Le tomó mucho cariño a mis gatos en esa semana que estuve en su casa para que Oscar no me encontrara y ya me hace falta estar allí. Achis dormía con él y corría a restregarse en sus pies cuando llegaba, a la hora que fuera. Era algo muy bonito despertar y verlo en el comedor recibiéndome con esa bella sonrisa y un plato de frutas para mi desayuno. Sin embargo el mejor de mis días fue cuando desperté en sus brazos porque la habitación que me asignaron estaba junto a la de Heidy y esa noche hizo gritar tanto a Julia que me vi obligada a bajar a la sala. Me quedé dormida allí, pero al despertar, Adam se aferraba a mí con sus fuertes brazos rodeando mi cintura y una de sus piernas sobre las mías, sobre su gigantesca cama, por fortuna él llevaba pijama completa, dice que no me quería asustar. Obligó a las dos mujeres a disculparse conmigo, pero ambas junto a Alexander, sólo reían a sabiendas de que nunca tendré un mejor despertar que ese.

Me avergonzó y me dolió por partes iguales, porque me di cuenta de que el sentimiento no es recíproco y me ve como si fuera la hermanita que nunca tuvo y a la que cree, debe proteger.

Sacando de lado mis tontos pensamientos, le entrego algunos documentos que debe firmar y me sonríe antes de besar mi frente, eso provoca que cada parte sensible de mi cuerpo se agite ferozmente por él. Se va a su oficina como si nada, cruza la gran puerta de cristal dejando atrás la fragancia de su perfume mezclado con su esencia, y el que ya perdió su camiseta. Sé que puede sonar algo acosador y enfermo, pero es lo único que podré tener de él. Me la prestó y «olvidé» regresarla, ahora duerme acariciando mi cuerpo cada noche, porque no puedo desear sus brazos.

Esto es un castigo para mi.

Heidy no vendrá hoy, se ha ido desde ayer por la tarde, junto a su novia, a un viaje fugaz que Julia tiene por su trabajo en algún paradisíaco lugar del caribe.

[...]

Mi día pasa tan rápido, que no lo siento. Lo único que me distrae, es cuando mi jefe baja y quince minutos después vuelve con una bandeja y dos almuerzos en ella, gracias a que no tengo mucho tiempo al tener que hacer el trabajo de Sarah. Se sienta frente a mí y comemos en completo silencio. Creo que me conformo con ser su amiga, así no me vea como a una mujer deseable.

Que duro de sobre llevar.

—¿Que harás mañana por la noche? —pregunta, cuando estoy recogiendo mis cosas para irme a casa con mis mascotas.

Odio ponerme así de nerviosa cada vez que lo veo sin importar la distancia.

—Nada —contesto casual, ruego por no verme como un tomate.

Siempre sonríe y acaricia mis mejillas con diversión al notar mi sonrojo. Él los provoca y no le importa. Eso duele en el alma.

—Un amigo cumple años mañana y lo veo muy poco. ¿Me acompañarías?

Lo miro incrédula, pero sonríe de esa manera tan bella, relajada y única que derrumba cualquier barrera, donde los chinos resguardados tras sus murallas, no tienen oportunidad alguna de contenerlo. Asiento aún insegura. No sé que ponerme para algo así, lo más probable es que será algo elegante, conociendo a sus amistades.

—¿Qué tipo de fiesta?

—Ya sabes, de ese tipo donde hay periodistas y toda esa mierda.

—No creo que pueda —digo y miro mi ropa.

Noto que se acerca a mí y levanta mi cara con sus dedos en mi mentón. Mi respiración se corta de manera literal y acaricia mis mejilla sonriendo.

—Yo me ocupo, mi bella minina. Vamos, te llevo a tu casa.

Se aleja una vez más dejándome temblorosa y sé que sudorosa. Toma mi bolso y oprime el botón del ascensor, totalmente ajeno a mis tontas reacciones. ¿Por qué no le importa?

Aventura De Una Chica Inocente #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora