Cap. 5 Noche fuera de casa

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Mare

Llegamos a la  asa de Álex a eso de las cuatro de la tarde,  al final decidimos comer en esa cafetería cualquier cosa, antes de pasarnos por la tienda de licores y arrasar con el primer estante que vimos.

- ¡Bien!, prepara las copas yo necesito ir al baño-exclamo a Álex mientras cierro la puerta de su casa tras de mí.

- Claro nena, las preparo.

Intento ir al baño pero Álex me alcanza y coloca cariñosamente ambas manos a cada lado de mi cara. Sus tibias manos calientan de manera suave y rápida mi piel, que se ha quedado helada desde que lo vi a él en el tren. Acaricia con sus pulgares la zona bajo mis ojos, limpiándome así dos pequeñas lágrimas que se me habían escapado sin permiso alguno. Acerca sus labios a mi cara y deja un suave beso en mi frente que se alarga bastante pero no me molesta. Al revés, el suave y cálido tacto de sus labios contra mi piel me reconforta y mucho. Sus labios bajan lentamente, como si me quisiera acariciar con ellos, dejando besos pequeños por toda la cara. Desde la frente hasta la punta de mi nariz, va a mis mejillas y las besa suavemente primero una y después la otra, para terminar dejando un tierno beso en mis labios, a penas un pico pero se me antoja muy cariñoso y reconfortante. Me imprime fuerzas y alivia un poco mi tortura interna de verlo a él de regreso, de saber que tendré que verlo todos los días en casa, como antes, pero que jamás será como antes porque él lo destruyó.

Destruyó todo lo que hicimos, todo lo que vivimos y lo poco que comenzamos a sentir juntos. Lo arruinó todo al marcharse así, sin mirar atrás, sin importarle nada y menos yo.
Dejándome rota en el proceso. Jamás podré olvidar su silueta cruzando esa puerta, mis gritos nombrándolo, suplicando que no me dejase, que no se fuera, diciéndole que si aunque fuera miraba atrás, hacía mí por un momento, tan solo un instante, lo esperaría. Como tampoco olvidaré como se negó a mirarme, se negó a cumplir mi única petición y se negó a un "nosotros".

Álex adivinando, como siempre, lo que ronda "mi cabecita" como él dice, me da un abrazo y susurra en mi oreja palabras de ánimo. Siempre sabe qué decir para hacer que me sienta mejor.

- Nena, sabes que mi casa es tuya, puedes venir cuando todo parezca pesar demasiado que incluso te corta la respiración, para hablar e insultar al muy estúpido, para beber conmigo, cenar y ver pelis o incluso solo para que te de un abrazo, siempre que quieras. Sabes que mis puertas estarán siempre abiertas para ti.

Lo miro y asiento ya que no me siento preparada para decir una frase completa sin ponerme a llorar.
Deja un beso en mi coronilla y me suelta para que pueda ir al baño. Aunque creo que ya no lo necesito y Álex lo sabe, pensaba meterme al baño para llorar con tranquilidad pero él me ha animado mucho más con ese abrazo. Igualmente entro al baño para comprobar mi maquillaje y efectivamente, ésta totalmente arruinado, el rimel corrido y mi pinta labios también, los ojos rojos de haber contenido las lágrimas y haber llorado, en definitiva, parezco un oso panda lloroso y con la boca roja.

Decido lavarme la cara bien con jabón, para quitar cualquier rastro de haber llorado, me hecho agua bien fría para bajar la leve hinchazón de mis ojos y cuando me veo bastante decente frente al espejo, decido salir y tomarme mi copa.

Álex me espera en su sofá de cuero negro, copa en mano mientras la mía me espera en la mesa. La cojo y la veo bastante cargada.

-¿Doble?-le pregunto al ver las dimensiones y sobretodo la diferencia entre su copa y la mía. Niega con la cabeza.

- Triple, la necesitas-completa su frase antes de que pueda protestar.

Quedo por un momento pensativa al respecto, pero Álex tiene razón, la necesito. Bebo mi copa de un trago, que abrasa mi garganta al completo mientras el líquido ocre hace su camino hasta mi estómago. Lleno mi propia copa y repito el proceso unas cuantas veces más.

El idiota que ha regresado #2 (+18)Terminada #Disponible en Amazon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora