Capítulo 024

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Ya era mediodía del domingo. 

Kilian me trajo a casa anoche porque mi madre lo llamó, ya que tenía su número gracias a que la última vez la llamé desde ahí. A penas pasé la puerta de casa me topé con el sermón de mi vida, juro que Kilian detrás de la puerta de entrada pudo escuchar la furiosa voz de mamá, igual que todo el vecindario.

Me dijo de todo: sobre lo irresponsable que soy por no regresar de ese modo, que no vivo en un hotel para irme cuando quiera sin avisar, que ella se va a morir de un ataque cardíaco si sigo haciendo estas cosas, que tengo responsabilidades... bla, bla, bla.

En ocasiones como esa es cuando preferiría ser del todo sordo.

Sobreviví ese sermón eterno, misión superada. De camino a mi habitación en el segundo piso, pasé por la de mi hermanito a ver qué hacía: estaba con su laptop viendo a su youtuber favorito y riéndose.

—Oye, sal de vez en cuando a jugar afuera —ironicé.

—¡Hunter! —Dejó el ordenador, salto de la cama y vino a abrazarme— Mira quién lo dice, el que vive encerrado escuchando música y usando su móvil.

—Mi móvil... recordar esa gran pérdida es duro, hermano, es duro.

—Sí, lo escuché de mamá, algo como que lo mojaste y que eras un idiota. —Sí, suena a ella.

—Si, en resumen, eso sucedió...

—¿Y esa remera de mangas largas? —preguntó extrañado señalando mi ropa— ¿No tienes calor?

—La uso porque salté de un puente, así que tengo muchos moretones y raspaduras en el pecho. —Will comenzó a reír y volvió a sentarse en cama.

La mayoría de las veces que soy sincero la gente cree que estoy bromeando, pero ya me acostumbré, es una de las ventajas de ser honesto e impulsivo al mismo tiempo.

—¿Y dónde estuviste estos días?

—Son cosas de mayores —contesté burlesco.

—Seguro estabas en la casa de una chica eh —murmuró imitando la cara de un meme.

—No podrías estar más equivocado... —Levantó una ceja y luego se encogió de hombros.

Una vez dentro de mi habitación suspiré, no tenía nada qué hacer, hasta donde recuerdo no había tareas, tampoco podía checar mis redes sociales, cantar, nada. La PC estaba en el comedor y no tenía ganas de bajar y ver a mi madre con su cara de reproche, aunque obviamente tenía razón al estar poseída por el demonio, fue mi culpa esta vez.

Como si fuese un milagro alguien tocó timbre y dejé de mirar el techo para ir a atender la puerta abajo. Abrí y me encontré con Aaron limpiando sus gafas, seguido levantó la vista y me sonrió.

KILIAN || Libro 1 • ℜ18Where stories live. Discover now