| Malditos Recuerdos |

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Despierto en casa de Theo, y no me sorprende, ya estoy acostumbrada, en especial si tengo mi propia habitación en esta casa.

Ahora... Se preguntarán ¿Por qué duermo en una habitación diferente? si puedo estar durmiendo al lado del chico con quien tuve sexo toda la noche, y yo les respondo que simplemente no duermo con nadie, solo es sexo, nada más. Si me quedara a dormir con cada chico con quien tengo sexo, este pensaría que tendría una oportunidad de tener algo más que solo sexo conmigo, pensaría que yo pueda tener sentimientos hacia este, y eso jamás, ni por Theo, y eso que es mi mejor amigo...

En fin... me pongo de pie, tomo la camiseta de «Nirvana» de Theo la cual agarro de su cajón antes de salir de su habitación, y como ya traía mi ropa interior, decido salir así de la habitación con dirección a la de Theo.

Pero antes de abrir la puerta, comienza a sonar mi móvil. Camino hacia este, dándome con la sorpresa que mi madre me llama.

Espero a que la llamada se termine, y vuelva a llamar, solo para molestarla. Así sucede.

—Señora McInnes –sonrío– Buen día.

Lucinda, tu padre y yo te necesitamos exactamente en 1 hora y 30 minutos en el edificio, directo a nuestra oficina.

—¿No puede ser en 2 horas?

Ya te dije –cuelga.

Alzo mis cejas molesta.
Respiro hondo y camino hacia la puerta. Al abrirla me encuentro con la ama de llaves, la tipa que me detesta.

Sonrío, como no pude molestar a Rebekah, molestaré a esta señora.
Ella me mira de pies a cabeza con su cara de desaprobación, vieja de mierda.

—Buen día –digo yo al ver que se va a pasar de largo sin saludar.

—Buen día –contesta entre dientes por obligación.

—Iba a pasarse de largo sin saludar a un invitado de la casa... ¿Theo o los señores Kopper no le han enseñado modales? –avanzo lentamente hacia la habitación de mi mejor amigo.

—Disculpe, pero yo...

—Bueno, no importa –la interrumpo- ahora dígame... ¿Cómo está su hija? Uhm... ¿Mirari?

—¿Mi hija? ¿Por qué pregunta por mi Mirari?

—No lo sé... –sonrío al agarrar la perilla de la habitación de Theo. Volteo a ver la mujer seguirme con su mirada– ¿Aún sigue enamorada de Theo? –suelto una risita.

—Ella...

—Está bien –la interrumpo de nuevo alzando mi mano– voy a desayunar con Theo en su habitación, lleve el desayuno, que sea rápido, por favor... –le guiño antes de cerrar la puerta detrás de mí.

Ahí está Theo, está despierto, sentado en su escritorio. Me acerco a él por detrás, acariciando su cuello y cabello. Rápidamente voltea y me abraza, haciendo que me siente en sus piernas.

—¿Has usado mi ordenador?

—Sí, lo hice después de que te durmieras.

—Y estás usando una polera mía, ¿Algo más que hayas hecho con mis cosas? –me mira algo incómodo de brazos cruzados.

—¿Por qué esa cara?

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