercó más a Akane, atemorizada.

—Eso me dio miedo —le comentó en un susurro.

—Haces bien —fue la respuesta preocupada de la menor de las Tendo.

Luego de hablar con el empleado siguió un largo papeleo para retirar los bienes de Soun Tendo. Nabiki, además, comenzó a consultar de inmediato los requisitos para acceder a un préstamo para colocar una pequeña armería y dejó agendada una cita para la semana siguiente para la solicitud.

—¿No estás acelerando demasiado el proceso? —preguntó Akane.

—Esto es lo que siempre quise, hermana, poder salir de Nerima y hacerme rica —respondió Nabiki—. Y las dos cosas pueden hacerse realidad, ¿crees que voy a esperar?

—Supongo que tendremos que hacer el equipaje al volver a casa —comentó Kasumi alegre.

—Pero primero necesitamos un lugar donde vivir en la capital, ¿y qué vamos a hacer con nuestro rancho? —inquirió Akane.

Las cuatro mujeres y el panda salieron del banco charlando y haciendo planes.

—Es fácil —respondió Nabiki a la pregunta que había hecho su hermana menor—, la alquilaremos a algún interesado en trabajar la tierra y tener a los animales. Con el tiempo, claro, podríamos venderla, pero mientras tanto ese dinero nos servirá para vivir en un lugar modesto en la capital porque el dinero que papá nos dejó deberemos invertirlo por completo en nuestra empresa.

—Es como si ya hubieras pensado en todo esto desde antes, Nabiki —comentó Kasumi sorprendida.

—Desde que tengo uso de razón he elaborado más de ciento cincuenta planes distintos para hacerme rica y poder irme de Nerima —respondió Nabiki encogiéndose de hombros—. Ahora, vayamos a comer algo mientras continuamos haciendo planes.

—¿Comer? Pero... no tenemos dinero —dijo Akane—. Apenas podemos costearnos los pasajes de regreso a casa.

Nabiki puso los ojos en blanco.

—Claro que tenemos, traje nuestros ahorros —replicó.

—Que hiciste ¿qué? —preguntó Kasumi alarmada—. Pero, Nabiki...

—Es obvio, veníamos a la capital a cobrar una herencia, un supuesto tesoro millonario, ¿para qué necesitábamos nuestros ahorros? Además, pensé que después tendríamos que irnos a festejar nuestra buena suerte ¿y con qué otro dinero lo haríamos sino? Pensé en todas las alternativas y al final concluí que había que tomar ciertos riesgos —indicó Nabiki.

—Da miedo, realmente da miedo —murmuró Ranko cerca de Akane.

—Debemos programar un cronograma de actividades —continuó Nabiki—, lo mejor sería que la armería estuviera montada y funcionando este mismo año.

—Con el ímpetu que le pones, seguramente así será —comentó Kasumi con una sonrisa divertida.

—Creo que ya es tiempo de que... me vaya —comentó Ranko deteniéndose en medio de la calle.

Las hermanas Tendo también se detuvieron y la observaron con sorpresa. El panda agachó la cabeza tristemente.

—Oh, pero... Ranko... —murmuró Akane, sin embargo, no sabía qué decir para retenerla.

El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)Where stories live. Discover now