—Está bien— dije mientras que sofocaba las chispas que danzaban en mi mano, fue hasta ese momento que pude notar a Madison des tensarse y relajarse en su asiento, sonreí, me encantaba que ella me tuviera miedo.

Después de unos segundos el carro se encendió y comenzó a alejarse del instituto, yo lo quede viendo por unos segundos antes de que este desapareciera en el horizonte.

—No sirves para mantener promesas Cortsen— Las palabras de Johan me agarraron por sorpresa, yo me voltee hacia él y lo quede viendo por unos segundos.

—No sé de qué estás hablando— le dije con sinceridad.

— No vuelvo a montarme a un carro contigo conduciendo— él me recordó las palabras que le había dirigido cuando habíamos entrado al campus a la fuerza.

—Eso… pues tú no estás conduciendo— señale.

—¿Y quien dice que yo no voy a conducir de regreso?— dijo él con una sonrisa amplia apareciendo en su rostro.

Yo suspire y me hundí en el asiento, esperando que Johan desapareciera del lugar tanto o más de lo que lo deseaba mi tía.

Yo nunca había sido del tipo de persona que compraba, mi tía siempre aconsejaba que debería comprar, yo asentía y ella pagaba… así de sencilla era mi vida como compradora, parecía que ser híbrido no había cambiado ese aspecto en mi vida.

Mientras Anael arrastraba a Lua por los pasillos del centro comercial yo me fui a pedir un helado en la primera heladería que encontré.

—¿Qué desea señorita?— me pregunto un joven de unos veinte años de edad, llevaba un bonito uniforme naranja con crema.

—Un cono con helado napolitano por favor— pedí mientras miraba como el joven me sonreía e iba a buscar el helado que había pedido.

Yo me quede con los codos apoyados sobre el mostrador, mientras miraba los precios de los helados una figura apareció a mi lado, mire de reojo y me sorprendí cuando vi a James.

—¿Entonces el napolitano es tu helado favorito?— yo lo ignore eficientemente, estaba mejorando, ahora sus palabras solo me ponían nerviosa pero no explotaban mi corazón en miles de pedacitos.

— Aquí tiene señorita— dijo el joven mientras me pasaba el helado y me decía lo que costaba, yo pague por mi postre y luego me aleje del mostrador para irme a sentar en una de las mesas de la heladería.

Pasaron un par de minutos en los cuales yo disfrute del sabor de la fresa, el chocolate y la vainilla derritiéndose en mi boca, lamentablemente aquel momento de paz se hizo trizas cuando James se sentó en mi mesa.

—¿No deberías andar con Madison?— dije a regañadientes.

—Madison anda con mis padres comprando ropa para año nuevo, tu deberías estar haciendo lo mismo con tu tía— recomendó él— es bueno pasar tiempo con tus seres queridos cerca del año nuevo, para reflexionar sobre el pasado y mirar hacia el futuro.

Yo no hice ningún comentario sobre lo que me había dicho sino que seguí comiendo mí helado en silencio.

—Detesto los años nuevos— le dije con sinceridad mientras me levantaba, estaba dispuesta a terminar esta charla lo más rápido posible.

Cuando camine a su lado, él me agarro de la mano, yo me voltee y lo mire de frente, nunca había visto tanta intensidad en los ojos azules de James.

—¿Por qué?— inquirió él mientras la sangre corría a teñir mis mejillas de un color carmesí, detestaba que él pudiera destruir mi fuerza de voluntad con tanta facilidad.

Escuela de híbridosWhere stories live. Discover now