-Runas Antiguas.

-Pansy. -Llamo a su sobrina. -Podrías ir con la profesora Babbling para avisarle que la Señorita Granger llegara un poco más tarde por mi causa.

La morena frunció el ceño, pero por la mirada significativa de su tío acepto con un movimiento de cabeza.

-No es necesario que la esperen. -Aviso a Harry y Ron, que estaban desde la puerta. No tuvieron más remedio que obedecer. -Sígame por favor. -Le pidió con galantería abriendo la pequeña puerta que daba a su despacho, se hizo a un lado para que pasara.

Hermione entro en el despacho, el lugar estaba mucho más limpio y ordenada a cuando pertenecía a profesor Snape, en ese último año en el que impartió la clase de defensa, pensaba en esos detalles para tratar de controlar el rumbo de sus pensamientos.

-Tome asiento. -Le invito, pasando por un lado, casi rosando su brazo, por lo que Hermione sintió escalofríos.

-Así estoy bien, gracias. -Le dijo intentando sonar amable y tranquila pero en su voz se escuchaba una nota nerviosa que puso en alerta al moreno.

-¡Se encuentra bien?

-Perfectamente. -Contesto sin levantar la vista.

-No me parece, luce distraída, preocupada, incluso tensa. -Mientras hablaba el profesor se había parado frente a ella, a un par de pasos de distancia,  no dejaba de mirarla.

-Estoy bien. -Repitió intentando sonreír, conteniendo las ganas de salir corriendo en ese preciso momento, estaba tan cerca que incluso podía percibir su aroma, al menos daba gracias que ese no fuera un olor familia.

-No será que el Señor Malfoy le ha hecho algo o la ha amenazado,  creo que el día de ayer se excedió con usted, puedo darle un correctivo si es así.

-No es necesario se cuidarme sola, siempre lo he hecho. -Afirmo apretando sus puños en torno a su mochila que mantenía frente a ella como escudo.

-Sé que es capaz siendo una heroína, pero los tipos como Malfoy son difíciles de tratar.

-Le agradezco, pero no es necesario, como ya le he dicho se como tratarlo, se que solo es un petulante, engreído y orgulloso, que la toma en contra de los que él cree no merecemos utilizar la magia.

-Valoro su temple, se ve que es valiente, es una característica digna de alabarse. ¿Por eso no entiendo porque no es capaz de mirarme?

Se vio forzada a levantar la vista antes esa afirmación, necesitaba demostrarle que no le tenía miedo. Levanto poco a poco su rostro, observando al hombre que tenia delante de ella, vio su impecable ropa, su cuello de piel blanca y llego hasta su rostro, deteniéndose en sus ojos

-No sé a qué se refiere. -Contesto con demasiada furia. -Se equivoca en sus suposiciones profesor, y si no tiene nada más que decirme quisiera retirarme.

Vladimir la miraba con demasiada calma, sin más expresión que una cautivadora sonrisa que apenas se asomaba de sus labios. Intentaba descifrar que ocultaban esos ojos color miel que se habían vuelto turbios de repente por algún motivo.

Esa chica no se intimidaba, le sostenía la mirada con desafío, con una seriedad que impactaba, tenia los labios apretados y los hombros tensos por lo que notaba, también pudo darse cuenta que sus dedos antes blancos de tanto apretar la mochila se había relajado solo para colgarse la mochila al hombro y ahora apretar con demasiado fuerza sus puños libres.

El moreno intentaba leer su mente, pero no lo lograba, podía percibir la barrera ocultando sus pensamientos, sin duda era muy buena, lo suficientemente para tratarla con cuidado y destruirla a la primera oportunidad.

-No creo que sea correcto que intente leer la mente de sus alumnos. -Le dijo con un tono mordaz, sonriendo de una manera que intimidaría a cualquiera, menos al profesor que solo se mostro curioso.

-Solo intentaba comprobar todo lo que me han contado de usted, pero a decir verdad se han quedado cortos, usted es extraordinaria. -La alabo y se acerco un poco más, pero esta vez la castaña ya no retrocedió intimidada o temerosa. Esos sentimientos de pánico habían quedado atrás dejando solo expuesta una creciente ira que comenzaba a consumirla.

El profesor pretendía intimidarla con sus seductoras artimañas, ya estaba demasiado cerca para pretender otra cosa, le parecía una impura fascinante, pero notar cómo se mantenía inexpresivamente fría ante su cercanía lo confundía bastante, pues no estaba acostumbrado a encontrar resistencias.

Hermione no se amilanaba ante su mirada, la sostenía con firmeza, encontraba muchas cosas en sus ojos, pero no era miedo, como hubiera pensado, no era una muchacha débil por lo contrario resultaba intimidante la manera en que le observaba. Era la misma manera en que lo había visto en la clase anterior, sus ojos llameaban, estaba enojada, furiosa, podía ver incluso una chispa de odio, un odio que no entendía viniendo de ella, y mucho menos dirigida hacia el cuándo ni siquiera se conocían.

Es chiquilla era un enigma para él, tenia sin duda algo especial, pero también tenía claro que ocultaba un secreto muy grande. Perdido en sus pensamientos se atrevió a estirar su mano para intentar  acariciarle la mejilla, pero en un rápido movimiento bloqueo su mano sosteniendo el brazo con demasiada fuerza.

-No me toque. -Le reconvino amenazante soltando su brazo.

-Solo quería cerciorarme que se encontraba bien. -Intento justificarse y ocultar su desagrado. -Está demasiado pálida, deseaba checar su temperatura.

-Estoy bien Profesor, Gracias. Puedo retirarme.

-Puede hacerlo, pero no olvide que puedo ayudarla si necesita ayuda, puedo ser tu amigo Hermione, además no soy tan mayor para que me llames por mi apellido, dime Vladimir -Le dijo llamándola por su nombre de una manera demasiado sugestiva.

Hermione ya no fue capaz de abrir la boca de nuevo temiendo contestarle de una manera que la delatara, estaba furiosa y a penas lograba contenerse, solo asistió con un movimiento de cabeza y sonrió ligeramente.

Caminaba de prisa por el pasillo, su cuerpo temblaba, se cimbraba con fuerza, latía su corazón a una velocidad sorprendente, parecía que todo lo que había logrado contenerse estaba ahí en su pecho de repente, intentando reventarle las entrañas.  

Sudaba frio y estaba demasiado pálida, casi corría por los pasillos intentando calmarse, pero no lo lograba, de nuevo el miedo se había transformado en furia y la estaba consumiendo.

Una mano la jalo con violencia y la azoto contra una de las paredes ocultas tras una armadura.

-Cálmate. -Le exigió hablándole al oído y sujetando sus muñecas contra la pared con una sola mano y con la otra le cubría la boca para que no gritara.

La Gryffindor en el estado en que estaba se agitaba bajo su agarre intentando soltarse, estaba furiosa, no sabía quién era el que se atrevía a someterla de esa manera.

-Cálmate Granger. -Le dijo de nuevo y hasta entonces su mente alterada pudo reconocer esa voz. -Todo está bien. -Volvió a decirle aflojando un poco la fuerza de su agarre.

Poco a poco sintió como el cuerpo de la leona se relajaba y con lentitud la soltó sin separarse demasiado de ella, la tenia pegada contra la pared, con sus cuerpos juntos, él siendo más alto podía percibir el aroma de sus cabellos castaños, ella solo podía escuchar los latidos de su corazón que lograban tranquilizarla.

 A penas se calmo un poco le conto lo ocurrido en el despacho de Vladimir, le dijo palabra a palabra todo lo que habían conversado y eso no le agrado para nada a Malfoy. Conocía a la perfección a los hombres como Parkinson, tenía demasiado interés en Granger para ser normal o para verla solo como un fuerte adversario, parecía estarse obsesionando con ella y eso solo acarrearía más problemas, y eso no le agradaba en absoluto.

Sanando Mis HeridasTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon