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Ella era tan hermosa, tan pura, tan bondadosa. La flor cuya espina no lastimaba. La semilla que germinó floreciendo y marchitando, pero luchando por embellecer todo a su alrededor.

En una pequeña provincia  de Panamá, llamada "La chorrera", había nacido una hermosa niña, la cual fue nombrada Eva. Su madre Tata, quién era una madre soltera, no se emocionó tanto por la llegada de aquella niña, pues ella ya tenía cuatro hijos más, de las cuales ya le agotaban la paciencia.
Tata pese a su treinta dos años, se sentía agotada, cansada y frustrada de su propia vida. Trabajaba en un bar, y dejaba a sus hijos con su hermana Eloy. La pequeña Eva fue producto de un embarazo no planificado, pues Tata la había procreado en un momento de pasión momentánea, con alguien a quién no recuerda, ya qué una noche fue suficiente para que ese hombre se marchara y no apareciera más en su vida.

Así pues, Eva fue dada al cuidado de su tía Eloy, quién la adoró al primer momento de mirarla. Eva tenía cuatros hermanos más, las cuales dos eran hembras y dos varones.

Con el pasar de los años Eva fue germinando como una pequeña niña adorable y hermosa; su cabello negro, largo y sedoso, crecía de una forma natural. Poseía unos hermosos ojos negros y una piel canela.

Su madre trabajaba días y noches seguidas, no le dedicaba tiempo. Para Eva su madre había sido y siempre sería Eloy. Pero una tarde, en la cual Eva celebraba su nueve años,  Tata había llegado a su casa con un señor más mayor que ella, presentándolo como su futuro esposo.

El hombre la cual era trigueño, alto y áspero, rondaba por sus cincuenta años. La pequeña Eva se sentía intimidada y a la vez triste, pues no quería alejarse de su adorable tía, la cual la cuidaba con todo su amor. Pero era inevitable, debían cambiar su estado de vida, y él, siendo un chofer de bus, la cual ganaba bien, podía sacar adelante a esa mujer y sus cincos hijos.

Para Tata era una  bendición de Dios, ningún hombre haría lo que él había hecho  por ella: recogerla de un bar de mala muerte y proponerle una vida de amor y paz.

Y poco días después, la pobre Eva lloró en brazos de su tía.

—¡No tía, no quiero irme! ¡te lo imploro!

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—¡No tía, no quiero irme! ¡te lo imploro!

La tía sólo la besó y dejó en ella una lágrima de emoción y tristeza.

—Será lo mejor para ti.

—¡Ya vámonos chiquilla tonta! —gritó su madre con impaciencia.

Eva nunca imaginó lo que la vida le tenía, nunca imaginó que marchitaría lentamente y de una manera cruel.

Él se presentó como un hombre formal, respetuoso, sincero y amoroso. Se ganó a su madre, se ganó a los hijos. Todo estaba bien, hasta que la pobre niña cumplió diez años, y en ella su cuerpo fue cambiando, desarrollándolo a temprana edad.
Eva siendo una pequeña niña, y no conociendo nada de lo que experimentaría, corrió en busca de información donde su madre, pero esta estaba muy ocupada para enseñarle lo que era entrar a la pubertad, enseñarle que la menstruación es parte de la mujer. Que entraría a unas series de cambios en su cuerpo, pero no, no lo hizo. Allí Eva lloró de miedo, mirando su panties manchado.

Poco después su tía le explicó todo.
Eva ya empezaba a retoñar. Una niña hermosa e inteligente, una niña amigable y social, pero todo eso se apagó, cuando alguien notó  el cambio de su cuerpo, de como poco a poco la niña iba dejando su pequeño cuerpo para mudarse a uno diferente. El haber echado senos, glúteos y cintura, hizo que aquél hombre entrara en una noche a su habitación, tomándola  desprevenida, amenazándola de muerte, para luego destrozarla, para luego arruinar su infancia, y  arrebatarle su pureza.

Y Eva iniciaba a una vida de tristeza; a un infierno maldito.

Mala madre حيث تعيش القصص. اكتشف الآن