Capítulo V

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De Baños Y Otros Diagnósticos.

—Y así fue como descubrí que la cosa verde en mi cabello era, ni más ni menos, que esa cosa viscosa que viene en el frasco de los pepinillos —acota Avery mirando su, ahora suelta, cabellera—. Aunque no fue fácil, al principio creí que era gelatina de limón, luego pensé en un extraño puré de verduras o algo parecido, proveniente de la viejecita a nuestro lado. Pero no, ayer cuando fui a la cocina a prepararme un emparedado, vi el frasco de pepinillos y lo deduje todo. ¡Soy más brillante que el mismísimo Sherlock! ¿No lo crees? —abro la boca para responderle, mas ella me interrumpe. Maldigo los días en los que Avery despierta con ganas de hablar— Aunque, aún no me explico como llegó eso a mi cabello, los frascos de pepinillos se guardan en la cocina y la pelea fue fuera de la cocina, ¿cómo llegó eso a mi cabello? Creo que la respuesta nunca se sabra, este es un suceso que será recordado con tristeza por la comunidad científica y por el resto de la humanidad.

—Hey —alguien interrumpe a mi amiga y, aunque odie decirlo, agradezco que Hunter haya llegado—, chicas, ya no hay por que llorar, su chico preferido ha llegado ya.

—Eso de rimar no se te da muy bien, ¿verdad? —Skylar aparece a su lado y ocupa el escritorio vacío junto a Avery.

—Claro que se me da —le responde Hunter, sentándose frente a mi—, pues soy Hunter y se rimar, eso no te lo esperabas, ¿verdad? Estoy seguro de que te acabo de impresionar.

—Cállate, Hunter —le dice la pelipúrpura, al mismo tiempo que le lanza su mochila, derribándolo con un golpe seco—, tan sólo te faltan un par de pantalones caídos y un chico que te siga haciendo ese ruido molesto que hacen con la boca en las peleas de rap.

—Muy buena esa, bebe —Avery ríe y ambas chocan palmas de manera extraña. ¿De qué me he perdido?

—Saben, He oído que la señora Parker llegará tarde hoy —comenta Hunter, poniéndose de pie—, ¿qué les parece si nosotros hacemos lo mismo? Porque a mi no me importaría salir de clases y conseguir algo de comida.

—Chicos, yo... no creo que sea una buena idea —comienza Avery, con cierto nerviosismo—, porque soy realmente mala en geografía y si no entro a clase no entenderé nada y luego Faith tendrá que explicarme y ella es realmente mala en eso, ¿saben?

—¿Qué sucede, Cole? —le pregunta Skylar, en tono burlón— ¿Tienes miedo?

—¿Miedo a saltarme las clases? No —responde mi amiga—. ¿Miedo a que mi madre se entere? Si, y mucho.

—Oh, vamos, Cole —Hunter pasa un brazo sobre sus hombros y comienza a zarandearla con suavidad—. No creo que sea tan mala.

—Es que tú no conoces a la señora Cole —replico con tono sombrío—. Ella es muy amable y agradable cuando se lo propone, pero cuando se trata sobre algo relacionado al colegio se convierte en la viva imagen del diablo. Recuerdo aquella vez que Avery tuvo que irse a casa temprano a causa de esa epidemia de gripe el año pasado, terminó rogándome para que la dejara dormir en mi casa ya que temía que su madre la asfixiara con una almohada mientras dormía.

—Esa mujer es realmente aterradora —agrega la rubia con una voz de ultratumba.

—Muy bien —dice Skylar, rompiendo el incómodo silencio que de pronto se ha formado—, luego de esa sombría narración creo que estamos listos para ir por comida, ¿quién me apoya? ¡Genial! Tomaré sus caras de confusión como un acuerdo unánime. Ahora muevan sus traseros y salgamos de aquí —comienza a caminar hacia la puerta, tomando su mochila del suelo y colgándola en su hombro—. ¡Oh, vamos, Cole! No pasará nada. Estas hablando con una profesional en esto de saltarse clases; sólo me han atrapado una vez y fue porque el niño de mamá, sentado a mi lado, corrió con el profesor Stanley en cuanto regresamos y le contó todo, ya que creía que nos atraparían en cuanto vieran el juguete que le habían dado con su cajita feliz.

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