Se preguntaba si se parecería a ella, le aterraba pesar que pudiera heredar algo de la personalidad de su hermana o incluso de Pansy, solo pensar es esa posibilidad se hacia desear no estar esperando ese pequeño ser, para no condenarlo a una vida de amargura y odio injustificado.

-Tengo mucho miedo. -Se atrevió a decir un día en voz alta.

Luna parpadeo un par de veces como regresando a la realidad cuando la escucho hablar mientras tomaban el té. - ¿Por qué tendrías miedo?

Fedra clavo sus ojos oscuros en los azules de  su amiga. -No te das cuenta que puede ser que mi bebe termine siendo un moustro como mi hermana o como lo fui yo.

-¿Por qué tendría que serlo? -Pregunto de nuevo como si no comprendiera a que se refería.

Fedra se levanto exasperada, frotándose las manos impaciente. -Kendra mato a mi madre, a la mujer que le dio la vida, a quien la amo por sobre todas las cosas y que le dio todo cuanto pudo pedir. Yo… -Comenzó a decir con voz temblorosa. -Yo casi te mato e hice cosas horribles que ni siquiera me atrevo a mencionar.

Luna se levanto hasta colocarse frente a Fedra, tomo sus manos entre las suyas para hacer que se calmara un poco.

-Sabes que nada de eso fue tu culpa. -Le dijo con dulzura

-Pero si eso no es suficiente, si tengo que pagar todas las atrocidades que hice viendo como mi bebe se conviene en alguien como Kendra o Vladimir. -Le dijo casi en un grito mientras su respiración se agitaba.

-No tiene que ser así.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque tu eres buena y le enseñaras a este bebe lo que es el amor. -Le dijo poniendo su mano sobre el vientre hinchado de la morena. -Kendra era soberbia y vanidosa pero fue Vladimir quien la termino de corromper, y el lamentablemente estaba lleno de odio y resentimiento, podrido por dentro. Tu sabes todo lo que un amor sincero puede lograr. No tengas miedo.

-Pero es que no puedo dejar de pensar que estando en este cuerpo, de alguna manera este hijo no será mio.

-Lo será. -Aseguro. -¿Tu lo amas? -Pregunto acariciando de nuevo su vientre.

Fedra no tuvo que pensar su respuesta. -Lo amo. -Afirmo sabiendo que esa era la realidad, que sin importar a quien se pareciera físicamente ella lo amaría con todo su corazón, que a pesar de los miedos y la incertidumbre que se apoderaba de su sentir, ella lo deseaba aun sin ser consiente de ello.

Los meses pasaron lentamente para Fedra, no podía dejar atrás del todo su pesar, pero quería aferrarse a la esperanza y la ilusión de esa pequeña vida que crecía en su interior.

La fecha llego entre el nerviosismo y la ilusión de los próximos padres.  Blaise se paseaba de un lado a otro en la sala de espera, para él tampoco habían sido fáciles las cosas, pero ahora se encontraba ahí con una felicidad mezclada con el miedo que solo un padre primerizo puede sentir.

La puesta se abrió para dar paso a una enfermera. -Pueden pasar a ver a su esposa y a su bebe.

Impulsado por una fuerza invisible el moreno casi corre para entrar a la habitación de su amada.

Una tenue luz entraba por la ventana, iluminando el rostro cansado de Fedra, posiblemente ya no tenía el deslumbrante color rojo de sus cabellos, pero por algún motivo a la luz del sol su larga cabellera negra había adquirido un tono rojizo y en aquella piel blanca de su rostro se habían formado un par de pecas. Recostada en su cama sujetaba entre sus manos un pequeño bultito y sonreía aun con la frente perlada de sudor por el esfuerzo.

Sanando Mis HeridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora