Descendientes - Fiesta Mágica I

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— HABÍA UNA VEZ LVIII—




Pronto los segundos fuegos artificiales se hicieron oír, las personas felices se saludaban unas a otras dentro del gran castillo, mi mente ahora mismo andaba de un lugar a otro, no sabía qué hacer exactamente ahora, ¿debía inclinarme ante las personas y luego ofrecerles una sonrisa, tan solo por ser una princesa?

— ¿Meido? —parpadee una cuántas veces acostumbrándome a ser sorprendida por personas odiosas... Es decir...por mis amigos.

— Andy —musité a regañadientes con una sonrisa.

— wao, enserio no puedo creer que ahora te vea con una corona, te ves, espléndida —rasque mi nuca y asentí ante su comentario, sonrío de lado burlona, conocía bien ese rostro— ¿ahora debo inclinarme ante ti y esperar a que me digas que puedo levantarme? —cuestionó la retadora.

Alcé una ceja y me crucé de brazos— bueno eso puede serme útil, así me sentiré más de la realeza —comente con cierto sarcasmo.

Ella se rió y negó con la cabeza, tomando en cuenta que debía actuar normal conmigo y no indiferente ahora que era princesa.

— me vendría bien unas clases de princesa, debo aprender a cómo ser una — musité.

— ¡Oh! En ese caso, consulta a Alice, tiene muy buenos consejos, su madre es... —

— la famosa chica que se cayó al pozo y llegó a este mundo, si me sé la historia Andy —comente con una sonrisa de lado.

— sí, aún no puedo creer que haya otro mundo, puedes creerlo, dice la madre de Alice que ese lugar es muy aburrido, que solo saben ser rectos y justos —

— como un rey —indique.

— como uno, pero siempre lo hacen no a veces, no, ellos siempre son así —

— vamos no puede ser tan malo, debemos tener casi las mismas actualizaciones —

— no creas mucho lo que escuchas Meido, algunas cosas son falsas —rodee los ojos ante su altura de paranoia, pero pronto mi sentidos se alarmaron cuando sentí como pronto algo enrollaba mi cabeza por detrás, me di un giro y con mi bastón en mano hice frente a la amenaza.

Un tipo loco, con ojos de distintos colores y mirada de gato divertido, me miraba con una enorme sonrisa, sin contar su extravagante sombrero y su ropa llena de telas, fruncí levemente mi ceño y analice su rostro, empolvado totalmente por blanco, con una sonrisa de gato y unos rizos rojizos enormes...

Esperen...

¿Rizos rojizos, ojos de gato, sonrisa enorme, telas por donde quiera y media mi cabeza?

— Andy... —

— Meido, te presento a mi padre, papá te presento a Meido... Es decir princesa Meido —el sombrero loco hizo un gran "oh" de asombro y sacó su gorro de su cabeza para colocarlo en el pecho e inclinarse ante mi.

— es un placer estar frente a otra princesa que no sea la princesa Allice — comentó este, tenía cierto acento escocés ¿tal vez?, combinado con su ser de retardado mental.

— no me llame princesa, solo Meido —

Hubiera sido educado si me hubiera dicho "oh claro por supuesto Meido" sin embargo esa no fue la situación, sus manos tomaron la mía y la enroscaron sacudiendola duramente arriba y abajo mientras sonreía.

— un placer Meido —sentía que mi mano no aguantaría tanto, sentía como se desprendía.

Pronto una voz a lo lejos llamó al sombrerero loco, se despidió cortésmente agregando que volvería a medir mi cabeza, cuando estuviera libre.

Lo cual no añoraba con tantos deseos.

— tu padre está... —

— ¿Loco? —comentó Andy con una sonrisa.

— si, loco —suspire y acomode mi ropa.

— si, es así, es de naturaleza y también de familia —la mire de reojo y alce una ceja.

— ¿cuál es tu fetiche maniática? —cuestione algo curiosa.

Ella hizo un ademán y miró a otro lado— no tengo uno en especial, excepto el hacer muchos amigos —

Parpadee unas cuantas veces y asentí— ¿confías tanto en las personas? —

— ¡exacto! —exclamó.

— Sean bienvenidos a la celebración de bodas de la Reina Mal y el Rey Ben —la introducción de la cena daba comienzo y era Lonnie la encargada de abrir las puertas traseras— Una noche Mágica, se le ha titulado a este hermoso y mágico, lugar —la luces brillantes que caían como llovizna sobre el camino morado daba la sensación de tranquilidad, las luces que guiaban a las personas daba la razón a donde debían ir y que no había excusa de perderse, el morado con amarillo, era una clara señal de mezcla entre Auradon y Mal, dando así un tono peculiarmente romántico.

Las personas pasaban en pareja, dos en dos, felices y animados por la noche y que hubiera una celebración.

¿Era tan típico en Auradon? ¿Hacer celebraciones?

Pero mis dudas se fueron con el viento cuando sentí como tomaba mi hombro y lo enrollan unas manos de un extremo y luego venía otro y enrolaba las suyas al otro lado.

— ¡es hora de iniciar la fiesta chicos! —fue Jay el que exclamó con emoción, por fin todos habíamos quedado ahí viendo el gran arco.

¿Quién lo diría?: Jane y Carlos, hija de El Hada madrina e hijo de Cruella de Ville, Evie y Doug, la hija de la inigualable Reina Malvada y el hijo de uno de los enanos de Blanca Nieves más tontos.

Y para finalizar...

Mal y Ben, hija de Maléfica e hijo de La Bella y la Bestia.

¿De verdad existía el amor verdadero y el felices por siempre?

— iré a comer unas tremendas fresas con chocolates —comentó Carlos divertido sacándome de mis pensamientos.

Todos estaban ahí a mi alrededor, Mal con Ben, Jay con Lonnie ambos hablando sobre el gran entrenamiento que debían ejercer para poder ganar el torneo, Jane con Carlos, Alice con Andy y Peyton hablando entre sí y Tristan y Ryan, mirándose de reojo y disimulando cuanto se odiaban.

Era cómico, antes dudaba de la amistad y ahora me había puesto a luchar por protegerlos a todos y cada uno, irónico. Éramos una singular familia.

Familia...

Todo sucedió tan rápido como un rayo pasó delante mío, pronto no encontraba a nadie, todos habían desaparecido, escuchaba el galope de los caballos, las risas de niños pequeños y la ganas inmensas de correr sobre algo terroso.

Pronto todo tomó forma, los árboles entre sí luchando haber quien se mecía más fuerte, el pasto al compás del viento bailando felizmente, un caballo siendo peinado por un granjero, quien reía y veía a los niños, que no tenían rostro, pero eran dos, el caballo comía tranquilamente y el granjero término de peinarlo, para tirarse a mí y notar que el tampoco tenía cara, sino más bien podía escuchar su voz pero no podía ver sus labios.

"Cariño, ve a jugar con tus hermanos".

Familia.

Descendientes: Unidas Otra Vez  [En Edición]Kde žijí příběhy. Začni objevovat