Se había contenido lo mejor que pudo, pero en el momento en que Vladimir la beso de esa manera descarada, sus impulsos se hicieron incontenibles, de no ser por la excesiva fuerza con la que era  sometida, muy seguramente el moreno se habría arrepentido incluso de haber nacido.

En algún momento había pensado en matarle y acabar con todo eso de una buena vez, pero tenía que ser inteligente y no dejarse llevar por un arrebato que podía constar demasiado, porque aunque  él fuera el líder y conocieran una parte de los mortifagos a sus órdenes,  no les conocían a todos y si deseaban acabar con eso, tenían que cortar de raíz al mal.

La tensión en su cuerpo se fue evaporando con lentitud, Draco no había dicho nada, ni había hecho otra cosa que abrazarla, permitiéndole sacar todo lo que sentía por medio de las lagrimas, sentía la camisa empapa a causa de su llanto, pero nada le importaba mas en esos momentos que intentar reconfortarla.

El blondo tenía un nudo en la garganta entendía perfectamente el motivo de sus lagrimas y aunque hubiera deseado decirle algo que le consolara, no podía hablar por miedo a que sus palabras se quebraran en algún momento y lo delataran.

El gran Draco Malfoy se había permitido ser débil por sus sentimientos y ahora cargaba con las consecuencias, ahora el mismo tenía unas tremendas ganas de llorar, de apretarla contra su pecho y colmarla de besos, para hacerle olvidar el mal momento  por el que había pasado.

Quería preguntarle qué había pasado en ese lugar,  pero tenía miedo de la respuesta, de ser capaz de matar a Parkinson si se enteraba que le había hecho cualquier daño. Le dio tiempo de recuperarse, la sentía temblar, estremecerse, se sacudía en sollozos  lastimeros que con el transcurso de los minutos fueron menguando.

Hermione repentinamente se encontraba tremendamente cansada y exhausta, apenada por su comportamiento, cuando logro calmarse por completo se limpio el rostro con el dorso de su mano para retirar las últimas gotas saladas de su rostro.

Levanto la vista avergonzada de su debilidad, tenía los ojos húmedos, enrojecidos y tremendamente bellos, según pudo apreciar Draco que se quedo absorto admirando el cálido color de sus pupilas, descubriendo un halo  avellana en el color caramelo.

Malfoy también había pasado por mucho ese día, le había permitido marcharse arriesgando su vida a pesar de tener la seguridad de que si a Hermione llegaba a pasarle algo jamás se lo perdonaría, la dejo enfrentarse a su destino, mientras él se consumía en angustia y preocupación, en dolor, en sufrimiento de solo imaginar que algo malo le pasara.

Había pasado por tanto y ahora que la tenia así, entre sus brazos, sintiendo su calor, su rostro húmedo, su corazón latiendo a un compás distinto tan cerca del suyo, que también se sintió débil, tan tremendamente vulnerable que fue incapaz de soltarla a pesar que sabía que estaba a nada de perder por completo esa mascara fría que se había construido.

Sus ojos grises se centraron en su boca, deseando apoderarse de sus labios, desando probar de nuevo sus mieles, el sabor suculento de su esencia. Hermione por su parte descubría tantas cosas nuevas reflejadas en sus ojos, que estaba abstraída notando como parecía debatirse internamente por algo que no lograba comprender, le parecía fascinante que su fría mirada fuera tan diferente ahora que encontraba un brillo distinto.

Se quedaron un tiempo indefinido mirándose, deleitándose con su mutuo tacto, compartiendo sin malicia el calor de sus cuerpos en un tímido abrazo que se volvió cada vez más fuerte y protector por parte de Draco. Ambos descubrían nuevas cosas, nuevos sentimientos, reconociéndose sin hablar, sintiendo sin pensar, hablando sin pronunciar palabra alguna.

Su mirada era magnética, sus  labios una tentación, pero esa tímida sonrisa curvando la comisura de sus labios lo dejo sin aliento, la amaba, lo sabía desde hace tiempo, pero justo ahora comprobaba que no concebía separarse de ella, que no había un sentimiento más grande que ese que le aceleraba el pulso y le hacía sentir un extraño vacio en el estomago.

Sanando Mis HeridasWhere stories live. Discover now