| Capítulo 17 |

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Alan Walker ft. Gavin James - Tired


Despertó molesto en varias ocasiones durante la noche, le daba un poco de agua, o su medicamento y volvía a perderse en la inconsciencia. Al amanecer desperté gracias a aquella alarma que estaba activada en el celular que me dio. La apagué refunfuñando. No iría a clases, no con él así. Me volví a acurrucar a su lado, su cabello cubría su frente y su rostro lucía mejor. Sonreí.

—La escuela, Colibrí —habló cuando ya cerraba de nuevo mis ojos.

—No te dejaré solo —expresé con tranquilidad.

—Ya has faltado lo suficiente, ve, por mí. —Alcé la mirada, me veía, serio. Acaricié su mejilla amoratada.

—No podría concentrarme contigo solo, así. No iré —determiné. Dejó salir un suspiro al mismo tiempo que recargaba por completo de nuevo la cabeza en su almohada.

—¿Discutir servirá? —Negué con seguridad—. Bien —pasó una de sus manos por debajo de mi cintura y me alentó para que me acercara a él, lo hice enseguida—. Durmamos, entonces —murmuró adormilado. Sonreí cerrando mis ojos.

Cuando el sol ya estaba sobre nosotros, desperté de nuevo. Yerik tenía la mirada perdida en el techo, circunspecto, con uno de sus brazos tras su cabeza.

—¿Estás bien? —deseé saber. Giró al escucharme, su gesto se relajó, pero no hablaba, algo maquinaba, lo conocía lo suficiente—. Cocinaré algo para que desayunemos —anuncié con la idea de quitarme las cobijas de encima, pero me detuvo con su mano torno a mi muñeca.

—Mereces algo mejor, Zinn —farfulló, severo. Arrugué la frente, desconcertada. Sus pupilas dilatadas, su mentón tenso, devolviendo su atención al techo—. Esta no es la vida que mereces, lo que debes vivir... —atajó. Me levanté sacudiendo la cabeza.

—Esta es la única vida que tengo, y salvo eso que haces, para mí es perfecta porque estás tú en ella —refuté agobiada. Negó sin prestarme atención, parecía contenido.

—Yo no soy el chico que te conviene... —aseveró. Un sudor frío recorrió mi columna.

—Si repites eso una vez más, tan solo una, Yerik, juro que dejaré de hablarte el resto de mis días —y me dirigí al baño tomando antes una muda limpia, nerviosa, descompuesta.

Me duché llorosa. ¿A qué venía eso? No podía decirme algo así después de todo lo que habíamos pasado. El temor de que se estuviera arrepintiendo, de que no sintiera la mismo, o de que simplemente quisiera retroceder, me consumió con una velocidad estrepitosa, indulgente.

Salí aún apesadumbrada. Él se hallaba sentado en la orilla del colchón, enseguida me observó con una mezcla de aflicción y devoción que me confundió aún más. Apreté mis puños y avancé.

—Si... si tú ya no quieres... —empecé temblorosa. Sacudió la cabeza, molesto, su melena oscura se agitaba de manera discorde. Adoraba su cabello; recio y fuerte como él.

—No se trata de eso, Colibrí, sabes que doy la vida por ti sin dudarlo, pero en medio de todo esto lo he dejado del lado, ya no.

—No te entiendo, hablas de nuevo como hacía unos meses y no logro seguirte el paso. —Me senté a su lado, entrelazó sus dedos con los míos, ambos mirábamos esa unión con atención.

—Eres todo, y te lo demostraré.

—No es necesario, yo solo quiero seguir así, como hasta hoy. No tengo idea de si eres el chico que me conviene, si yo lo soy para ti, pero eres el que elijo y elegiré por encima de cualquier otro. —Sonrió con tristeza.

Luces en la tiniebla ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora