NOCHE DE DOS-PARTE 1

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— ¿Podrías darme la talla más pequeña? Odio la ropa holgada, no me gusta — manifestó la delgada castaña de ojos pardos ubicada al otro lado del níveo mostrador de la tienda.

— Claro. Iré a buscar una de tu talla. Enseguida vuelvo — anuncié esbozando una sonrisa demasiado falsa, y tras dar una vuelta caminé hasta la parte trasera soltando un profundo suspiro que más bien había parecido un bufido exacerbado.

Luego de cruzarme con Cleo, Katrine y Lisa, algunas encargadas de ayudar a mi madre con la tienda, pude encontrar el número de talla correcto de la blusa que había pedido la castaña. Demasiado minúsculo a mi parecer; prácticamente un sostén deportivo con brillantes. Pero yo no estaba allí para dar opiniones, simplemente estaba aquél día remplazando a mi madre en su tienda ya que había hecho una visita rápida a su odontólogo.

Luego de media hora oyendo quejas y objeciones acerca de la tela, los tirantes y los accesorios de la blusa, la molesta castaña no se había llevado absolutamente nada.
Esa era la parte molesta de tener una tienda según mi madre.

Desde el principio había sospechado que la tal Dahianne se probaba todos los vestidos, jeans y blusas con el único fin de sacarse un par de fotos en el espejo del probador. Pues claramente oía el inconfundible sonido que causaba la cámara de un móvil al tomar una fotografía.

Tres horas más adelante llegaba a casa en compañía de mi madre, quien nada más poner los pies en el suelo se había dirigido hasta la cocina a por un vaso de agua. El lugar vacío en la cochera indicaba que mi padre aún no llegaba a casa. Adentro, desde la planta baja se oían voces y murmullos que provenían desde las escaleras.

— ¿Entonces puedo responderle ya? — preguntó Kara bajando los escalones grisáceos, enfundada en un vestido turquesa con un escote demasiado pronunciado.

— Espera dos minutos más, así pensará que eres una chica interesante. No solo una desesperada que pasó todo el día esperando un mensaje suyo — respondió Peyton bajando al lado suyo, caminando dificultosamente con aquellos zapatos rojos de tacón interminable.

A excepción del color de ojos, la estatura y el reciente tinte azulado de Peyton, ambas gemelas eran totalmente idénticas. Difícilmente las diferenciaba antes, eran mis padres los únicos que sabían con exactitud quién era quién.

— Contraten un detective que las ayude — espeté tras subir las escaleras y cruzarme de brazos frente a ellas, impidiéndoles el paso.

— ¿Ahora qué Gustave? ¿Un detective para qué? — interrogó Peyton imitando mi pose luego de poner los ojos en blanco.

— Para que las ayude a encontrar los metros de tela que falta en su vestimenta — manifesté sonriendo de lado con gesto burlón y rápidamente corrí escaleras arriba pasando en medio de ambas. Claro, no sin antes ganarme un buen golpe en la espalda con el bolso de alguna de ellas.
Imbécil, ya madura cretino, mamá dice que así estamos bien, gritaron ambas antes de que pudiera entrar en la habitación.

Después de cerrar mi puerta, recostarme sobre esta y cerrar los ojos, disfruté del silencio que lo había invadido todo.
Pero eso no duró mucho...
Lacónicos segundos después empecé a oír los murmullos y gritos provenientes del televisor con volumen máximo ubicado en el cuarto de al lado. Las voces de los comentaristas y los cánticos de los espectadores retumbaban en mis oídos.

— ¡Maldición! ¡Directo al arco, directo al arco! — gritaba Khloe con el ánimo entusiasta que la caracterizaba al oír o ver algún partido de fútbol. La menor de la familia tenía especial adoración por el Manchester United Football Club. Gusto que no tenía muy contentos a ninguno de mis padres, pues no era una inclinación demasiado “femenina

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⏰ Última actualización: Jan 20, 2018 ⏰

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