Capítulo 4

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- Eso fue completamente innecesario - lo regaño, pero sigo mi camino agarrando su mano, su mirada va constantemente dirigida a nuestras espaldas, específicamente a donde dejó a mi casero en el piso.

- ¿A donde vamos? Tu hija se llevó a mi hermano a la habitación, debemos ir con ellos antes que ese maldito haga algo - gruñe al final pero sigue sin poner resistencia, cosa que agradezco.

- Ella habrá salido por la ventana con él, y tenemos un lugar en el que encontrarnos en caso de que la situación se salga de control - explico mientras empiezo a notar nuevamente los dolores, apenas escuche la puerta me obligue a ser fuerte, y la adrenalina se me disparo cuando el hombre me tocó, pero al parecer ya está pasando, porque los dolores volvieron, y se sumaron unos más a la agonía.

Él decide guardar silencio, cosa que agradezco, cuando noto que ya no piensa en volver a terminar lo que comenzó suelto su mano, pero esta no dura libre ni dos minutos cuando vuelve a agarrarla, volteo a verlo y su mirada tan intensa parece querer envolverme, lastima que yo no caigo por unos lindos ojos, vuelvo mi mirada al frente y mis piernas tiemblan a ver las escaleras que debemos subir. Gabriel libera mi mano, y cuando voy a subir el primer escalón siento como me toma en brazos.

- ¿Qué demonios crees que haces? Suéltame - hace oídos sordos y sigue subiendo, digo un par de cosas más pero al notar como no me presta nada de atención prefiero rendirme, la verdad que de igual forma no hubiese podido subir más de diez escalones, no hablemos de los treinta restantes.

- ¿Ahora por donde? - abro la boca para replicar pero vuelvo a cerrarla con un suspiro cuando su rostro demuestra lo cabreado que se encuentra con la situación, lo mejor es que le deje hacer su obra caritativa del día en paz y deje de joderle sus planes, entre más rápido parezca estar mejor más rápido saldrá de mi vida.

- Ese callejón - señalo, se tensa y camina al lugar que me dije, unos pasos antes me deja de pie, y cuando voy a caminar me frena y se pone por delante de mi, ruedo los ojos pero decido dejarlo tranquilo en su rol de protector.

Al cruzar la esquina nos encontramos con su hermano en una situación similar, se encuentra en posición de pelea mientras que Lily sostiene a Leah detrás de él. Lily al verme esquiva a Diego y se abraza a mi cintura aplastando a la bebé contra mi, el dolor me hace ceder y cuando creo que estoy cayendo Gabriel me sostiene.

- Tenía tanto miedo - susurra, sin rechazar la ayuda del hermano mayor me pongo a su altura, suavemente agarro a Leah en brazos tranquilizándola antes de que llore y sostengo a Lily contra mi cuello en un abrazo que no tarda en corresponder, siento como empieza a llorar y yo me odio cada vez más, odio causarles dolor, no poder darles todo lo que se merecen, odio no intentarlo más fuerte.

- Discúlpame amor, perdóname - mi voz se rompe un poco y no me importa en absoluto los dos desconocidos que nos ven atentamente, estoy tan cansada de hacer que ellas soporten tanto, Lily no debería cuidar de su pequeña hermanita durante horas o comer solo pan duro de desayuno, ella debería jugar con muñecas tan hermosas como ella lo es, comer tantos dulces que le causen dolores de estómago y yo deba reñirla, debería reír hasta quedar sin respiración - Ya, no pasa nada, mis hermosas - acaricio su cabello y sostengo a Leah con fuerza, ella es mi otro ángel, ellas son mis pequeñas.

- Deberíamos irnos - suelta uno de los hermanos, estoy apunto de discutir comentando que pueden irse y dejarme aquí con ellas, mañana conseguiré otro lugar, pero un apretón de una mano en mi cintura que no había notado me frenan, eso junto con el hecho de que es imposible que yo deje que mis niñas duerman en este horrible lugar. Asiento y con ayuda de Gabriel mi pongo de pie aun sosteniendo las a ambas.

Un quejido quiere salir de mis labios, pero lo muerdo fuertemente, Lily esta sujeta a mi cuello sin intención de soltarlo, y Leah parece somnolienta, algo bastante lindo, y lo disfrutaría si mis heridas no me hiciesen sufrir, ambos parecen notarlo, por lo que el menor se acerca a mi y me ayuda teniendo a Lily, pero ella no me suelta, al contrario, se sostiene con más fuerza, y una Leah dormida parece ser un poco consiente de eso, pues sus manitos hacen puño con el delantal. Diego parece querer decir algo pero niego, esto es lo que ellas necesitan ahora, me necesitan a mi.

Su mirada pasa de mi rostro al de la persona a mis espaldas, y parecen entenderse bien, pues Diego asiente y corre fuera del callejón, mientras el mayor sigue sosteniéndome por la cintura. - Siéntate - obedezco y con su ayuda me siento apoyada en la pared aún con las niñas en brazos. El frío de la noche además de mi vestimenta hace que un escalofrío recorra mi cuerpo, él parece notarlo porque se quita su chaqueta, y cuando hace ademán de ponerlo en mi espalda tomo el atrevimiento de quitársela como puedo y ponerla sobre mis hermanas.

- Eres terca - lejos de molestarle parece gustarle, pues lo dice con una sonrisa, me encojo de hombros y veo como ambas se quedaron dormidas, mi corazón se encoje al ver lágrimas en las mejillas de Lily.

- Ellas no merecen esto - susurro besando sus frentes, mi mirada sube a los ojos del hombre frente a mi, me da curiosidad ver sus reacciones sobre el tema, parece afectado.

- ¿Dónde está el padre? Es un maldito ¿desde cuando trabajas en ese maldito lugar y vivías en ese asqueroso apartamento? - lejos de sentirme ofendida le di la razón mentalmente, por más que lo limpiaba seguía luciendo como un chiquero.

- Seguro que por ahí drogado y ahogado en alcohol, o quizás con alguna puta, la verdad no me importa - me quedo un momento pensando, él nos dejó poco antes de saber que mamá estaba embarazada otra vez, la última, eso sería unos dos años y algo. - Trabajo ahí desde que me enteré de Lily, ella necesitaría cuidados al nacer, y ya sabía que era la única que se preocupaba de ella - suspiro y vuelvo a besar su cabeza, fue muy difícil, yo aún era muy chica.

- ¿Cuántos años tenias cuando ella nació? ¿Desde cuando vives en esa porquería de lugar? - repite la pregunta, y parece bastante molesto con mis respuestas, en otra ocasión lo hubiese mandado a la mierda, pero me salvó dos veces en menos de dos horas, no merece que yo actúe tan mal, después de todo es el héroe de mi pequeña.

- Quince. Y vivo ahí desde hace un año y algo más, me mude unos meses después del nacimiento de Leah - su mandíbula parece a punto de romperse de tan apretada que la tenía, camina de un lado a otro y estrella su puño contra una pared, me sobresalto y acaricio el cabello de las niñas cuando noto que casi despiertan. Él parece pensar muchas cosas nada lindas, y cuando camina hacia mi abriendo la boca para decir algo escuchamos como un auto se estaciona en la entrada del callejón. Gabriel parece tenso y atento a cualquier ataque, pero se relaja al ver su auto y a su hermano abriendo la puerta de atrás, antes de que pueda decir o pensar algo el mayor me levanta en brazos con bastante fuerza y equilibrio, pues todavía llevo a las niñas en mis brazos.

Me deja en la parte trasera y se ubica de conductor mientras su hermano entra de copiloto, me recuesto en el asiento muy consiente de todas mis dolencias y me dejó caer dormida, sin pensar en que estoy en el auto de un desconocido que me lleva a no se donde junto con mis hermanas. Yo solo me dejo llevar por el sueño. Estoy tan cansada.

Lily y LeahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora