-Feliz Navidad. -Le dijo aun sin soltarla y los delgados brazos de la pelirroja se enredaron en ella con necesidad, una pequeña lagrima se escapo de sus ojos negros y se apresuro a limpiarla para que no la notara.

-Feliz Navidad. -Contesto en voz baja sin atreverse a mirarla a los ojos. Pensó que Hermione era muy cálida, con ese abrazo había logrado reconfortarla un poco, al menos un poco para no echarse a llorar allí mismo.

-Te prometí que regresaría para pasar el año nuevo y aquí estoy. -Le dedico una dulce sonrisa y acomodo un mechón de cabello rojo tras el oído de Fedra.

-Gracias, en verdad muchas gracias. -Le contesto conmovida mientras un par de lágrimas igual de rebeldes no quisieron permanecer en su sitio y rodaron.

Hermione se apresuro a limpiarlas con cariño. Podía comprender como debía sentirse en esas fechas, ella misma se sentía muy triste pues eran las segundas navidades que pasaba sin sus padres, pero eran las primeras sabiendo que estaban muertos, pero intentaba hacerse la fuerte para no deprimirla más en esos momentos.

Sentía un especial afecto  por la pelirroja, quizás porque sentía ese dolor y tristeza tan parecida al suyo, en poco tiempo se había encariñado con Fedra y le hacía feliz esa extraña conexión que la unía con Luna, ambas eran extrañas en más de un sentido, sin embargo eran personitas muy especiales y sensibles. 

Fedra era muy amable, pero sumamente tímida, mientras que Luna hablaba por las dos como si hablara de una misma persona. La pelirroja la seguía como una sombra en sus persecuciones de esas criaturas míticas, las que siempre buscaba Lovegood. Frecuentemente se desaparecían, incluso cuando era importante discutir algún tema relevante sobre sus planes a futuro, sin embargo, no podía reprocharle a Luna que no estuviera presente porque entendía que su manera de ayudar era animando a la triste Fedra.

-Luna regreso conmigo. -Le aviso la castaña y los ojos de Fedra brillaron emocionados.

-¿En verdad?

-Sí. -Afirmo. -Quería pasar el año viejo con nosotras. Fue a guardar su equipaje en su habitación, no tardara en bajar para acompañarnos a cenar.

-Que estupenda noticia. -Dijo sin ocultar su emoción y Hermione sonrió complacida.

En efecto Luna no tardo en entrar al gran comedor dando ligeros saltitos, ya nadie la molestaba al respecto, aunque no faltaba algún alumno que le mirara con incredulidad por su manera tan peculiar de ser.

-Hola Fedra. -Saludo afectuosa posando  sus enormes ojos azules en la pelirroja que los bajo al instante tímida.

La manera en que Luna la miraba la ponía nerviosa, era como si de solo verla pudiera adivinar sus pensamientos, aunque sabía bien que no era posible porque sus pensamientos estaban muy bien protegidos, tenía esa sensación de sentirse completamente expuesta cuando esos luceros azules se posaban en ella. La tristeza en la mirada de Fedra se intensifico ante la dulzura en la sonrisa de la rubia.

-Hola Luna -Le saludo intentando sonreír aun con la mirada baja, evitando verla a los ojos. Pero sintió la suavidad de una mano pálida sujetar su barbilla y levantarla.

-No debes de estar triste Fedra, todo a nuestro alrededor sucede por algún motivo, que a veces no logramos entender. -Recito Luna viéndola por un segundo antes de desviar la vista al cielo nocturno que se podía apreciar con claridad en el techo encantado del comedor.

Hermione no cuestiono la afirmación de su amiga, había aprendido que la manera de actuar de Luna aunque a veces era ilógica o despistada, siempre encontraba las palabras justas para tranquilizar el espíritu de las personas abatidas. Al escucharla incluso ella se sintió más tranquila al pensar en sus propios padres, sabía que por muy doloroso que era haberlos perdido, entendía que al menos ahora se encontraban en un lugar mejor y ya no vivirían los terrores de una nueva guerra. A veces los motivos por los que pasan las cosas no los conocemos o entendemos, pero sin duda todo tiene una razón de ser, pensó mientras ella también admiraba el cielo estrellado.

Sanando Mis HeridasWhere stories live. Discover now