Capítulo 3

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Georgina

Me asusto al escuchar un grito y me levanto de mi silla al tiempo que veo a Alex salir por la puerta de vidrio, echando humos y rojo de la ira. Sarah casi corre detrás de él viéndose igual de molesta.

—¡Ni se te ocurra hacerlo, Alexander! —espeta ella señalándole con un dedo y él aprieta sus manos con fuerza.

—No te preocupes. Nunca me molestaría en interesarme por las necesidades de tus hijos.

—Eso es lo único que has escuchado. ¿Por qué me extraña?

—Esto está de película —susurra Heidy a mi lado sobresaltándome y ríe antes de abrazarme para volver su atención a la discusión—. Lastima que no hayan palomitas.

Niego mirando sus ojos azules de mi jefa, encendidos por la emoción y besa mi mejilla.

—Deberían irse de aquí y arreglar sus problemas en otro lado —sugiere Adam apareciendo y ahora no puedo apartar mis ojos de él.

Se ve tan tranquilo como siempre y, al igual que los últimos cuatro días, me ignora como si jamás hubiésemos tenido algún tipo de contacto. No ha intentado hablarme desde el martes luego de ignorarlo y de que nuestros amigos estén constantemente sobre él para que no se me acerque. Se rindió muy rápido, pero qué se puede esperar de él.

—Te puedo ceder mi oficina para que te desfogues con tu mujer un rato —dice Heidy con picardía.

—Yo no soy mujer de nadie —espeta Sarah mirando a Alex con fijeza congelándonos a todos—. Apenas y sí salimos.

Alexander ladea su cabeza y hasta mis huesos tiemblan cuando la recorre con esa mirada dura y gris. Lo he ido conociendo y sé que sus ojos cambian según su humor. Cuando viví esa semana en su apartamento y Heidy hablaba intencionalmente de Sarah sus ojos cambiaban dependiendo de lo que dijeran. Si la halagaban sus ojos brillaban y se veían azules, pero en momentos de enojo como éste, su mirada se endurece y sus ojos casi se tornan transparentes. Pero Sarah no le tiene miedo, ella sólo lo desafía y Adam dice que eso es lo que más enciende a Alex. Como el día que se ofreció a regalar el banquete para el matrimonio de Lucy, Adam dice que Alex lo hizo con la intención de molestarla y que ella lo mirara.

—No te preocupes, Heidy —murmura él con voz fría—. En otra ocasión tendré tiempo de hablar con mi no mujer. Regreso en dos semanas.

Cuando Sarah, ahora preocupada, quiere abrir la boca, Alexander ya está bajando por las escaleras, seguramente, tratando de evitar un peor enfrentamiento. No tengo idea de lo que ha sucedido entre ellos, pero ha de ser algo muy malo para que se enfrenten de esta manera a tan solo unas semanas de haber iniciado formalmente su relación. Además, de haber hecho enojar a una pacífica Sarah.

Mi amiga desaparece de nuestra vista casi empujando a Adam y éste la sigue cerrando la puerta.

—Ha de ser algo muy malo —le digo a Heidy, quien asiente preocupada.

—Ya lo creo, amorcito. Alex se ha enojado a lo grande con su mielecita.

—Espero que no terminen.

—No lo creo. Él se arrastraría en el piso por ella, pero no se lo digas a Sarah.

Rio y asiento volviendo a mi lugar. Sarah tampoco le pediría hacer algo semejante.

***

Sarah no baja a almorzar y Paula sale con su esposo. Subo con dos almuerzos, encuentro a mi amiga en su escritorio, conteniendo las ganas de llorar. Se da cuenta de mi presencia cuando dejo la bandeja frente a ella. Pasa su mano por su cara y bufa.

Aventura De Una Chica Inocente #4Where stories live. Discover now